De Vergès a Schmitt
Torra aprovechó para desacreditar a la Justicia y cuestionar los fundamentos del Estado
La intervención de ayer en el Supremo de Gonzalo Boye, el defensor de Quim Torra, fue eminentemente técnica. Hizo de entrada una declaración de confianza en la independencia del Tribunal y luego se enfrascó en una argumentación estrictamente jurídica, aunque reprochó parcialidad al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y a la Junta Electoral Central. ... Pero no salió de sus labios ningún exabrupto ni eslogan.
Quim Torra, sentado en la primera fila de una sala semivacía, no hizo ni el menor gesto ni comentario mientras Boye se dirigía a los cinco magistrados. Al final de la vista, abandonó Las Salesas para comparecer ante los medios. El fondo y la forma variaron sensiblemente porque el presidente de la Generalitat aseguró que su enjuiciamiento resulta «una venganza» , que esta causa es «aberrante y esperpéntica» e insistió en el consabido soniquete de que el Estado español no es democrático. También dejo claro que no piensa dimitir ni convocar elecciones.
Es muy posible que Boye y Torra concertaran previamente esa estrategia de poner una vela a Dios y otra al diablo. Pero lo cierto es que el dirigente político siguió una filosofía muy similar a la de Junqueras, Sánchez, Romeva, Cuixart, Turull y otros condenados en el juicio del procés que se desarrolló el año pasado en el mismo escenario.
Lo que intentó ayer Torra fue reproducir la estrategia teorizada por el letrado francés Jacques Vergès , defensor de Carlos «El Chacal», Klaus Barbie y Milosevic, más conocido por «El abogado del diablo». Vergès, fallecido en 2013, escribió un libro titulado «De la stratégie judiciare», publicado en 1968.
Vergès, que se ganó una polémica fama al representar a una terrorista argelina que había cometido varios atentados, sostenía que hay dos tipos de defensas: la que acepta previamente la legitimidad del tribunal, como ejemplificó ayer Boye, y la que aprovecha el proceso para desacreditar a la Justicia y cuestionar los fundamentos del Estado. Esta fue la forma de proceder de Torra.
El abogado francés apuntaba en su libro que la composición de un tribunal siempre expresa unas relaciones de poder y que, por ello, cualquier juicio es una oportunidad única para cuestionar el sistema. Esta concepción la llevó al extremo al defender a Barbie, responsable de crímenes en el Holocausto. Pidió su absolución porque, según su argumentación, el dirigente nazi se limitó a cumplir las leyes vigentes en el Reich.
Naturalmente Torra nada tiene que ver con esas prácticas criminales, pero sus manifestaciones obedecen a la misma lógica que la de Vergès. Se coloca por encima de la ley, justifica su desobediencia por un mandato político y niega la autoridad al Supremo y la Junta Electoral Central para sancionarle porque estaba ejerciendo un derecho.
En suma, se puede desobedecer a un juez y torcer la legalidad constitucional si se tiene el suficiente apoyo en las urnas. La voluntad del pueblo legitima para cualquier acción al caudillo, Carl Schmitt dixit. ¿No era ése también el discurso de Hitler?.
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