«Cuando tiren mi casa yo me desplomaré con ella»

Isabel Sánchez sabe que ha perdido su casa . No hace falta que venga ningún técnico a decirle que su vivienda ha quedado inhabitable. Por el hueco de algunas grietas que desgarran las paredes se puede introducir una mano. La luz exterior atraviesa las enormes aberturas e ilumina el televisor de 42 pulgadas volcado. «Esa tele estaba anclada a la pared y la fuerza del terremoto la ha desencajado. Esto es un desastre. Lo he perdido todo, sé que tirarán mi casa y cuando la derrumben yo me desplomaré con ella».

El hijo de Isabel es contratista y le ha dicho que la vivienda no tiene arreglo por eso sabe que le espera lo peor.

Sin embargo, Isabel, de 61 años y enfermera en el hospital Rafael Méndez de Lorca , que el miércoles tuvo que ser desalojado por los graves daños causados por el temblor, sabe que tuvo suerte. Cuando se produjeron ambos seísmos estaba en la diputación lorquina de Purias, en casa de unos amigos. Ningún familiar ha sufrido daños personales.

Mientras relata entre sollozos su historia, Isabel mira y se estremece al ver que sobre el sofá del comedor ha caído una enorme lámpara de araña de hierro forjado. «Ese era el sitio donde siempre me sentaba para ver la televisión por las tardes» . Contiene las lágrimas y se dirige a la puerta de entrada. Invita al periodista y al cámara a salir, echa la cerradura y afronta la escalera con la certeza de que su vida ha dado un vuelco de 180 grados, y no precisamente para bien.