Arturo Bernal, consejero de Turismo: «Aceptaremos cualquier decisión consensuada sobre la tasa turística»
El consejero se abre a acordar esta medida con ayuntamientos y empresarios y niega que haya un problema de saturación en las ciudades
Está todavía de mudanza a la Casa Rosa, nueva sede para una consejería que gestiona la llegada de 34 millones de personas al año a Andalucía. Desde su despacho, en cuya mesa de trabajo destaca una fotografía del Gran Poder, puede contemplar los jardines del ... palacete construido en 1894.
-En el plano turístico, este ha sido el año de 'Andalucian crush'. ¿Cómo ha ido la temporada?
-Ha sido una campaña publicitaria excepcional, desde el punto de vista de la creatividad y del sentido de pertenencia que ha provocado en los andaluces. Es la primera vez que se hace algo rompedor, realmente llamativo, y ha tenido mucho impacto. Conjugaba con acierto lo más tradicional con lo más rompedor. Hemos tenido más de 2.800 millones de impactos en el mundo, el 60% de ellos en Estados Unidos, Canadá y en Asia, que es el público que más nos interesa porque es un público con un nivel cultural y de gasto mayor y con una temporalidad en el consumo vacacional diferente de nuestro mercado tradicional, ya que viajan sobre todo en el primer y tercer cuatrimestre del año, que es donde estamos teniendo los más importantes crecimientos; en el segundo cuatrimestre, que se corresponde con la oferta tradicional de sol y playa, tenemos un crecimiento más moderado.
-¿Se está logrando desestacionalizar la demanda, uno de sus grandes objetivos?
-Sí, tanto temporal como territorialmente, y eso es muy importante. El modelo de turismo de masas que heredamos de 40 años de gobierno socialista estaba muy estacionalizado en los meses centrales del año, lo cual provocaba una temporalidad brutal en el empleo y en la intensidad del negocio, de manera que los hoteles cerraban durante el invierno. En los años 80, 90 e incluso 2000 el 80% del empleo en el sector turístico era temporal, con contratos fijos-discontinuos. Este personal trabajaba el resto del año en otros negocios, y eso era peligroso, porque alejaba a profesionales talentosos del sector turístico y los llevaba a la industria, a la agricultura o a otros ámbitos laborales de los que a lo mejor no volvían. Ahora hemos reducido la tasa de temporalidad en el empleo al 23%, un dato que explica el trabajo que estamos haciendo. No solo usamos todo el año, sino todos los territorios. El turismo que viene ahora, atraído por argumentos diferentes a los de sol y playa, busca patrimonio, naturaleza o el acervo cultural, lo que expande la oferta a las comarcas del interior.
-No solo de sol y playa vive el turista…
-Sí, pero no estoy en ningún momento denostando ese modelo. El sol y playa es la madre de nuestro turismo, lo que nos ha hecho famosos y reputados en el mundo, y hace grandes inversiones. Es un turismo muy ligado también al medio natural, que se mantiene gracias a él; probablemente no tendríamos las playas que tenemos de no ser por el turismo. Es nuestro modelo de referencia.
Viviendas turísticas
-Una característica fundamental en este nuevo turismo son las Viviendas de Uso Turístico (VUT), un fenómeno reciente. El índice de ocupación hotelera en agosto subió solo un 0,2% en Andalucía. ¿Ha llegado a su techo el modelo vacacional tradicional en hoteles?
