«Tenemos dos ofertas: una de los talibanes afganos y otra de un grupo paramilitar iraní»
Los dos últimos detenidos de la operación Yakir negociaron la venta de 15 toneladas de un precursor de explosivos

«Joder, llevo un año esperándoos». Así recibió Claudio Cuss en su piso de Poblenou (Barcelona) al puñado de agentes que entraron en su casa a detenerlo el pasado 20 de abril. Sabía que estaban tras sus pasos porque en noviembre de 2020 ya ... habían caído sus jefes, acusados de dirigir una trama internacional de tráfico ilegal de armamento pesado -la mayor descubierta no solo en España, sino también en Europa-, cuyo material bélico acababa en manos de los 'señores de la guerra' en África. Claudio, brasileño con pasaporte holandés y residente en España hace unos quince años, era supuestamente el conseguidor de la red. Tras la entrada en prisión de su jefe, el letón Aleksejs Dircenko, de 61 años, al parecer perdió su empleo en la empresa. Dircenko quedó en libertad provisional el pasado diciembre.
Junto a Cuss fue arrestado el letón Sergeig Gurzius, el director financiero de la naviera involucrada en la operación Yakir . Los agentes lo detuvieron en el ático de lujo de Masnou en el que vive de alquiler. Ambos quedaron en libertad; se les retiró el pasaporte y tienen que comparecer en el juzgado cada quince días. Se ha solicitado además el bloqueo de sus cuentas.
Según las investigaciones, Cuss y Gurzius participaron en las negociaciones para vender 15.000 toneladas métricas de fertilizante en Irán y Afganistán con un valor de 2,6 millones de dólares . La mercancía que movieron -nitrato de amonio- iba repartida en 243.000 sacos que cargaron en dos puertos chinos. El nitrato de amonio, es un precursor de explosivos y ha sido utilizado muchas veces por los talibanes para confeccionar artefactos caseros que, hay que recordar, han causado muchísimas víctimas, entre ellas soldados españoles.
¿Pero de quién era esa inquietante carga y quién la compró? Tras la detenciones en la primera fase de la operación Yakir de Dircenko y su antiguo socio Viktor Murenko, entre otros, los investigadores intervinieron numerosa documentación, en papel y en soporte informático. Gracias al análisis de ese material lograron rescatar conversaciones y documentos inequívocos sobre esa venta masiva de fertilizante.
La oferta: 2,1 millones la más alta
En una de esas conversaciones entre Dircenko y Claudio Cuss, su jefe de operaciones que en ese momento (2011) estaba en Irán, este último le explica las dos ofertas que tienen por la venta, una vez que el barco ha llegado a ese país. Los dos posibles compradores son: talibanes afganos, con los que ya han contactado y que les ofrecen 2,1 millones de dólares y la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, un grupo paramilitar considerado también organización terrorista. La oferta de estos últimos era de 1,5 millones.
La organización necesitaba vender esa carga que ya les había causado un enorme agujero. La mercancía llevaba un año cargada en el barco vagando porque quienes les habían contratado como transportistas no les pagaron. Un arbitraje en Reino Unido decidió que les otorgaba la carga, pero carecían de documentación sobre la composición de esos fertilizantes. Finalmente, lograron, no se sabe bien cómo, los papeles que necesitaban y se dispusieron a negociar.
Negociar ya es delito
Los investigadores recuerdan que la mera negociación con organizaciones terroristas es delito, aunque no se culmine la venta como sí parece que ocurrió en esta ocasión. Cuss tras exponerle vía Skype las dos opciones a su jefe, que estaba en Barcelona, le pregunta qué hacer. «Depende de ti, prefiero el que más pague. Tiene más riesgo pero más retorno». Talibanes o paramilitares. Le valía cualquiera.
No vendieron el pack completo. Hay constancia de que colocaron 2.000 toneladas métricas por las que recibieron 180.000 dólares, según la documentación intervenida. Gurzius, el director financiero al parecer al mando de las estructuras societarias de blanqueo del conglomerado de empresas domiciliadas en paraísos fiscales, confirmó el pago. Ninguno ha declarado. Sostienen que son meros fletadores y no guardan relación con la carga, ni con la del fertilizante ni con las armas pesadas de cuyo tráfico se les acusa.
La ONU cita la operación Yakir como ejemplo de la forma de hacer aflorar el tráfico de armas a través del recorrido del dinero. Servicios de Inteligencia e Información de medio mundo se han interesado por esta investigación, con conexiones internacionales inquietantes. El caso avanza en la Audiencia Nacional con muchas dificultades, al ser una instrucción muy compleja. Varios investigadores han sido denunciados por los sospechosos.
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