La vida del diputado Teo, aislado en su despacho del Congreso
El ex secretario general del PP se deja ver de forma fugaz a la hora de votar, mientras pasa las horas ante su mesa de trabajo y trata de limpiar su imagen interna
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El diputado Teo entra veloz al patio del Congreso , móvil en la oreja, inmerso en una aparente conversación. Llega solo, nadie le está esperando, y si algún periodista se le acerca, señala su teléfono a modo de excusa y sale pitando ... hacia el edificio de ampliación de la Carrera de San Jerónimo, donde tiene su despacho en la quinta planta, como un diputado más del Grupo Popular . O casi, porque Teodoro García Egea sigue conservando algún privilegio de su época de secretario general , como su despacho doble, más espacioso que el de sus compañeros de planta. Se lo adjudicó en su época de 'numero dos' del PP, cuando descartó ocupar una estancia en la planta 'noble' de su grupo parlamentario, al otro lado del túnel del Parlamento, y optó por quedarse con el resto de los diputados populares. Eso sí, con un despacho el doble de grande, no tanto como el que tenía en Génova, pero con un espacio suficiente para recibir visitas en condiciones, algo que en esa planta, donde todo y todos están apretados, vale su precio en oro.
ABC intenta saludar al diputado Teo cuando entra a toda velocidad en el patio de Floridablanca, desde la calle de Zorrilla. Pero la excusa del móvil es perfecta. Sin detenerse, hace un gesto de imposibilidad, asiente levemente cuando se le emplaza a hablar después y sin pararse un segundo sigue rápido su camino hacia el despacho. La conversación no llega nunca, a pesar de los mensajes que este periódico le envía para tratar de ponerse en contacto con el que fuera todopoderoso número dos del PP y mano derecha, incluso izquierda, de Pablo Casado , hace solo dos meses y medio. El tiempo vuela, y los populares se han dado prisa por correr un tupido velo sobre una etapa que quieren olvidar, pero que aparece de forma fantasmal por los pasillos del Congreso cuando se cruzan con su antiguo jefe.
En cuanto dejó la secretaría general del PP, la dirección del Grupo Popular le situó en la cuarta fila del hemiciclo, quinta si se cuenta la bancada del Gobierno, entre Eloy Suárez y Rosa Romero, a tres asientos de Cayetana Álvarez de Toledo , una de sus enemigas más feroces dentro de su partido, como quedó bien reflejado en el libro de la exportavoz de los populares en el Congreso, donde denunció con detalle y saña la 'Teocracia' que dominaba el partido.
García Egea ocupa su escaño solo en el momento de las votaciones. Cuando la presidenta de la Cámara llama a votación, con esa sirena inquietante que llega hasta el parking de la Plaza de las Cortes, una riada de diputados entran en el hemiciclo procedentes de cualquier lugar, y entre ellos está Teo, que saluda a sus compañeros con una sonrisa y a veces con alguna broma, para quitar hierro a la situación incómoda y violenta que se origina en las filas del Grupo Popular . La rebelión interna en este grupo, sobre todo desde su dirección, fue determinante para su caída y la de Casado, en aquellos días convulsos de febrero.
Hay diputados que no le dirigen la palabra, la relación y la comunicación están rotas, sin vuelta atrás. «Si está aislado, él se lo ha buscado», comenta uno de ellos. Otros, la mayoría, mantienen la relación cortés: hola, Teo, cómo estás, y poco más. Y queda un reducido grupo de diputados, muy fieles en su día, con los que mantiene una relación más estrecha y de confianza, y entre ellos se encuentra Alberto Casero , sentado una fila por debajo de él.
Bromas y cafés
«Teo trata de ser simpático y cuando nos saluda intenta gastar alguna broma para quitar hierro a la situación incómoda, pero por dentro tiene que estar mal y se le nota», aventura uno de sus compañeros. Apenas hace vida social con sus colegas de grupo parlamentario. A veces sí se le ve compartiendo un café en la cafetería del hemiciclo , charlando con quien esté, a la espera de una votación. Pero, según comentan los diputados, ahí se queda la relación social. Muy disciplinado, acude de forma presencial a todas las votaciones. Si no lo hace sabe que hay sanción. Bromea con algún diputado de la fila de abajo y cuando se levanta la sesión vuelve a salir escopetado.
En el congreso de Sevilla del PP decidió no estar, pese a ser compromisario nato, para evitar situaciones comprometidas. En estas últimas semanas trata de lavar su imagen dentro del partido, quizás para borrar el papel de 'poli malo' que, como secretario general, le tocó desempeñar durante casi cuatro años. Como número dos, se creó mucha animadversión interna, que luego fluyó a borbotones en el momento de su caída. Ahora, en los territorios no es raro recibir su llamada, cuando sabe que alguien atraviesa una situación complicada o para felicitar por algún éxito. Cuando Mañueco tomó posesión como presidente de Castilla y León , tras sellar la coalición con Vo x , no dudó en darle un telefonazo ese mismo día, en el que la ausencia de Feijóo había sido noticia, para felicitarle e interesarse por los detalles del acuerdo con Vox y las cesiones que hubo que hacer. El saludo de Teo suele ser campechano: «¿Qué tal, líder?», y su respuesta de vuelta también: «A tope».
Sus 'vecinos' de la quinta planta del Congreso comentan que apenas sale de su despacho. Allí pasa horas y horas, convertido en su lugar principal de trabajo. García Egea, diputado por Murcia , sigue instalado en Madrid junto a su familia, aunque en ocasiones se deja ver en algún que otro acto en su circunscripción. La semana pasada reapareció en Murcia, en la puesta de largo de la Cátedra Internacional de la Empresa Familia UCAM-Amefmur, en el Monasterio de los Jerónimos, donde fue invitado con Elvira Rodríguez , junto al presidente de Renault España. Rápidamente, García Egea colgó la foto en un grupo de Whatsapp de los populares.
¿Qué hace tantas horas en su despacho del Congreso? Es un misterio incluso para sus propios compañeros de filas. «¿Por qué sigue Teo en su escaño? No lo sabemos y algunos no lo podemos comprender», confiesa uno de ellos. García Egea no tiene asignada ahora mismo ninguna función específica, a la espera de que Feijóo decida una reorganización del grupo, para lo que no parece tener ninguna prisa. Después de salir de la secretaría general, se quedó como diputado raso, sin responsabilidades en ninguna comisión. Sigue siendo vocal de la Diputación Permanente , y desde su pérdida de galones no se le conoce ninguna iniciativa parlamentaria. En el pleno del 23 de febrero, tenía registrada su última pregunta, como secretario general, dirigida a la vicepresidenta Yolanda Díaz : «¿Considera la vicepresidenta segunda que este Gobierno defiende adecuadamente los derechos de los autónomos?» No la llegó a pronunciar porque dimitió la tarde anterior.
Su última intervención fue así la del 16 de febrero, con otra pregunta oral dirigida a Díaz: «¿Comparte la subida de impuestos propuesta para los trabajadores?» Estas fueron sus últimas palabras, hasta ahora, en el Pleno: «Señora Díaz, su credibilidad se desploma y la del Gobierno también. Ese es el efecto Yolanda Díaz». La vicepresidenta, en su réplica, contraatacó: «Señor García Egea, usted parece que es bastante poco serio y juega con la vida de la gente». Solo unas horas después, estallaría la gran crisis del PP, y en menos de una semana tanto él como Casado quedarían laminados en el partido.
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