El líder maniatado que los sometió y el silencioso adiós de Susana Díaz
Sánchez exhibe su control del partido sin resquicios para la crítica. Seis años después de no estar autorizado a negociar con los defensores del referéndum hoy es el único camino
Esta es la historia de dos PSOE. Pero sus protagonistas son los mismos. El Comité Federal que los socialistas celebraron ayer sábado 3 de julio en Madrid fue enormemente simbólico en el proceso de transformación irreversible que el PSOE vive desde 2017 bajo una premisa ... fundamental: el liderazgo incuestionable de Pedro Sánchez.
El cónclave celebrado ayer fue tan plácido para Sánchez como se esperaba. Pese a la ausencia de sorpresas, la cita fue enormemente sintomática. El de ayer era el primero presencial tras la pandemia, y en el que Pedro Sánchez daba cuentas respecto a la decisión de aprobar los indultos para los líderes del proceso independentista. Dos hitos de enorme relevancia y que el presidente del Gobierno deja atrás sin ningún tipo de consecuencia para su liderazgo orgánico .
Abordar con ese grado de libertad una cuestión tan controvertida respecto a Cataluña habría sido impensable hace unos años. El cónclave de ayer cierra un círculo que plasma tanto el cambio del PSOE en su aproximación al independentismo como el aumento de poder interno de Sánchez. Con él sentado en el mismo asiento de secretaría general, y con la mayoría de barones todavía en sus puestos, hace no tanto que Sánchez comprobaba en sus carnes que podía ser el líder formal del partido. Pero que desde luego no podía disponer a su antojo. El Comité Federal del PSOE celebrado el 28 de diciembre de 2015, una semana después de las elecciones generales que ganó el PP, aprobó una resolución política que maniataba las capacidades de pacto.
El PSOE marcaba muy claros los límites a su secretario general: no se podía empezar a negociar con partidos que defendiesen no ya la independencia, sino el derecho de autodeterminación. Y se demandaba la «renuncia» a esos planteamientos para poder empezar a negociar con el PSOE. Así rezaba esa resolución: «La autodeterminación, el separatismo y las consultas que buscan el enfrentamiento sólo traerán mayor fractura a una sociedad ya de por sí divida. Son innegociables para el Partido Socialista y la renuncia a esos planteamientos es una condición indispensable para que el PSOE inicie un diálogo con el resto de formaciones políticas». Ese fue el estrecho margen que el máximo órgano del PSOE concedió a su líder. Un contexto en el que tuvo lugar el pacto infructuoso de investidura con Ciudadanos.
Menos de tres años después el PSOE alcanzó el Gobierno de la mano de partidos que defienden la autodeterminación. Y a día de hoy son sus únicos aliados factibles. En 2015 eran las federaciones del sur peninsular las que marcaban el paso político de la organización. Hoy y ya desde 2017 es el PSC quien aparece como vanguardia del discurso territorial socialista. Y con territorios como País Vasco, Navarra o Baleares con gran comodidad en su posición orgánica. Una de las mayores ovaciones del día de ayer fue para el exministro de Sanidad y líder de facto del PSC, Salvador Illa .
Pedro Sánchez ahora es el presidente del Gobierno. Los barones están en sus puestos. Pero Sánchez 'limpió' tras ganar las primarias a alguno de los principales dirigentes que lo habían acompañado en la primera etapa. Los que no confiaron en su resurrección. Pero incluso entre los poderosos barones empieza el goteo de bajas. Ya quedó atrás el que en 2016 fue presidente de la gestora, Javier Fernández. Y ayer fue el adiós probablemente definitivo de Susana Díaz de la sala de mandos del socialismo español.
Silencio para Díaz
En el mismo escenario en el que, ya derrotada en las primarias, Díaz quiso dar la batalla en la configuración de las listas electorales de 2019, un estruendoso silencio firmó su epitafio. Con la histórica baronesa ausente, Ferraz quiso solemnizar el relevo dando a Juan Espadas el atril a continuación del presidente del Gobierno y emitiendo su intervención en abierto. Cuando iba finalizando su intervención Sánchez quiso agradecer el trabajo de Díaz. Palabras recibidas por un clamoroso silencio por parte del cónclave, que tornaron en cerrada ovación cuando Sánchez ha dicho que «ahora la responsabilidad es de Juan Espadas».
Mencionar a Susana Díaz es lo único que hace que el Comité Federal de 2021 no aplauda a Pedro Sánchez . El líder avanzó que no será el único relevo. «Hemos empezado a hacer cambios que van a poner rostro a un nuevo paisaje, al nuevo PSOE, al PSOE de esta década». Se esperan cambios en los liderazgos de Galicia, País Vasco y por supuesto en la Comunidad de Madrid. Al aragonés Javier Lambán todos le ven en la puerta de salida, más tras su enfermedad. Guillermo Fernández Vara oscila entre algunas críticas y su aceptación del poder de Sánchez. Solo el castellanomanchego Emiliano García-Page mantiene una deliberada actitud crítica. La federación madrileña vive en la interinidad y el antaño muy crítico Ximo Puig es ahora partidario entusiasta y con mucho peso en los equilibrios socialistas.
Casi todos han cambiado. Y con ellos el PSOE y el curso de la política española. El hombre al que maniataron e intentaron derrocar es hoy el único líder posible que se atisba en un PSOE que ayer despidió con silencio a una de sus figuras más relevantes en el último lustro. Nadie aplaudió. Ni los que en el pasado susurraron a su oído que ella era la líder que necesitaba el partido.
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