El payaso y la filósofa
Garcés se superó al decir que tenía fiebre el día de la consulta y que, por consiguiente, «alucinó» con las cargas policiales

El payaso expresa con sus gestos la misma perplejidad que el filósofo enuncia con sus pensamientos. Lo dice María Zambrano en un magistral ensayo, titulado «El payaso y la filosofía» , en el que describe la profunda afinidad entre el oficio de hacer ... reír y el de pensar. No en vano ya Nietzsche subrayó que «todo lo profundo lleva una máscara».
Cualquier observador de la sesión de ayer en el Supremo quedaría sorprendido por el carácter premonitorio del trabajo de María Zambrano porque la declaración de Marina Garcés , profesora de Filosofía, se inscribió en el terreno de la risa y la provocación mientras que la comparecencia de Jordi Pesarrodona , payaso y concejal de ERC, adquirió tintes metafísicos, dignos de un pensador trágico.
Al ser preguntada por Marchena sobre su relación con Jordi Cuixart , la filósofa respondió: «Tenemos un café pendiente desde hace un año y medio». No está mal como chiste, pero luego Garcés se superó al decir que tenía fiebre el día de la consulta y que, por consiguiente, «alucinó» con las cargas policiales. En lugar de escribir sobre Merleau-Ponty , esta mujer debería dedicarse a hacer reír al público. De lo cómico a lo dramático, el payaso Pesarrodona aseguró que ha sufrido «amenazas de muerte», denunció la opresión en la que vive el pueblo catalán y calificó de «ocupación» el registro judicial de la consejería de Economía.
Uno de los episodios más surrealistas de este juicio fue cuando Marchena le preguntó al angustiado payaso qué llevaba en las manos cuando estaba declarando. Pesarrodona mostró que las tenía vacías, pero es que había entrado a la sala con una nariz roja de clown que no se atrevió a ponerse . El que sí se atrevió a desafiar a la autoridad del tribunal fue el letrado Benet Salellas, dirigente de la CUP, que se enfrentó con Marchena al que acusó de vulnerar los derechos de los inculpados y tener un doble rasero con los testigos independentistas. El abogado Lluís Matamala también provocó un incidente con el magistrado al empeñarse en declarar en catalán, lo cual le valió una severa reprimenda del presidente de la Sala que tuvo que recordarle lo que establece la ley.
La de ayer fue la sesión más áspera y bronca desde el comienzo del proceso con frecuentes salidas de tono de los testigos, que intentaron convertir su citación en el Supremo en un alegato político. Marchena no lo permitió, pero es evidente que las defensas pretenden preconstituir un motivo para recurrir en Estrasburgo una eventual sentencia adversa con el argumento de la parcialidad del tribunal. Esa es la razón por la que en los últimos días han intensificado los choques con los jueces. «Quieren coaccionarnos» , le comentó Salellas a un acompañante en la calle.
Y es que el mundo del independentismo, que sabe que puede perder la batalla judicial, quiere ganar la guerra de la opinión pública. Y en este contexto hay que interpretar las comparecencias del payaso y la filósofa, encaminadas a escenificar un relato que conecta con las emociones que tan bien manipulan.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete