La marea del 15-M inunda Sol
Miles de «indignados» regresan al «Km. 0» dos meses después de la macroacampada que dio inicio a las protestas
La marea del 15-M inunda Sol
«Bienvenida, dignidad». Una enorme pancarta recibía así a la marcha de indignados a su entrada a la Puerta del Sol por la calle de Alcalá. Quienes presumieran que la de ayer iba a ser una convocatoria de escaso seguimiento se equivocaban. Miles de personas inundaron ayer el centro de Madrid, muchas venidas de todas las puntas de España, pero la mayoría vecinas de la capital. Era la hora de una nueva demostración de fuerza de un movimiento que, tras las elecciones del 22 de mayo pasado, no repetía citas multitudinarias.
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A las ocho y media de la tarde, la calle de Alcalá, en su cruce con la Gran Vía, permanecía cortada al tráfico. Cientos de personas pertenecientes a uno de los siete brazos de la «Marcha Indignada», completaban, tras un mes caminata, el trayecto hasta la Puerta del Sol. El ambiente era de edades variopintas, aunque abundaban los jóvenes, muy colorista y con mucha música como telón de fondo. Incluso alguna bandera griega y presencia de otros movimientos reivindicativos, como el de Egipto, acompañaban la comitiva.
«Un momento histórico»
A las nueve de la noche, la hora convenida, se juntaron todos los brazos de la marcha frente a la Real Casa de Correos. «Bienvenidos a nuestra plaza», jaleó una de las organizadoras por megafonía. «¡Hoy el Sol brilla más fuerte que nunca!», gritaban alborozados cientos de indignados, antes del arranque de la primera asamblea popular de este fin de semana. Unas jornadas que definieron como «un momento histórico». La Puerta del Sol, pero también las calles de la Montera, Preciados, Carretas... Todas volvieron a dejar una estampa muy similar, en cuanto a afluencia de público, que la de aquellos días de mayo en que echó a andar el llamado 15-M, aunque sin acampada.
Y hasta hubo un «grito silencioso» a medianoche. Pero la «revolución» había comenzado hacía horas. «¡Lo llaman democracia y no lo es!», coreó a mediodía un grupo de «indignados» que se topó con la Moncloa al entrar en la capital desde el tramo noroeste de la marcha. Algunos, incluso, llegaron a colgarse de la verja del complejo presidencial. Fue, probablemente, el primer gran momento del día. Durante el recorrido se sucedieron las paradas, con charlas y propuestas que luego se irían desbrozando en la asamblea general. Había que llegar al destino con un buen paquete de ideas para lo que se busca: un cambio político, social y económico. En Sol se habló mucho y mal de la Banca. También de hipotecas y corrupción. Incluso los desalojos en la Cañada Real estuvieron presentes.
Y, por medio, una novia de blanco que tuvo que llegar a la iglesia a pie y muchos chinos vendiendo cervezas.
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