Más de 300 agentes para dar con la tumba de Olivia y Anna
El buque rastrea los plomos de buceo del padre y parte de la cadena del ancla en busca de los dos cuerpos
Beatriz, la madre, dejó a su pareja aún embarazada de su pequeña ante las infidelidades y el trato de Gimeno

Las horas pasan y pesan. Como losas para Beatriz Zinmerman, la madre de Olivia y Anna , a la que uno de los jefes de la investigación con el que ha mantenido contacto estrecho desde la desaparición tuvo que dar la peor noticia de su ... vida el jueves: el hallazgo del cadáver lastrado de su hija mayor, a más de mil metros bajo el agua. Pesan también para la Guardia Civil y los expertos a bordo del buque oceanográfico 'Ángeles Alvariño'. Saben que el cuerpo de Anna, de solo un año, estuvo junto al de su hermana, en una bolsa de deporte, atadas ambas al ancla de la lancha del padre, pero no tienen la certeza de poder encontrarlo. Lo más probable es que ese petate se abriera . Tampoco el de su padre, Tomás Gimeno, el autor de uno de los crímenes más enrevesados y crueles imaginable, que diseñó al milímetro, quién sabe con cuánta antelación.
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Más de 300 guardias civiles han trabajado de forma incansable para dar con la tumba marítima de las criaturas, con la certeza de que los tres cuerpos estaban en esa amplia área de unas diez millas cuadradas. A ese punto condujo la investigación tecnológica de los expertos del GATO de la Unidad Central Operativa tras situar el teléfono de Gimeno dos veces ahí durante la noche del 27 de abril. Arrojó a sus hijas entre las 22 y las 23.00 horas en el primer viaje que hizo con su lancha, cargado con seis bolsas, y luego se hundió él, después de la una y media de la madrugada. A esas horas se apagó su teléfono, cuando ya había amenazado a Beatriz con que no volvería a ver a las niñas tras hablar con ella hasta cuatro veces. Pasadas las doce de la noche había regresado al mismo punto, gracias al GPS de su móvil, tras volver a puerto la primera vez, ya sin los petates, y comprar un cargador. El único motivo, torturar a su expareja.
Operativo inmediato
Aquella noche, alrededor de las diez Beatriz acudió al cuartel de la Guardia Civil, muy preocupada, porque Gimeno se había retrasado en la hora de entrega de las niñas y no las había encontrado en la casa de él una hora antes cuando fue a reclamárselas. A la mañana siguiente todo se precipitó. Se había despedido de ella, de su padre y de varios amigos. Demasiados mensajes de adiós.
La búsqueda comenzó de inmediato. El helicóptero de la Guardia Civil localizó la lancha de Gimeno a la deriva, cerca del puertito de Güimar, y no muy lejos la silla de retención infantil de la pequeña Anna. Desde entonces más de 300 agentes han participado en el operativo. De helicópteros, del Servicio Marítimo, buzos, más de cien guardias civiles buscando en tierra, incluidos los especialistas del ECO (Equipo de Crimen Organizado); el Seprona peinando kilómetros de costa, los agentes del servicio cinológico , el GATO de la UCO, los expertos de Homicidios y Desaparecidos de la Unidad Central asesorando en todas las diligencias desde Madrid y, por supuesto, la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de Tenerife, al frente de la investigación. Varios de ellos han estado –y siguen– embarcados en el buque oceánico desde el día 30 de mayo.
Ayer, tras el hallazgo del cadáver de Olivia el jueves, la Guardia Civil solicitó a la juez de instrucción de Güimar que prorrogue por segunda vez los trabajos del buque el tiempo que sea necesario. Ya se había ampliado ese primer periodo este martes después de encontrarse la botella de oxígeno y una funda nórdica de Gimeno. El coste es elevado, más de 30.000 euros por día, pero no se va a escatimar en gasto ante una tragedia como esta.
Los investigadores confían en que la tecnología que incorpora el barco y haber podido acotar más la zona de búsqueda ayuden a rastrear los plomos del cinturón de buceo que Gimeno pudo utilizar para lastrarse, así como alguna parte de la cadena del ancla. Saben que no es fácil, también que no van a dejar de intentarlo.
Identificada por huellas
Desde tierra decenas de ojos siguen los trabajos en el mar, ayer a poco más de una milla y media de la costa y los agentes tratan de reconstruir toda la secuencia del doble filicidio que la madre, devastada, aún no puede creer. Necesita certezas y esas son las que continúa aquilatando la Guardia Civil.
Olivia fue identificada ayer de forma definitiva por las huellas dactilares. La autopsia trata de determinar cuál fue el mecanismo de la muerte, en la casa de Gimeno, antes de las nueve de la noche del día 27. Los agentes encontraron medicación infantil en la nevera y restos de relajantes musculares que tomaba el padre por una lesión que había sufrido unas semanas antes. Una de las posibilidades es que adormeciera a las pequeñas con esas sustancias. O que las asfixiara, o una combinación de ambas. No había sangre ni un escenario violento.
Usó cinta americana para atar los petates y el ancla y dejó parte del rollo en su lancha antes de lanzar los cuerpos de sus hijas al mar.
Beatriz Zinmerman nunca quiso denunciar a Gimeno. Se separó de él cuando aún estaba embarazada de Anna, el bebé, harta de sus continuas y prologandas infidelidades y del trato que le daba. Lo contó ayer Joaquín Amills, presidente de SOS Desaparecidos, con consentimiento de la mujer. Poco después, cuando ella inició una relación con el que fue su jefe, Eric, un hombre de 60 años, su expareja le dio una paliza a este hombre. Fue en agosto pasado. No denunciaron a Gimeno. En diciembre, Beatriz acudió al cuartel y contó que la había amenazado pero tampoco quiso denunciarlo. Aun así la Guardia Civil activó el protocolo de violencia de género. Ella dijo que no quería perjudicarlo. En marzo, los agentes le volvieron a preguntar. Beatriz aseguró que todo estaba bien. Ahora buscan darle respuestas a una madre consumida.
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