Cuatro pistas
«¡A las cosas, a las cosas!»
La irrupción del «dossier» de los presos es un elemento distorsionador: no conviene al PSC, tampoco a ERC

La crisis sanitaria por la pandemia de Covid-19 ha tenido en la política y la sociedad catalana un inesperado efecto sanador. El delirium procesista ha sufrido, como se dice, una severísima ducha de realidad y, parece un milagro, por primera vez en años ... en Cataluña se ha empezado a hablar de gestión . «¡A las cosas, a las cosas!», se oye como un rumor de fondo de resonancias orteguianas. Es una mutación casi obligada, un requisito moral. Cuando en las residencias los ancianos morían atendidos por sanitarios envueltos en bolsas de basura resultaba hasta de mal gusto hablar de la última pirueta de Puigdemont en Waterloo. Cuando el quebranto económico al que nos enfrentamos es el que es, la «obra de gobierno» del ya olvidado Quim Torra se puede valorar en su justa magnitud.
Como una marea que avanza, el cambio social es imparable, otra cosa es que esto se traduzca en un inmediato cambio político. Según señalan los últimos sondeos, menos del diez por ciento de catalanes cree que el «procés», o lo que queda de él, acabará en independencia , los mismos sondeos que confirman que el grueso de la población catalana tiene claro cuáles son sus principales preocupaciones: la crisis sanitaria, la económica, los alquileres imposibles... como en el conjunto de España, vaya, hermanados todos, españolitos de aquí y de allí, en este país doliente.
Es este contexto en el que parecía que incluso ERC, transmutada en una suerte de directorio técnico sin polvo procesista, había entendido el mensaje, el signo de los tiempos, aunque solo fuese para disimular. «¡A las cosas!».
Así, las elecciones que debían celebrarse el 14-F —esperen, que aún puede haber sorpresas— llegaban libres, al menos en parte, de la matraca del «procesismo» , que es al «procés» lo que el politiqueo a la «política», esto es, agotador juego táctico, tuiterismo, pocas soluciones, una pérdida de tiempo en definitiva. Ahora, la irrupción del «dossier» de los presos en precampaña, si finalmente los comicios son en mayo, es un elemento distorsionador notable, vuelta al «procesismo» con el retorno al primer plano de la única herencia, real y dolorosa, que dejó el otoño negro de 2017. Es un serio problema para Illa y el PSC, que contaba con «gestionar» este tema tras los comicios, no antes, pero también para ERC, donde se asume que, a mayor inflamación, más ventaja para Puigdemont. La verdadera condena.
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