-Es un tema complejo. Hay público para todas las ofertas, para hoteles, para VUT, para cámping… No sé si ha ido usted alguna vez un camping, yo lo he hecho. El alquiler vacacional por días ha existido siempre; yo recuerdo que en la estadística del INE se consignaba una categoría como «alojamiento en casa de familiares y amigos», que era un cajón de sastre donde se incluían alquileres de pocos días. La cuestión es que con las plataformas digitales se ha generado un volumen de negocio que las administraciones tenemos la obligación de ordenar. Cuando digo ordenar quiero decir exactamente eso, ordenar, porque lo que nos interesa del negocio turístico es la calidad del servicio. Nuestro decreto de VUT quiso clarificar el diferente nivel de competencias que teníamos cada uno en este ecosistema de la vivienda turística y darle herramientas a los ayuntamientos para que decidan el modelo de ciudad que quieren en base a su normativa urbanística. A ellos corresponde decidir los barrios en los que quieren viviendas turísticas y en los que no. Las VUT son importantes para las poblaciones del interior que tienen la aspiración de tener turismo y para ello necesitan tener la capacidad de alojar, porque si no se convierten en ciudades de día. La vivienda de uso turístico no es la fuente de todos los males.
-¿Actualmente qué porcentaje de la oferta turística es de hotel y que porcentaje es VUT?
-Hablar en términos generales sería como aquello de la estadística y los pollos. En Málaga o Sevilla la oferta de vivienda turística es aproximadamente como la de los hoteles. Nuestra intención es que toda la oferta esté ordenada, controlada y corresponda a criterios de calidad.
Turismofobia
«En las críticas a la actividad turística hay una proliferación de relatos sin fundamento alguno. La vivienda turística parece la fuente de todos los males, y por derivación, el turismo es malo»
-¿Pero es partidario de limitar ya el número de apartamentos turísticos? El debate está en la opinión pública.
-Pienso que tenemos que ordenarlos. Estamos trabajando por ejemplo con el Ayuntamiento de Sevilla, y gracias a esa colaboración hemos puesto en marcha las primeras desinscripciones de 715 viviendas en la capital. La norma establece que las viviendas tienen que estar en suelo residencial y no terciario, por lo que el Ayuntamiento ha aplicado esta disposición en función de su desarrollo urbanístico.
-¿Es partidario de que además de estos criterios urbanísticos haya una selección por criterio de calidad? Se lo digo porque es relativamente frecuente ver en redes sociales a inquilinos denunciando las condiciones de la vivienda turística en la que se hospedan.
-Curiosamente la anterior normativa, la que aprobó el PSOE en 2016, cuando el fenómeno empezó a surgir, solo procuraba la inscripción, sin ningún otro criterio. El decreto que nosotros aprobamos el año pasado recoge condiciones de habitabilidad y caracterísaticas cualitativas de la vivienda: tiene que tener climatización, medidas antiincendio, elementos que controlen el ruido… También en cuanto al número de personas que pueden habitar en relación al número de dormitorios, o incluso el número de cuartos de baño en relación al número de inquilinos. Son argumentos que tanto la inspección como la ordenación van a tener en cuenta de forma creciente, no solamente en la Ley del Turismo sino en otras normas con rango de ley que se pueden utilizar, al igual que nuevas medidas de control que vamos a incorporar.
-¿Cómo cuales?
-Permítame que no lo adelante, porque si digo 'vamos a hacer esto' todas las viviendas se van a apuntar antes de que lo hagamos. Pero van a ser medidas muy eficaces que nos ayudarán mucho a tener un control real de la vivienda turística que realmente se utiliza. Tenemos el dato de que una gran parte de las viviendas se han registrado 'ad cautelam', es decir, propietarios que se dan de alta en el Registro de Viviendas Turísticas aunque no utilizan su casa como tal, lo hacen para dar un valor añadido a su propiedad o tener la posibilidad de utilizarla algún día. El dato mata al relato, y en las críticas a la actividad turística hay una proliferación de relatos sin fundamento alguno. La vivienda turística parece la fuente de todos los males, y por derivación, el turismo es malo.
-Pero ciertamente la turismofobia es un fenómeno sociológico al alza.
