habla tras dejar la presidencia de Madrid
Esperanza Aguirre: «Nunca he tenido tiempo para cuidarme y lo voy a hacer ahora»
La expresidenta madrileña, desde su retiro ibicenco, y sus dos hijos relatan a ABC cuál era el anhelo de toda la familia desde hace años: la retirada de la política
«Me he venido a Ibiza a pasar unos días, con dos amigas », confesó Esperanza Aguirre a ABC, el pasado jueves desde la isla Pitiusa, apenas 48 horas después de haberle presentado su dimisión a Rajoy como presidenta de la Comunidad de Madrid.
Nos preguntábamos cómo iba a ser el día después de este animal político por excelencia, al que Pedro Schwartz tuvo que convencer hace tres décadas para que se uniera a la recién creada Unión Liberal. Por entonces, Esperanza era subdirectora general de Fundaciones en el Ministerio de Cultura, había pedido reducción de jornada, por tener dos hijos menores de seis años. Su situación laboral era cómoda y estable, pero fue su intuición la que le animó a dar el paso: «Por qué no iba a aceptar la posibilidad de ser concejal del Ayuntamiento de Madrid si había tortas por llegar a serlo -confiesa-. Pensé que algo bueno tenía que tener si la gente se mataba por conseguirlo ». Desde el principio, se lo planteó como algo temporal y no abandonó el Ministerio hasta que, seis meses después de ser elegida concejal, en septiembre del 83, solicitó la excedencia. Por eso, cuando ahora le preguntamos qué es lo primero que va a hacer a su regreso de Ibiza, nos responde rotunda: «Me reincorporo al Ministerio de Turismo», como si, después de 30 años en primera línea de responsabilidad política, éste fuese su destino natural.
Sin embargo, no siempre ha pensado Esperanza Aguirre en volver a la Administración, una vez dejara la política . Ella, que reconoce que como todos los matrimonios el suyo también ha pasado por momentos de dificultad, contemplaba hasta no hace mucho otra idea bien distinta: poner en marcha una consultoría matrimonial. ¡Como lo oyen!
«Lo primero que voy a hacer será incorporarme al Ministerio de Turismo»
Tania Linares, una de sus grandes amigas del colegio de La Asunción, recuerda que «en una ocasión Espe estaba muy preocupada. Sus hermanas se habían separado y ella se negaba a que su matrimonio fracasase: A mí esto no me va a pasar -me decía-. Hay muchos casos en los que la gente se separa por falta de comunicación y porque no han trabajado bien la relación de pareja y yo lo voy a hacer. Y puso todo lo que estaba de su parte y consiguió salvar su matrimonio. Y es que Esperanza da mucha importancia a la familia -continúa Tania-; de hecho, planeamos poner un despacho matrimonialista juntas cuando ella dejara la política». Esperanza lo aclaraba un poco más en su biografía La Presidenta: «Lo que realmente me divierte es ser marriage counceler (consejera matrimonial) para que la gente trabaje su relación y no se vaya a pique. En el despacho estaríamos: en un lado Vicky Botas, la mujer del doctor Luis Fernández de la Vega -el oculista de Oviedo-y yo. Y en el otro, por si no logramos los arreglos, Tania los divorciaría (…) Cuando empecé a dedicarme de lleno a la política, Fernando lo llevó con altibajos, y en algún momento mal. Pero las crisis, con pico y pala, se superan».
Lo primero, la familia
Que Aguirre quiere dedicar más atención a sus amigos y a su familia lo ha dicho en su despedida. Muchos no la han creído y buscan claves políticas que justifiquen su decisión. Pero, aunque todo suma, se equivocan en gran parte.
Ana de Felipe -como Tania, compañera de clase de La Asunción- asegura que Esperanza no sabe estar un minuto sin hacer nada y comenta: «Ya en el colegio hicimos un grupo con el que nos seguimos viendo con cierta frecuencia: Inés Figar, Pilar Areitio, Concha Galatas, Isabel Albert, Esther Fontán, Make Aguirre, Pilar Arango, Luz Quintana... De hecho, nos seguimos reuniendo cada dos meses, más o menos, y una vez al año nos vamos todas juntas a pasar un fin de semana a algún sitio. Siempre que puede Espe se apunta». Sin duda, a partir de ahora, no fallará.
