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Activistas abertzales hacen «lobby» contra el fichaje de Aznar en Georgetown

El principal periódico del campus ha terciado en la polémica con un editorial justificando la incorporación al claustro del ex presidente del Gobierno español

José María Aznar, durante su primera clase en la Universidad de Georgetown.EFE

WASHINGTON. La práctica tan estadounidense del «lobby» -campañas organizadas de persuasión para promover determinados intereses ante centros de poder- es una calle de doble dirección. Similares esfuerzos a los realizados por la firma Piper Rudnick para, entre otras cosas, acelerar la tramitación de la Medalla de Oro del Congreso de EE.UU. para Aznar han sido utilizados por activistas abertzales para cuestionar la incorporación del ex presidente del Gobierno al claustro de la Universidad de Georgetown.

Al trascender en abril el fichaje académico de Aznar, un grupo identificado como «International Basque Organization For Human Rights» (IBO) orquestó una intensa campaña de presiones concentrada en el rector del prestigioso campus de los jesuitas en Washington, John DeGioia. Facilitando a través de Internet un modelo de carta de protesta y la dirección de la oficina rector, esta organización con sede en el norte de California deploraba este contrato docente insistiendo en que «el señor Aznar y su partido político han sido responsables de muchas violaciones de derechos humanos y civiles en el País Vasco».

Como parte de esta campaña, los activistas abertzales han llegado a argumentar que «la cultura vasca ha producido dos figuras muy importantes en la historia de los jesuitas. Dos de los originales cinco miembros de la Sociedad de Jesús fueron vascos de Guipúzcoa y Navarra. Iñigo «Ignatius» Loyola, el fundador de los Jesuitas, y Francisco Xavier Jasso, el gran misionero, eran ambos vascoparlantes y extraordinarios católicos. Aun así, los dos son identificados a menudo como españoles aunque no por error».

El grupo dirigido por Cathleen Acheritogaray insiste en que «mientras Aznar ha respaldado repetidamente negociaciones entre Israel y los palestinos, ha mantenido consistentemente un doble estándar al negarse a negociar con militantes nacionalistas vascos (sic)». Los militantes abertzales también han recalcado que «gobiernos, o sus representantes, involucrados en la represión de la libertad de expresión y tortura no tienen cabida a la hora de enseñar o moldear a futuros políticos, embajadores, funcionarios diplomáticos u otros que van a representar a EE.UU. tanto en casa como en el mundo».

Ante estas misivas y activos esfuerzos para que se rescindiera el contrato de Aznar, el principal periódico publicado desde 1920 dentro del campus ha terciado en la polémica con un editorial justificando la incorporación al claustro del ex presidente del Gobierno español. Según el diario «The Hoya», de prosperar los esfuerzos por negar a Aznar su puesto de profesor visitante en Georgetown «se estaría negando a los estudiantes una oportunidad educativa sin precio» y se estaría violando la idea básica de universidad como foro de discusión intelectual. A juicio del editorial, el rector DeGioia «se debe mantener firme y rechazar» esta petición de los abertzales.

Una acusación desmontada

Para rebatir las imputaciones de terribles abusos formuladas por la organización IBO, cuyas actividades son conocidas por la Embajada española en Washington, el periódico de Georgetown cita a la reputada organización «Freedom House» que cada año analiza el nivel de libertades en todos los países del mundo. Según esta clasificación, en el 2003 -el último año completo con Aznar en la Moncloa- España obtuvo la máxima calificación en el respeto a derechos políticos y civiles.

El editorial con fecha del 27 de agosto insiste en que «es importante para los estudiantes de Georgetown escuchar a jefes de Estado y altos cargos, porque las experiencias prácticas que esos líderes pueden impartir a sus estudiantes son únicas e invalorables. Si Georgetown va a prescindir de gobernantes sólo porque han tomado decisiones impopulares o controvertidas, ¿a quien se podrá recurrir? ¿Y si el rector DeGioia fuera a sentar el peligroso precedente de ceder a la presión, entonces qué sería lo siguiente? ¿Se pediría también la dimisión del claustro de Jeanne Kirkpatrick o Madeleine Albright?».

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