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Kilómetro cero de un movimiento informe

A medida que la tarde avanzaba, nuevas oleadas de jóvenes y no tan jóvenes confluían en Sol, reconvertida en plaza de pueblo

Kilómetro cero de un movimiento informe AP

ALFONSO ARMADA

Empiezo en la Casa del Libro. En la planta de política y filosofía, el cajero dice que cuando salió «¡Indignaos!!», de Stéphane Hassel , con prólogo de José Luis Sampedro, en febrero, vendían 30 ejemplares al día. «Ahora vendemos unos diez al día». En el número 27 de la calle, donde estaba la casa de Giacomo de Trezzo (Jacometrezo), escultor de Felipe II, pegan carteles hechos con cartones: «Si luchas puedes perder. Si no luchas, estás perdido». Las putas de la calle Carretas no quieren saber nada. «Quieren trabajo», dice una nigeriana con los labios ribeteados de blanco, solo preocupada por conseguir clientes para ella.

A media tarde, en la Puerta del Sol hay grandes claros, pero una actividad incesante en torno a la estatua ecuestre de Carlos III, de donde cuelgan las jaimas improvisadas con plásticos azules como los que distribuye la ONU en los campos de refugiados africanos. Mientras unos mariachis tocan al pie de la Mariblanca, el departamento de carteles está en ebullición. Un panfleto ilustrado con el puño del PSOE coronado por la gaviota del PP, insta a votar por el PPSOE (Partido Priísta Solamente Oligárquico Español), y debajo los emblemas de Banco Santander, «la Caixa», BBVA Bancomer, Repsol, Telefónica e Iberdrola.

De rodillas, Jonás, camarero de 28 años nacido en Cuenca, ilustra un chaleco reflectante con el rótulo: «Enseñamos democracia». Lleva trabajando desde los 16 años, y 9 cotizando, pero ahora trabaja esporádicamente y solo los fines de semana: «Estoy indignado. No veo ninguna salida. El futuro está muy negro». Aunque sus inclinaciones son ecologistas, no sabe si irá a votar: «Queremos que haya más independencia entre el poder político y el financiero. Quien dice lo que hay que hacer es el mundo del dinero».

La trasera del kiosco frente a la calle del Carmen se ha convertido en un improvisado mural de portadas, del «Qué» al «País» pasando por la sección de «Enfoque» de ABC, y un rótulo del BBVA sobre una página de anuncios por palabras: «Blanco Burgués Varón Adulto» . El quiosquero, que prefiere no dar su nombre, dice que «son buenos chicos». Le han pedido permiso para pegar las portadas sobre cartones, «pero nos están jodiendo: vendemos mucho menos. Ayer cerramos a las siete, en vez de a las nueve. Para evitar problemas».

Hay debate político por doquier, asambleas improvisadas en el suelo y ante las cámaras que pululan buscando ángulos atractivos, chicas trazando «calles para la noche» con cinta aislante a los mismos pies de la policía municipal, que hace la vista gorda. A la orilla de la fuente, dos jóvenes duermen a pierna suelta sobre una sábana en la que se lee «DEMOCRACIA» . Sobre ellos, un cartel incompleto: «Los políticos nos mean, los medios…».

Aunque el cielo gris sobre Sol amenaza tormenta, el ambiente es festivo y cordial. Daniel Rodríguez, madrileño de 30 años , forma parte de las siete comisiones (limpieza, información, seguridad, acción…) organizadas el lunes de modo asambleario. Ante él, una mesa exhibe buena parte de la prensa nacional e internacional: «Yo la llamo sala democrática. Aquí no censuramos a nadie», dice un joven con barba de tres días y camiseta negra. Junto al ABC, «Alfa y Omega» . Una chica que pasa busca la Tercera de José María Carrascal sobre las revoluciones árabes y le comenta a su acompañante: «Este artículo es muy bueno».

Daniel Rodríguez dice que ha asistido a varios «ajusticiamientos públicos» en la plaza. Cuando le pido detalles, se explica: «Hemos impedido que se hagan pintadas. No queremos dañar el espacio público. También hemos impedido que grupos violentos y antisistema se hagan con el movimiento. Durante años he estado esperando a que surgiera algo así. Por eso me he sumado desde el primer momento». Cuando le pregunto a qué se dedica, dice medio avergonzado: «Trabajo en un banco». ¿Y trabajas por las mañanas o te has cogido unos días libres? «Digamos que he decidido cobrarme unos días que me debían».

Un provecto matrimonio francés vestido de manera informal , y que prefiere que su nombre no se divulgue, deambula entre los acampados con evidente admiración: «Es emocionante lo que está pasando aquí. En Francia también estamos descontentos de nuestros políticos y sindicatos». Reconocen que mayo del 11 no es mayo del 68: «la atmósfera y el momento político son distintos, pero hay muchos motivos para protestar». Lamentan sobre todo «el ascenso de la extrema derecha, en Francia y en muchos otros países europeos». Y que los Le Pen hayan atraído voto de izquierdas, pero: «Es reconfortante que los jóvenes reaccionen» .

Una joven se sube al monumento al oso y el madroño para abrigar al plantígrado con la bandera del arco iris del movimiento gay, mientras un cartel junto a la base reza: «Más inteligencia, menos policía». Pero el gran mural de la plaza , del kilómetro cero de un movimiento heterogéneo, con aire entre hippy y alternativo, que se esfuerza en mantener la limpieza y el orden de manera asamblearia, es la nueva bóveda de acceso a la estación de metro de Sol . Ahí es donde brilla la imaginación: mientras uno demanda «FIB» (es decir, «Felicidad Interior Bruta» ), otro proclama «La peor lucha es la que no se hace». Y junto a ellos, un dibujo ampliado de El Roto: «Los jóvenes salieron a la calle y súbitamente los partidos envejecieron». A medida que la tarde avanzaba, nuevas oleadas de jóvenes y no tan jóvenes confluían en Sol, reconvertida en plaza de pueblo .

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