Cine, aprender en Nueva York
Aunque no en todos los centros se siguen los mismos programas, la filosofía práctica común -resumida en la frase: «coge la cámara y rueda»- es uno de los atractivos de los cursos de cine que se
Aunque no en todos los centros se siguen los mismos programas, la filosofía práctica común -resumida en la frase: «coge la cámara y rueda»- es uno de los atractivos de los cursos de cine que se realizan en Estados Unidos. La aventura americana es un sueño que a veces se cumple pagando una importante cantidad de dinero. En otras ocasiones, uno emprende rumbo a los santuarios del cine de la mano de algún premio o beca. Este último fue el caso de Daniel Sánchez Arévalo, el ganador del Goya 2007 al Mejor Director Novel por «Azuloscurocasinegro». «Después de más de siete años como guionista para series de televisión ("Farmacia de Guardia", "Querido maestro", "Hospital Central"...) , tenía la necesidad de reciclarme, de formarme, cosa que no había hecho antes; de dar un paso atrás para avanzar con más firmeza en mi profesión. Pedí una beca Fulbright y el primer año no me la dieron, pero dos años después la conseguí. Y me fui a Nueva York. Lo preferí a Los Ángeles, no por los centros de estudios (son todos muy buenos), sino por la experiencia de vivir allí. Estudié un máster de Cine en la Universidad de Columbia y estuve cerca de dos años. Eso sí, a pesar de tener profesores con algún Oscar en sus estanterías, enseguida me di cuenta de que nadie me iba a enseñar nada, que todo lo tenía que aprender yo de la experiencia: trabajando, escribiendo, rodando, produciendo...»
Sánchez Arévalo, que prepara ahora el guión de su nuevo largometraje, reconoce que allí se fraguó su vocación de director. «Yo fui con la firme intención de mejorar como guionista, pero al estar obligado a hacer talleres de todas las especialidades, descubrí el poder de la dirección. De controlar todo el proceso de creación. De poner en imágenes aquello que has escrito tal y como lo has concebido e imaginado. No significa que el resultado sea mejor, simplemente es más tuyo, más personal. Una vez que cogí una cámara ya no pude soltarla... Hice cerca de nueve cortos. Todos en vídeo, claro, y con muy pocos medios, pero siempre con el máximo respeto, entrega, entusiasmo y la determinación de contar historias.»
Además de ponerse al frente de la cámara, también hizo sus pinitos como actor. «Durante el primer semestre no nos estaba permitido trabajar con actores profesionales. Nosotros teníamos que actuar en los cortos de los compañeros para aprender a valorar lo que supone para un actor ponerse delante de la cámara. Participé como actor en alrededor de doce cortometrajes. Y fui la musa de un chico coreano que me ponía de protagonista en todo lo que hacía. Lástima que su nombre no fuera Kim Ki-Duk. Se llamaba Derek Lam».
Juan Pablo Martín Rosete es uno de los cortometrajistas españoles más laureados. Su corto «Revolución», protagonizado por Miguel Rellán, ganó el premio del Público en la Seminci de Valladolid en 2002 y luego se paseó por todo el mundo sin que nunca le abandonara la vitola del éxito. Actualmente, Martín Rosete realiza un curso de cine en la New York Film Academy también gracias a una beca, aunque la suya ha sido concedida por la Caixa. «Lo cierto -dice- es que he llegado a Nueva York hace poco y por lo tanto no tengo demasiada perspectiva para juzgar el curso. Pero mi primera impresión es que ofrece todo aquello de lo que carece la universidad española. Durante mis cinco años de estudiante de Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid sólo toqué una vez una cámara, y fueron dos minutos... Aquí es todo lo contrario, la teoría te la dan en dos días y el tercero ya empiezas a hacer prácticas en 16 milímetros. No es que crea que una escuela sea mejor que la otra, sinceramente pienso que son complementarias.»
La New York Film Academy tiene fama de ser uno de los centros de enseñanza cinematográfica que más cuida el aspecto práctico. Fundada hace doce años en el Tribeca Film Center de Robert de Niro, hoy su central está ubicada en el Tammary Hall de Union Square. Pero la NYFA tiene centros de enseñanza en numerosas ciudades del mundo, como Londres, París, Bilbao o Los Ángeles. En esta última ciudad, sus alumnos pueden hacer prácticas de rodaje en los estudios Universal. Por sus aulas ya han desfilado los hijos de diversas celebridades del cine como Steven Spielberg (Max), David Klein (Owen) o Tim Robbins (Jack). «Lo que más me gusta de esta academia -continúa Martin Rosete- es que no se andan con rodeos. A veces parecen muy básicos, pero hay que reconocer que el sistema funciona. Un ejemplo técnico: si en clase de dirección de fotografía te están enseñando la iluminación básica de una persona, no teorizan sobre el "key light", "back light"... sino que te colocan un modelo, lo iluminan y se rueda en 16 milímetros. Primero de la forma básica, principal, "back" y relleno; a partir de ahí se van haciendo todas las variaciones posibles. Al día siguiente ves proyectado el material y entiendes todos los porqués o con qué intención puedes utilizar una luz u otra.»
En el caso del realizador Eduardo Chapero-Jackson, cuya obra «Alumbramiento» obtuvo el premio al Mejor Cortometraje Europeo en el reciente festival de Venecia, lo de estudiar cine en Estados Unidos fue algo más normal. «Mi madre es americana y desde niño he pasado periodos largos allí, donde tengo a la mitad de mi familia. Primero saqué el título de Bellas Artes en la New York School of Visual Arts, en la que realicé mi acercamiento al cine a través de mi trabajo con la fotografía y la literatura; ambas para mí se unieron muy pronto y de forma natural en el cine, que luego estudié de manera más específica en la New York Univesity y en la New School/Parsons School of Design. No me pareció necesario a esas alturas, ni por contenidos ni por esfuerzo económico, hacer el máster que estas escuelas ofrecían, sino que fui realizando una serie de "certificados", que llaman allí. Los "certificados" son una opción bastante buena y mucho más asequible si ya sabes bastante de audiovisual, si no tienes montañas de dinero y lo que básicamente quieres es practicar. Pero hay mucha oferta y conviene informarse bien.»
Cóctel explosivo
Para Chapero-Jackson, que tiene intención de rodar su tercer corto antes de abordar un proyecto de largometraje, «la experiencia fue muy positiva. En general me pareció que el equilibrio entre contenidos, técnicas y prácticas estaba muy bien medido. También resultaba positivo que los profesores fuesen profesionales activos con un claro interés personal por la docencia. Si a esto le unes la ciudad de Nueva York, que es una gran universidad de la vida porque estás expuesto a todo, el cóctel resultante es muy explosivo y enriquecedor.»
Amén de realizadores, también numerosos actores españoles acuden a Estados Unidos para adentrarse o perfeccionarse en el arte de la interpretación. Carlota Gil es una madrileña que lleva cuatro años en Nueva York. «Vine para estudiar en la American Academy of Dramatic Arts. Después estuve en el Lee Strasberg Theatre and Film Institute... Lo que más me gustó de las escuelas fue poder aprender de los discípulos de Lee Strasberg y otras figuras como Stella Adler o Sanford Maisner. La experiencia ha sido positiva, sin embargo me desilusionó un poco la organización. Además, yo llegué con la idea del musical "Fama", donde el conservatorio parece una especie de mili, pero ¡cantando, bailando y actuando! Esperaba vivir cada día ocho horas llenas de intensidad y eso no ocurrió. Aquí casi toda la responsabilidad recae en uno, y tú eres quien tienes que sacar el máximo de ti mismo en cada situación.»
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