-Me preocupa que no se enfoque el turismo como lo que realmente es. No quiero usar el término turismofobia para no apuntarme a una corriente crítica que es infundada. El turismo es la gran industria que tenemos en Andalucía y no hay otra que la pueda sustituir. Genera unos 26.000 millones de euros y produce un 12% del PIB, en algunas zonas incluso más. Además es transversal, porque no solo alimenta a las actividades de alojamiento, restauración y transporte; beneficia a 76 sectores de actividad. Desde la metalurgia, por la construcción, al comercio minorista o la fabricación de muebles. Mire, la pandemia nos dio el banco de pruebas real de lo que pasaría si no tuviéramos turismo. Hubo empresas agroalimentarias que cerraron o tuvieron que sacrificaron millones de animales. Tenga en cuenta que en Andalucía recibimos 34.200.000 turistas en 2023.
-Pero hay lugares en los que se percibe una saturación que puede molestar a los ciudadanos.
-Cuando hablamos de saturación la gente tiende a mezclar, y dice 'sí, como en Venecia'. Venecia recibió 33 millones de turistas, una sola ciudad en un año: eso es saturación. Recibir en Andalucía, un territorio tan grande como 17 países de la UE, a 34,2 millones de turistas no es saturación, por mucho que haya colas para entrar en el Alcázar o la Catedral. Eso es un análisis tendencioso que nos lleva a un punto de irresponsabilidad, porque genera un estado mental colectivo de que efectivamente esto es malo. Eso es terrible. Lo más curioso es que sean algunos partidos políticos los que han abanderado ese movimiento contra el turismo utilizando argumentos como la saturación, las viviendas turísticas o que no hay vivienda de alquiler para los jóvenes. Vamos a tirar por lo alto: el 4% del parque de viviendas de Andalucía es vivienda turística, y ahí meto la que está inscrita y no se utiliza. ¿Ese 4% puede tener la culpa de que no haya vivienda de alquiler para los jóvenes? No se lo cree nadie.
-En su opinión, se exagera cuando se habla de colapso.
-Reconocemos que hay incomodidades y molestias, situaciones no deseadas que se están empezando a producir. Vamos a tomar medidas. Somos plenamente conscientes de que cualquier actividad económica genera esa externalidades y hay que controlarlas y minimizarlas. Pero de ahí a que el turismo sea la fuente de todos los males, me parece una irresponsabilidad. ¿Estamos rematadamente mal? Lo niego. ¿Estamos mal? Lo niego. ¿Hay elementos que si no les ponemos coto podemos llegar a algo peor? Sí. Esos elementos son los que tenemos que controlar.
-¿Qué piensa del registro de viajeros que ha impuesto el Ministerio de Interior?
-La contestación la ha hecho el propio sector, no hemos tenido ni que alzar la voz. Ni es viable desde el punto de vista de la protección de datos ni es un paso adelante en el control de los viajeros. Tenemos otras herramientas para ese tipo de cuestiones, es una ocurrencia de Grande-Marlaska. Estas cosas merecen respeto al sector.
Tasa turística
-¿Por qué está en contra de la tasa turística?
-Vamos a ver. Los alcaldes de las principales ciudades con los que tengo contacto, entre ellos de ciudades medias, estamos de acuerdo en que los ayuntamientos están infrafinanciados. Absolutamente. Es un problema estructural, heredado del proceso de descentralización que trajo la democracia. Es la administración que tiene más competencias, la más cercana al ciudadano, y con menos fondos. Los ayuntamientos y los alcaldes que tienen la obligación de prestar servicios públicos dicen 'vamos a buscarnos la vida'. Es lógico que piensen que la salida de un impuesto al turismo sea una solución. Creo que porque los turistas paguen uno, dos, tres o cinco euros no va a perjudicar al turismo, sobre todo porque en ciudades como Sevilla, Málaga, Granada o Córdoba la motivación del visitante es cultural, y vas a ir sí o sí. El problema está en la capacidad técnica real de poner un tributo al turismo.
-¿Su objeción es solo técnica?
