El incumplimiento de las normas de transportes especiales provocó la tragedia de Albacete

Siete muertos y la única superviviente con el bazo extirpado. Los pasajeros de la ambulancia siniestrada ayer en Almansa eran pacientes con dolencias muy graves, cuya salida semanal, a veces diaria, tenía como fin una consulta médica. Eran las siete y media de la mañana cuando Albacete empezaba a despertarse. La luz era muy escasa y todavía cambiante y cuatro enfermos, varios de ellos de cáncer, se dirigían en una ambulancia colectiva a sus respectivas consultas en el Instituto Oncológico de Valencia y en el Hospital Virgen del Consuelo de la misma ciudad. Tres de ellos iban acompañados por sus familiares y al volante del vehículo sanitario estaba un experimentadísimo conductor, Bernabé Serrano Sahuquillo, el taxista oficial del municipio de Alcaraz durante años. Acababan de parar en Almansa para recoger a la última viajera, Belén López Cuenca. Circulaban por la N-430 (antigua nacional de Valencia), en una recta con visibilidad, y faltaban menos de cinco kilómetros para que se incorporaran a la autovía.
No hay carril de aceleración
En ese momento, un camión tráiler, cargado con cuatro vigas de hormigón se cruzó en su camino para siempre, a la altura del kilómetro 594.500 del antiguo trazado de la carretera. El vehículo, que también se disponía a acceder a a la autovía unos kilómetros más adelante, acababa de cargar su mercancía -cada viga mide 29,80 metros de longitud y pesa más de 15 toneladas- en la fábrica Vigalsa (Trainsa), situada a las espaldas de la carretera y todavía en el término municipal de Almansa.
Tras realizar el stop desde un camino de acceso el camión se estaba incorporando a la carretera, que no dispone de carril de aceleración, según la Guardia Civil. Una maniobra complicada y larga -a la fuerza tenía que invadir toda la calzada e incluso salir de ella- que a la postre resultó mortal.
La ambulancia engulló literalmente las vigas en un choque frontolateral, y sus pasajeros ni siquiera las vieron, confundido su aspecto con el asfalto. Siete personas, incluido el conductor, murieron casi en el acto. Guardia Civil y Bomberos de Albacete coincidieron al señalar que Bernabé no pudo ni distinguir el obstáculo por la mala señalización del camión y la escasa visibilidad que había en esos momentos debido a la hora. El reloj del transporte sanitario se detuvo en las 7.36. «Ni siquiera había señales de frenada». Y Bernabé llevaba muchos años al volante como para haber tenido tiempo de, al menos, intentar retener el coche si hubiera avistado la mole que se les venía encima.
La maniobra del tráiler fue «antirreglamentaria», según el primer atestado de los investigadores. Varios son los motivos que llevan a esa apreciación. Invadió completamente la calzada, no contaba con la señalización luminosa adecuada que exigen los transportes especiales como ése; tendría que haber ido acompañado de dos vehículos pilotos, con luces y sólo había uno delante, según la Guardia Civil; no podía circular de noche, y aún no había amanecido.
Al volante del mismo circulaba un joven de 29 años, vecino de Almansa, M.S.V., que resultó ileso. Muy afectado, tras el siniestro no hizo declaraciones. Se le realizó la prueba de alcoholemia. No había bebido nada.
Luis Delgado, sobrino del conductor de la ambulancia, dijo que el siniestro se podía haber evitado con un simple carril de aceleración y si el acceso hubiera estado señalizado adecuadamente. En el accidente murieron tres pacientes que viajaban en la ambulancia y otros tres familiares que les acompañaban para recibir tratamiento médico en los citados centros, además del conductor de la furgoneta.
Un experimentado conductor
El abogado de la fábrica Vigalsa explicó que no se podía descartar todavía la hipótesis de que el conductor de la ambulancia se hubiera dormido. Argumento escasamente sostenible, dado que a la última paciente la había recogido sólo dos o tres kilómetros antes. Además el conductor del vehículo sanitario, Bernabé Serrano Sahuquillo, de 64 años, estaba considerado un buen conductor por sus vecinos de Alcaraz y había salido a las cinco de la mañana desde esta población para hacer un recorrido de unos 260 kilómetros pasando por una pedanía de Lezuza (Tiríez), Peñas de San Pedro, Albacete capital y Almansa hasta llegar a Valencia.
Las víctimas son un matrimonio de Albacete capital formado por Jesús Palacio, de 77 años, y Josefa García, de 75. También pereció otro matrimonio de la localidad de Peñas de San Pedro compuesto por Luis Cifuentes, de 81 años, y Benedicta Vizcaíno, de 76.
También viajaban una mujer de la pedanía de Tiriez, María Luisa Horcajada, de 52 años, enferma de cáncer, y su madre, Juana Garijo, de 72. La única superviviente, Belén López, de 42 años, se incorporó al recorrido en Almansa. Llegó consciente al Hospital General de Albacete, donde le extirparon el bazo y fue atendida de varios traumatismos.
Los cadáveres, tras varias horas para lograr extraer los cuerpos de entre el amasijo de hierros, fueron conducidos al tanatorio de Almansa, donde se les practicó la autopsia. Recibirán sepultura cada uno en sus localidades de origen. El Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM) montó un dispositivo de personal sanitario y seis psicólogos para atender a los familiares, a los que tuvieron que suministrar tranquilizantes a medida que iban llegando al tanatorio almanseño.
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