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25 años del atentado de hipercor

Los asesinos de Barcelona: negociar sobre 21 cadáveres

La matanza de Hipercor fue la aplicación más cruda del «manual Ternera», que proponía la acumulación de ataúdes, incluso blancos, para doblegar al Gobierno

Los asesinos de Barcelona: negociar sobre 21 cadáveres abc

j. pagola

De los cinco miembros de ETA implicados directamente en la salvajada de Hipercor, solo permanece en libertad José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea, «Josu Ternera», precisamente el terrorista que dio el visto bueno desde su condición entonces de máximo cabecilla. Los Servicios de Inteligencia de distintos países siguen desde hace tiempo su rastro por el centro de Europa —Bélgica, Italia, Suiza, Suecia, Holanda...—. En ocasiones, los agentes confiaban en localizarle, pero habían seguido una vía aparentemente falsa. En otros casos, sin embargo, la pista era auténtica, pero se llegó tarde, por poco. Por tan poco que las Fuerzas de Seguridad hallaron huellas que delataban una huida precipitada y reciente. Ello ha afianzado la hipótesis de que, aunque pesa sobre él una orden internacional de busca y captura, está protegido, quizá, por determinados «lobbys» que viven de la «mediación en conflictos», con la complicidad de algún Gobierno.

Ternera tiene 62 años y lleva 44 en la banda

«Ternera», de 62 años de edad, lleva 44 en la banda. Personaliza la historia de ETA, sus «años de plomo». Es el autor del perverso «manual» que proponía acumular cadáveres sobre la mesa de negociación para imponer al Gobierno sus reivindicaciones desde una posición de fuerza. Ello, pese a ese «lavado» de imagen que le hizo el Ejecutivo de Zapatero.

Cuando a media tarde del 19 de junio de 1987 la banda hizo estallar el coche bomba en un Hipercor abarrotado de clientes, ya se habían iniciado los contactos para preparar las negociaciones de Argel, a las que ETA quería llegar alardeando de su potencial. Y un atentado de ese calado estratégico no lo decide el «comando» — Rafael Caride Simón, Domingo Troitiño y Josefa Ernaga —; ni tan siquiera el jefe inmediato, Santiago Arróspide Sarasola, «Santi Potros», que dio la orden expresa . Lo decide el «zuba», controlado entonces por «Ternera». En aquellos «años de plomo», quizá desbordado por la vorágine del atentado diario, los aparatos del Estado no iban más allá de investigar la mano ejecutora del crimen, y el «autor intelectual», el inductor, quedaba en una «X» impune.

«Arrepentido»

El entonces jefe de «comandos» de ETA, Santiago Arróspide Sarasola, «Santi Potros», tras cumplir condena en Francia, fue condenado en 2003 por la matanza de Hipercor a 790 años de cárcel. Por este y otros crímenes acabaría de cumplir condena en 2030. El mismo horizonte tiene Rafael Caride Simón, que introdujo el coche bomba hasta la primera planta del aparcamiento, cargado con 30 kilos de amonal, 100 litros de gasolina y otros 100 de colas, para que tras la explosión se propagaran las llamas y convirtieran Hipercor en un infierno. Permanecerá otros 18 años entre rejas si este etarra «arrepentido» transita el sendero de la Justicia y no accede a atajos a través de la «vía Nanclares» a la que se ha abonado.

Por su parte, Domingo Troitiño y Josefa Ernaga, que no han mostrado arrepentimiento, ni sincero ni por «imperativo legal»,saldrían de prisión algo antes, en 2017, ya que a pesar de recibir la misma condena por la matanza de Hipercor, fueron detenidos antes, en 1987, y en España.

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