-Absolutamente técnica. Mire, cuando el alcalde de Sevilla era Juan Espadas decía que la solución para ingresar la tasa turística era utilizar la única herramienta existente en la regulación tributaria en España para eso, que es la Ley de Haciendas Locales, que recoge todas las figuras impositivas -tasas contribuciones especiales e impuestos- que los ayuntamientos pueden cobrar directamente, sin depender de la administración autonómica o del Estado. Un ayuntamiento tiene cinco fuentes de ingresos: la Participación en los Impuestos del Estado (PIE), la participación en los tributos autonómicos (Patrica), los convenios urbanísticos, las tasas e impuestos propios y las multas y sanciones. La Patrica estuvo congelada en Andalucía desde 2012 hasta 2019, y con el gobierno de Juanma Moreno ha iodo creciendo a razón de diez millones de euros anuales. En Turismo hemos repartido en tres años 250 millones de euros a los ayuntamientos en tres líneas de actuación: planes de sostenibilidad turística en destino, municipios turísticos y los planes turísticos de grandes ciudades. Turismo está mejorando la financiación de los municipios. Esto es un problema de qué herramienta se debe utilizar y quién la tiene. Si Juan Espadas e incluso el consejero de Turismo de entonces decían que debían ser los ayuntamientos a través de la FAMP quienes promovieran con el Gobierno central una modificación de la Ley de Haciendas Locales que permitiera establecer un nuevo impuesto para que el turismo dejase sus beneficios a las ciudades, ¿por qué ahora han cambiado de opinión?
-En Baleares sí hay tasa turística. ¿No ve ese modelo trasladable a Andalucía?
-Hay un impuesto autonómico, al igual que en Cataluña, y hay problemas con el reparto porque no hay una conexión entre la tributación autonómica y la tributación local. Ese modelo no lo veo trasladable a Andalucia, básicamente porque la filosofía de un gobierno liberal como el que hay en Andalucía ha conseguido, después de seis bajadas consecutivas de impuestos, disponer de mucho más ingresos tributarios ampliando la base de tributación, con más contribuyentes que pagan menos. Hemos hecho ese ejercicio con éxito, porque el resultado ha sido recaudar millones de euros más. Lo que debe cambiar es el modelo de financiación, como ha pedido el presidente Juanma Moreno a Pedro Sánchez en su reciente reunión de la Moncloa. Una cosa es la Ley de Haciendas Locales como vehículo técnico-jurídico para que se ponga un impuesto que directamente puedan cobrar los ayuntamientos, en este caso el impuesto al turismo, y el Estado debe ser abierto, porque si no da dinero por la PIE tiene que dar la posibilidad de que los ayuntamientos lo cobren. Los ayuntamientos cobran el IAE, el IBI, el IBTM…. Son impuestos municipales que no los crean los ayuntamientos, los crea el Estado para que los ayuntamientos lo piuedan cobrar. Eso es una cosa y otra el modelo de financiación local.
Tasa turística
«Aceptaremos cualquier solución consensuada sobre la tasa turística. Lo que sí que pido es que haya un análisis sosegado y riguroso, y que no estemos al albur de la primera ocurrencia»
-¿Mantiene su frase de que mientras sea consejero no habrá tasa turística?
-Nos hemos dado un nuevo foro para actuar que es el Observatorio de la Sostenibilidad Turística Local, en el que la FAMP, los empresarios y nosotros trabajamos para dar una solución a estas situaciones que afectan a la sostenibilidad del turismo. Cualquier solución que salga consensuada de ese foro será aceptada no solamente por este consejero sino por el Gobierno de la Junta de Andalucía. Lo que sí que pido es que haya un análisis sosegado y riguroso, y que no estemos al albur de la primera ocurrencia.
-Otra cuestión polémica es el cobro de entradas en museos y monumentos, una iniciativa de la que fue su Consejería en la que se ha dado marcha atrás. ¿Que opinión tiene al respecto?
