Nada es como era
No resulta exagerado afirmar que nuestra Carta Magna ha sido la base de la prosperidad y la estabilidad

Hay momentos que permanecen imborrables en la memoria y uno de ellos fue aquel. Eran las tres y media de la tarde de aquel 20 de noviembre de 1975 cuando entré en la biblioteca de la Universidad de Vincennes, donde yo estudiaba filosofía. ... La jornada era inclemente y estaba lloviendo. Al cruzar la puerta, había una chica sentada de espaldas que tenía abierto el periódico «Le Monde». El titular de la portada tenía tres palabras: «Franco est mort».
Había seguido desde París la larga agonía del dictador y los rumores de un golpe de Estado militar tras su desaparición. Todo era incertidumbre en aquella España, sumida en la primera crisis del petróleo y el conflicto del Sáhara . Pocos confiaban en que el heredero designado por Franco fuera capaz de conducir al país a una democracia.
Pero el milagro se produjo cuando el Gobierno presidido por Arias Navarro había agotado ya todo su crédito. En un audaz golpe de mano, Don Juan Carlos colocó a Adolfo Suárez al frente del Ejecutivo y, a las pocas semanas, todo empezó a cambiar. España se transformó en dos años en un país libre , abierto y plural en el que, por primera vez en mucho tiempo, todos los ciudadanos podían sentir representados sus anhelos.
Tras la crucial ley de Reforma Política en la que las Cortes franquistas se hicieron el harakiri y las primeras elecciones democráticas en 1977, los españoles fueron convocados a las urnas para aprobar la Constitución vigente. No resulta exagerado afirmar que nuestra Carta Magna ha sido la base de la prosperidad y la estabilidad que hemos disfrutado en estas cuatro décadas.
Hoy los nacionalismos son una amenaza para la convivencia, mientras que una izquierda radical pretende revisar lo que supuso la Transición. Pero la realidad es que España pasó de ser una dictadura aislada en Europa a una democracia que permitió que aflorasen las mejores cualidades de los españoles. Visto con la perspectiva del tiempo, no hay razones para el pesimismo porque nuestro país es ahora infinitamente mejor que aquel.
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