Iván Redondo, el hombre que se «tiraría por un barranco» por su jefe
La leyenda de Iván Redondo ha alimentado cenáculos políticos desde que Sánchez llegó a La Moncloa. Sin embargo, los que estaban al tanto de la realidad sabían que su figura había comenzado un declive imparable en favor de Félix Bolaños
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El presidente del Gobierno es Pedro Sánchez. Y no Iván Redondo. La idea de un mandatario títere en manos de su jefe de gabinete, común comidilla del mundo político y periodístico, fue borrada este sábado de un plumazo. El jefe del Ejecutivo confirmó ... lo que cualquier periodista con oficio en los pasillos del Palacio de La Moncloa y Ferraz ya sabía: él es el que manda.
Redondo ha sido una persona fundamental para Sánchez en los últimos cuatro años. Apostó por él cuando estaba fuera de la secretaría general del PSOE y desde entonces ha estado a su lado. Al llevarlo a La Moncloa el presidente del Gobierno rompió clichés y enfadó a buena parte del PSOE y de sus antiguos colaboradores. Esa tensión permanente ha sido una tónica estos tres años.
Su mala relación con la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, era conocida. Finalmente salen los dos del Gobierno, además de José Luis Ábalos. Los tres eran los principales anclajes del presidente en sus primeros años de Gobierno. Sus salidas dejan como principal asesor de Sánchez a Félix Bolaños , que además promociona al Consejo de Ministros. Abandona la Secretaría General de la Presidencia del Gobierno y asumirá como ministro de la Presidencia la coordinación general de todo el Gobierno. Presidirá, por tanto, la reunión de subsecretarios en la que se aprueba la agenda del Consejo de Ministros, lo que le sitúa en lo más alto del núcleo duro de poder de La Moncloa.
A Redondo se le atribuyen, y es cierto, algunas de las decisiones que han marcado el acceso al poder de Pedro Sánchez. Empezando por su convencimiento de que había que aprovechar cualquier acontecimiento para ejecutar una moción de censura que permitiese al PSOE recuperarse como partido desde el poder. También se le atribuye el éxito de la campaña del PSC –relativo, porque aunque ganó en votos, no lo hizo en escaños–, como se encargó de repetir el candidato Salvador Illa.
Pero hay dos grandes borrones en su haber. La jugada de la repetición electoral en 2019, convencido de que el PSOE mejoraría resultados, y la reciente campaña electoral en la Comunidad de Madrid. Esta última levantó muchas ampollas en el aparato tradicional del PSOE. Su último traspiés ejemplifica la que para muchos ha sido causa de su final: un control de la comunicación gubernamental que nunca olvidaba poner el foco sobre él.

En declive
La gestión de la «no reunión» entre Pedro Sánchez y Joe Biden en la Cumbre de la OTAN de Bruselas arrojó luz sobre este hecho. Primero se dijo que se produciría un encuentro «entre ambos líderes para saludarse, conversar y conocerse durante unos minutos». Se destacaba ya que Iván Redondo ‘lideraba’ las conversaciones con su homólogo en EEUU, Ronald Klain. ¿Por qué y con qué pretensión se filtró a bombo y platillo este primer encuentro? ¿Por qué se destacaba en esa primera información el papel de Redondo? Todo la operación, además, tuvo la virtualidad de demostrar hasta que punto el presidente del Ejecutivo era un cargo de segunda fila –si no de tercera– para la nueva administración norteamericana, que lo ignoraba tanto como lo hizo la liderada por Donald Trump, aunque en este caso era más ‘vendible’ para su parroquia.
Aquello irritó a muchos en La Moncloa y en el PSOE, porque el supuesto éxito anunciado deterioró aún más la imagen internacional de Sánchez, probablemente uno de sus flancos más débiles. Con perspectiva, solo hay una explicación de este ataque de vedettismo de Redondo: ya era plenamente consciente de que su estrella declinaba e intentó remonar su posición con aquella fallida operación de imagen.
Pese a que a también salen del Gobierno Calvo y Ábalos, la marcha de Redondo, unido al ascenso de Bolaños, la incorporación de Óscar López, y la integración en el gabinete de cuatro mujeres del PSOE lanzan un claro mensaje: Sánchez ha querido que esta crisis sirva para fortalecer el partido como eje fundamental de su acción de Gobierno. Más PSOE y menos consultocracia.
Sin duda, este gurú político reconvertido en alto cargo de la administración se sentía cómodo en el papel de «asesor todopoderoso» de Pedro Sánchez que casi todos le atribuían. Es más; a su modo alentaba esa imagen, quizá porque le interesaba para infundir más respeto a sus enemigos. «Soy consciente de la importancia de mis palabras y de mis silencios», llegó a decir.
De Albiol a Sánchez
Pero si hay algo que sorprende aún más de este consultor político es su versatilidad. No tuvo problema en diseñar la campaña del popular Xavier García Albiol cuyo lema era ‘Limpiando Badalona’, que fue acusada de xenófoba, a ser asesor de confianza de José Antonio Monago en su etapa de presidente de Extremadura. Con él fue director de gabinete ente 2015 y 2018. Nada de eso fue obstáculo para que Pedro Sánchez no solo se entregara a él para que diseñara su campaña, primero para recuperar la secretaría general del PSOE y luego para llegar al Gobierno, sino que le aupó a un puesto clave de su equipo.
Redondo, como ha hecho desde que llegó a La Moncloa con muchas de las decisiones del presidente del Gobierno, también ha querido montar una escenografía para este trance. Así, se despidió con una nota en la que, dice, «nos volveremos a ver»: «A veces en la política, en la empresa como en la vida, además de saber ganar hay que saber perder, hay que hacer algo mucho más importante: saber parar. Muchas gracias por todo. Ha sido un honor». Además, el ya exjefe de gabinete de Sánchez, afirma que la suya es una «salida voluntaria»: «Estoy muy contento, llegó el momento de descansar».
Sin embargo, hace no mucho tiempo, el 27 de mayo, el exjefe de gabinete de Presidencia no daba la sensación de sufrir ese cansancio al que ahora alude. En una comparecencia en la Comisión de Seguridad Nacional del Congreso de los Diputados pronunció una frase lapidaria: «Un asesor se tira a un barranco por su presidente. Yo me tiro por él. Ahí estaré con él hasta el final».
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