«Hace años planeamos poner un despacho matrimonialista»
Estos días en Ibiza, con sus inseparables Ipad y Iphone en ristre, lo primero que ha hecho ha sido responder a todas y cada una de las muestras de apoyo que ha recibido, tras anunciar su dimisión. Y es que Esperanza Aguirre siempre busca un hueco para contestar cuantas llamadas, cartas, sms y mails recibe, además de ser una reconocida adicta al teléfono móvil. El menor de sus dos hijos, Álvaro, recuerda que en los tiempos en los que él vivía en casa de sus padres, «cuando se ponía el pinganillo ese que descubrió para el oído, había veces que no sabías si estaba hablando contigo o no. Al final te dabas cuenta de que, cuando había duda, estaba hablando con otro».
Estas tres décadas no siempre han sido fáciles para la familia de Esperanza . Casi 30 años después de ser elegida concejal asegura: «La política es muy dura, pero sobre todo para la familia y los amigos, porque los políticos ya sabemos que estamos sometidos a la crítica continua». Y es que, hasta que fue nombrada ministra de Educación y Cultura, en 1996, todo marchaba bien. Sus hijos, que colaboraron en la biografía de su madre, no entienden muy bien por qué la gente piensa que, cuando eran pequeños, ella estaba todo el día trabajando fuera de casa y era su padre quien les atendía: «Mi padre ha trabajado siempre en el campo con horarios peores que los de mi madre hasta que fue ministra. Yo la recuerdo esperándome en la puerta del colegio y, a veces, la pobre se eternizaba porque me retrasaba un montón. (…) Después, mi padre llevó bastante mal su intensa agenda cuando fue creciendo su actividad política. Pero creo que, con el tiempo, se ha ido acostumbrando y, a veces, si no puede acompañarla a un acto desde el principio, va después a recogerla», asegura Fernando.
Desde que fue ministra
Álvaro, a su vez, ve a su madre «como una mujer muy fuerte, resistente, divertida, cariñosa y muy simpática (…) Hasta que llegó al Ministerio éramos una familia normal. De repente, la cosa cambió. Fue un poco de shock, de pronto estaba en todos los periódicos, en todos los informativos, empezaron incluso a manifestarse en la puerta de casa… Fue jodido, sí. Al principio, un horror; pero luego nos acostumbramos y pensamos que todo esto iba a ser pasajero».
Esperanza, que a segura que no tiene «más remedio que estar orgullosa de mis dos hijos» , siempre ha reconocido que su marido es mucho mejor educador que ella y «el gran sacrificado de mi biografía política. Su discreción, su mesura y su buen sentido son para mí una referencia constante. Pero sobre todo, siempre le tendré que agradecer su infinita paciencia, su constante comprensión y el apoyo incondicional con que me acompaña».
Cuando en las elecciones autonómicas de 2003 el PP se quedó a un escaño de la mayoría absoluta, Álvaro reconoce que se dijo para sus adentros: «¡Por fin!». «Mi padre estaba relativamente contento -dice- pero luego, pasó lo que pasó (el tamayazo). Posiblemente, fuera de la política mi madre se hubiera ganado la vida mejor y hubiera conseguido estar más descansada, con menos estrés. De hecho, todos quisimos creer que algún día se retiraría muy contenta».
«¡Por fin!»
A Esperanza Aguirre, que de niña padeció la escarlatina tres veces y su caso fue estudiado en un congreso de Medicina, ni siquiera le paró el cáncer de pecho que le diagnosticaron en febrero del año pasado. Desde entonces y durante cinco años tiene que medicarse diariamente. Su familia y sus amigos trataron sin éxito de convencerla para que abandonara su actividad política .
Pero el «¡Por fin!» de su hijo Álvaro ya ha llegado. El «día después» para Esperanza Aguirre ha empezado en Ibiza y seguirá, en breve, en su nuevo destino al frente de Turespaña, con mucho más tiempo que dedicar a su familia (el tercer nieto está en camino); y seguro que continuará dándonos titulares a los periodistas cada vez que coincidamos con ella en algún acto o nos conceda una entrevista. Y cuando, finalmente, le preguntamos en su retiro ibicenco por su asignatura pendiente estos últimos años, no duda en responder: «Nunca he tenido tiempo para cuidarme y lo voy a hacer ahora».
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