ANÁLISIS
Inmigración, fronteras y mezquitas
La dignidad de los inmigrantes consiste en reconocer que no deben ser usados como arma política

La llegada masiva de los aproximados 12.000 inmigrantes a Ceuta el martes no es fruto de la casualidad. No lo es ahora, y nunca lo ha sido. Ha venido siempre precedido de desavenencias políticas con el vecino Marruecos. Esta vez, el detonante ha sido ... la acogida del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, a espaldas de Marruecos .
Entre la noche del lunes y el martes se asistieron a escenas como la policía marroquí abriendo las puertas de la frontera para que los migrantes entraran en territorio español sin resistencia. Este es uno de los ejemplos que demuestran que esta crisis no es migratoria sino política. La avalancha, que más bien es una invasión, fue planificada y coordinada. Y por eso se ha visto a las Fuerzas Armadas españolas desplegadas en el territorio ceutí. Este es un asunto de Seguridad Nacional.
El envío de inmigrantes es el arma ofensiva de Rabat. Controlando la migración, tiene en su mano la seguridad de la ciudadanía española. La razón principal de este dominio es su control sobre el llamado muro del Sahara, de 1.600 kilómetros, una frontera construida y fuertemente custodiada por Marruecos en su linde con Argelia y el Sahara, por la que no entra nadie a no ser que sea autorizado.
Es un modo efectivo de presión al que los gobiernos españoles, con su poder blando, se doblegan fácilmente. Esto ha dado lugar a generosas donaciones de millones de euros, concesiones en pesca o el silencio sobre la soberanía del Sahara, que ahora se ha interrumpido con la llegada del líder saharaui a Logroño. Y ahí, las consecuencias. Nos encontramos solo ante el principio de más cesiones y concesiones por parte del gobierno español que volverán a ahuyentar el humo sin apagar el fuego.
Pero la tarea no es fácil, ya que, al fin y al cabo, es una atadura de pies y manos puesto que España necesita a Marruecos como aliado imprescindible para la lucha antiterrorista, que controla las fronteras y las mezquitas españolas.
El valor de Ceuta y Melilla (territorios españoles desde el siglo XVI y XV, respectivamente) radica en su condición de enclaves geoestratégicos. Son los únicos territorios de la UE en África, suponen el dominio de la entrada al Mediterráneo , por donde circulan grandes rutas comerciales e importantes cables de comunicación. Militarmente, ejercen de línea avanzada frente a cualquier amenaza proveniente de África. Aquí cabe recordar la cercanía de estas ciudades españolas con la amenaza yihadista en los países del Magreb y del Sahel , que va en aumento.
Por ello, la simple llegada de inmigrantes no es la única preocupación. El desconocimiento de la verdadera identidad de las personas que cruzan la frontera presenta una amenaza a la Seguridad del Estado porque se ignora el origen, los antecedentes de quiénes entran. De ahí la función disuasoria de las vallas.
Frente a las narrativas que dividen y priorizan la ayuda humanitaria sobre la seguridad, cabe recordar que la verdadera humanidad no está en no devolver a los inmigrantes, puesto que acogerlos sería la satisfacción victoriosa de Marruecos, que ha conseguido colapsar a su vecino europeo. Defender su dignidad pasa por reconocer que los inmigrantes que llegan a territorio español no deben ser usados como un arma política.
Tratarlos con justicia es no aceptar estos actos violentos de Rabat y defender que a cualquier estado soberano se debe acceder legalmente, respetando sus fronteras y legislación.
Mirando hacia el futuro, si el gobierno consigue plantear una buena estrategia, esta puede ser la gran oportunidad de España de demostrar credibilidad y determinación política ante sus vecinos y aliados, y elevar a nivel internacional el conflicto de Sáhara.
Es hora de que la acción exterior española se convierta en actor activo.
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