-Bueno, yo fui consejero de Turismo, Cultura y Deporte, y en la parte de Cultura entendíamos que era un elemento necesario. Hubo un intento previo antes de la pandemia que no se llegó a desarrollar, luego se produjo el cambio de gobierno y cuando me hice cargo del área de Cultura retomamos aquella idea y reformamos algunas cuestiones que tenían que ver con tramos y exenciones a determinados colectivos. Queríamos garantizar también que los andaluces pudieran visitar os museos gratuitamente. Pero filosóficamente hay una idea clave, y es que lo que no tiene un coste no se valora. Por otro lado, parece razonable que si estamos prestando un servicio cultural establezcamos una tasa por la prestación de ese servicio. Esa es la diferencia con la tasa turística. ¿La tasa turística se cobra en base a qué? ¿Cuál es el servicio que estás prestando para poder cobrar una tasa?
-Bueno, en turismo sería en realidad un impuesto.
-Los impuestos se cobran por una cuestión objetiva, porque se pone de manifiesto una capacidad económica: si con mi acción genero una mayor capacidad económica que mi vecino, yo pago el impuesto y mi vecino no. Si cobras una herencia o una renta, lo pagas. Pero la tasa turística… o prestamos un servicio o no podemos cobrarlo. Puede parecer una incoherencia que yo defienda cobrar una tasa por entrar en museos y enclaves y no la tasa turística, pero no lo es. Hay una prestación de servicio, y además todos, andaluces y foráneos, debemos tener claro que el mantenimiento de ese patrimonio es responsabilidad de todos. Estamos hablando de precios pequeños, cuatro o seis euros. Me parece poco, porque es injusto que entrar en el Museo del Prado cueste la entrada 18 euros y en del Bellas Artes de Sevilla costará seis. Con el tiempo tendríamos que equiparar estos precios a nivel nacional, pero bueno, eso es una responsabilidad que le toca a la consejera de Cultura que lo hará muy bien porque ella está muy conectada con el mundo cultural y ya ha tenido antes esta competencia.
-¿Es partidario del cierre de la Plaza de España que ha anunciado el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz?
-El alcalde plantea el cobro de una tasa, porque es un espacio público que requiere un mantenimiento. Sí que soy partidario.
-Dígame la verdad, ¿se quitó un peso de encima cuando le quitaron Cultura?
-No, no lo siento así. Esos dos años en los que fui consejero de Cultura para mí fueron una maravilla. Y eso que no era mi campo, yo había en Hacienda y Turismo.
-¿No se sintió como un pulpo en un garaje?
-No, porque creo que lo que hacía falta en la Cultura era gestión. Primero conocer bien las demandas del sector, y para eso nos reunimos e hicimos un libro blanco de las necesidades del sector y planteamos una estrategia que tenía, en mi opinión acertadamente, dos grandes vías: la primera, la capilaridad, porque había que llevar la Cultura a toda la región, y no solo a las grandes capitales. Y la segunda un mayor apoyo a los nuevos creadores y a la cultura contemporánea y creo que ahí también mejoramos. Fue una etapa polémica porque hice cambios; cuando uno quiere que las cosas se hagan de otra manera tiene que cambiar. Había que señalar los elementos críticos del sistema y generar un cambio. Un nuevo gestor trae nuevos proyectos, nueva visión, y es capaz de implementar nuevas estrategias. Lo hemos visto en el Centro de Arte Contemporáneo, donde el cambio ha sido espectacular; en el Centro Andaluz de las Letras, en el Centro Andaluz de la Fotografía o en la propia Agencia de Instituciones Culturales, donde modificamos la estructura de funcionamiento. El cambio hacia falta, aunque los cambios son incómodos porque supone mover personas. Lo que le hace falta a la política en general es gestión. Es obvio que en el Turismo me muevo con más soltura que en la Cultura, pero la echo de menos. Aunque estoy tranquilo porque ahora hay una gran consejera que lo hará muy bien.
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