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Un juez, un ertzaina y sedes del PSE, en el punto de mira de los etarras detenidos

El «comando Otazua» fue adiestrado por una «lugarteniente» de «Txeroki» implicada en el crimen de Capbreton

j. pagola / i. reyero

Los etarras del «comando Otazua» desarticulado el pasado martes por la Guardia Civil disponían de una lista de objetivos entre los que figuraban un juez de Bilbao, un ertzaina, varias sedes del PSE, instalaciones relacionadas con la construcción del AVE vasco así como edificios de Correos y el INEM. Los terroristas fueron captados en 2006 por la «lugarteniente» de «Txeroki», Saioa Sánchez, que les dio un cursillo sobre el manejo de armas y explosivos en un monte de Vizcaya.

«MC»El grupo criminal, formado por los «legales» Daniel Pastor, «Txirula»; Íñigo Zapiráin, «Kot», y la novia de este, Beatriz Etxebarria, «Beata», había adoptado el citado nombre en recuerdo del pistolero Arkaitz Otazua, muerto cuando pretendía emboscar a una patrulla de la Ertzaintza el 14 de septiembre de 2003 en el Alto de Herrera. Tras el anuncio de «alto el fuego», el «comando» se encontraba en «parada técnica», pero con todo su arsenal dispuesto para volver a cometer atentados en cuanto ETA se lo ordenara. Y, sin duda, consideraban que podría ser en cualquier momento, o incluso inmediatamente después de las elecciones de mayo. Solo así se entiende que guardaran semejante cantidad de explosivo en un garaje, con el riesgo que ello entraña, en lugar de haberlo trasladado a un lejano «zulo». Y solo así encaja, también, que tuvieran sus armas a mano, en la mesilla de noche. Recuerda al «comando Elurra», aquel que permanecía al acecho durante el «proceso de paz» y que cometió la salvajada de la T-4 nada más recibir la orden de «Txeroki».

Los «legales» fueron reclutados en 2006 por Saioa Sánchez, «Hintza», recluida en una cárcel de Francia, acusada de participar en el asesinato de los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero, en Capbreton. «Hintza» les impartió un cursillo sobre el manejo de armas y explosivo en un monte de Vizcaya. Después, completaron su formación en una casa, en el sureste de Francia.

De los dieciséis atentados que se han atribuido en sus confesiones a la Guardia Civil, tres fueron perpetrados con coches bomba —Santoña, Logroño y Burgos— que ellos mismos recogían en territorio francés, ya montados. Los etarras aprovechaban esos desplazamientos al vecino país para traer también material explosivo y otra serie de objetos destinados a sus campañas terroristas. En uno de esos viajes, anteriores al anuncio de tregua, recogieron los doscientos kilos incautados ahora.

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