El doble poder de las urnas

España es el único país del mundo con un instituto público que hace encuestas electorales y cuyo presidente es nombrado por el Gobierno. Se trata de una anomalía democrática que no entrañaba grandes problemas hasta el nombramiento del actual presidente. Desde la llegada de Tezanos al CIS se ha producido la ruptura de series de tres décadas, un cambio continuo de muestras, de cuestionarios, de fechas de campo y de métodos de estimación de voto. Cambios que podrían calificarse de arbitrarios si no fuera porque en todos se detecta la intencionalidad de influir en el debate público, ofreciendo una visión deformada de la sociedad.

Se ha ido incrementando el sesgo en la muestra, que llega ya a veinte puntos a favor de los partidos de izquierda; se han eliminado preguntas, se han cambiado escalas de valoración, se emplean métodos de inferencia de voto que alteran las respuestas de los entrevistados, se ofrecen estimaciones de escaños que no corresponden con las estimaciones de voto…

No es de extrañar que el CIS, con la salvedad de las elecciones de abril de 2019, se haya convertido en el instituto con peores estimaciones electorales. La evidencia de que Tezanos sabe que su método no es científico es la actuación del CIS en las últimas generales de noviembre de 2019. Además de la famosa encuesta preelectoral que daba a su partido hasta 150 escaños, los últimos días de la campaña electoral realizó otra encuesta cuyos resultados no se dieron a conocer hasta después de las elecciones. Ofrecer la estimación de voto de una encuesta tan pegada a las urnas es la mejor forma de demostrar que el método es válido, sin embargo, no lo hicieron con el pretexto de que… ¡ya se conocía el resultado de las urnas! Y es que las urnas tienen el poder de elegir representantes, pero también el de desvelar quién respeta al elector y quién miente en su nombre.