La Madeja
Bloqueo total
Para el análisis de estas elecciones sirve el titular de Javier Arenas en Andalucía en 2011: mayoría relativa, fracaso absoluto. La repetición electoral se huele
La capacidad de resistencia del PSOE en Andalucía era la prueba del algodón de Sánchez para mantenerse al frente del partido después de las elecciones más extrañas que se han celebrado en España desde la restauración de la democracia. Todas las encuestas lo daban por amortizado. Pero resulta que no sólo mantendrá el poder en el partido, sino que ha conseguido impedir la victoria del PP o, lo que es lo mismo, parar la ola que se le vino encima el pasado 28 de mayo en las elecciones autonómicas y municipales. De todos los escenarios posibles, Sánchez ha logrado el mejor para él, aunque probablemente no hay otro peor para España. Bloqueo total. Tufo a repetición electoral en otoño. La estrategia sanchista para intentar reeditar un gobierno Frankenstein ha funcionado a costa de jugar a hacerse el mártir. Su capacidad para encontrar soluciones imposibles es incuestionable. La caída de Vox, que se ha desinflado a casi la mitad de escaños con respecto a los anteriores comicios, y el fracaso del PP con respecto a las expectativas que tenía han dado aire a un superviviente nato. Hay una sola buena noticia: España se ha moderado. Está en el centro. Confía en el bipartidismo. En la Constitución. Pero quizás la buena noticia sea al mismo tiempo la peor. Ninguno de los dos grandes partidos tiene puerta de acceso al gobierno. Y ninguno de los dos se va a poner de acuerdo con el otro para excluir a los partidos radicales y firmar un pacto de concentración. Siquiera porque la victoria de Feijóo es pírrica y la derrota de Sánchez es triunfal, el término medio entre ambos tendría que ser la solución lógica. Pero los sueños, sueños son. Pedro Sánchez no va a dar ese paso ni por indicación de Felipe González porque no está en su genética y Feijóo tampoco va a hacerlo porque este resultado lo deja sin la fuerza necesaria en su partido. Además, el sanchismo es una energía, no se destruye, se transforma. Lo sabemos porque ya lo hemos visto antes. Su propio partido lo echó, él aguantó la convulsión y luego regresó al poder. Su manual de resistencia es el gran catón político de esta era. Por eso lo que ha buscado en estas elecciones es igualar el resultado de las anteriores, dos arriba, dos abajo, para conservar su vara de mando en Ferraz y dinamitar durante los próximos meses cualquier opción de investidura hasta rearmarse para las siguientes elecciones. El paisaje es bucólico. En plena crisis económica, España estará varios meses con un gobierno en funciones.
Andalucía era la prueba del algodón y Sánchez ha aguantado el tirón sin pisarla. Es un animal político. Se echó la campaña a la espalda después del batacazo del 28M y él solito ha conseguido revertir todas las expectativas, de manera que si hay repetición electoral, él llegará fortalecido pese a haber perdido y Feijóo llegará debilitado aunque haya ganado. La situación recuerda mucho a aquella de Javier Arenas en Andalucía en 2011. Mayoría relativa y fracaso absoluto. Alfonso Guerra anunció hace muchos años que aquí «presentamos a una cabra y gana la cabra». La marea azul en siete de las ocho provincias andaluzas cambia para siempre la foto sociológica de España, sí, nunca antes Andalucía había tenido una incidencia tan importante en el triunfo nacional del PP. Y es verdad también que las tres derrotas seguidas de Juan Espadas obligan al partido a buscarle recambio cuanto antes. De hecho, es posible que los primeros movimientos estén ya en marcha. Pero, al césar lo que es del césar, la jugada de purgar Podemos para poner a Yolanda Díaz a su izquierda y tratar de presentarse como un proyecto nuevo desde la mismísima vicepresidencia le ha servido a Sánchez. Las encuestas vaticinaban que el sanchismo iba a ser depuesto. Pero estas elecciones han demostrado que el socialismo tiene un suelo sólido, que el PSOE es un partido ganador y Sánchez es un líder resistente. Por eso tratará de arrinconar al PP con Vox durante los próximos meses, venderá que ha sido capaz de parar a la ultraderecha y se presentará como un mesías. Ha ganado él, de acuerdo, es un político de raza nos guste más o menos, pero a España, por seguir parafraseando a Guerra, no la va a poder gobernar ni la madre que la parió.
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