Curri Valenzuela
Soria, Soraya y la mano negra
En las sedes de los partidos de oposición se habla de corrupción y crisis del Gobierno en funciones; en los mentideros madrileños, de la mano negra que ha mecido la cuna de José Manuel Soria y el papel que ha podido jugar Soraya Sáenz de Santamaría en la forma de expulsarle por la puerta de atrás del Ejecutivo.
Cierto es que no hay un alma ni en el Gobierno ni en el partido que haya defendido al ex ministro después de que se demostrara que había ocultado su responsabilidad en una empresa con domicilio en Jersey y que en ambos lugares se ha respirado con tranquilidad ante el rápido desenlace de una crisis inoportunamente surgida a comienzos de la nueva campaña electoral.
Varios de sus colegas que le defendieron en un primer momento (Luis de Guindos, José Manuel García Margallo, Jorge Fernández Díaz, Rafael Catalá) dejaron de hacerlo en cuanto comprobaron que su amigo se había metido en un callejón sin salida por su pésima gestión del escándalo. Pero de ahí a las malas maneras con las que Soraya Sáez de Santamaría despachó su salida del Gobierno media un trecho más largo aún del que han separado a los dos sectores enfrentados dentro del ejecutivo de Rajoy, el dirigido por la vicepresidenta y el de G-6 en el que Soria desempeñaba un papel destacado.
«No se puede estar en el Gobierno y en paraísos fiscales», fue la frase pronunciada el viernes por Cristóbal Montoro a petición de la vicepresidenta para dar pie a que esta rematara la intervención con un «me sumo a estas palabras del ministro de Hacienda». Una puñalada dialéctica que está fuera de la realidad porque Soria no figuraba en un paraíso fiscal mientras estuvo en el Gobierno
Como titular de Industria, Soria tenía competencias de telecomunicaciones con las que chocó con la Portavoz del Gobierno en temas audiovisuales. Para colmo, recientemente su nombre había sonado como posible sucesor de Rajoy en la presidencia del PP. Y puesto que los medios de comunicación más críticos con Soria desde que su nombre apareció en los papeles de Panamá han sido los que más directamente controla Soraya Sáenz de Santamaría es lógico que en el entorno del ministro dimitido se quiera atribuir a esta el papel de mala de su película. No hizo falta. Fue la del propio Soria la mano negra que acabó consigo mismo, aunque su adversaria no se haya molestado en disimular que se alegra de lo sucedido.
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