Javier Ayuso: El hombre adecuado en el momento más difícil
Experto en gestión de crisis, la Casa del Rey le fichó para afrontar el caso Nóos. Después le estalló una tormenta perfecta e incluso la Sucesión

Cuando al diplomático Rafael Spottorno le estalló el caso Nóos, lo primero que pensó es que necesitaba un experimentado artificiero de la comunicación. Este experto en gestión de crisis debía ayudarle a explosionar las bombas que había dejado Iñaki Urdangarín en donde menos daño pudieran provocar al resto de la Familia Real. Pero también tenía que estar acostumbrado a moverse en los salones enmoquetados del poder y que se le pusiera al teléfono la cúpula mediática.
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En un rincón de Hendaya descansaba un hombre que reunía esas condiciones. Pero aquel experto, retirado en plena madurez, no tenía ningún motivo, ni económico ni vital, para retomar su profesión. Acababa de regresar de un precioso viaje por Botsuana que todavía disfrutaba en el recuerdo, y se había planteado escribir una novela histórica. Muy lejos quedaban ya sus tiempos de Dircom del BBVA y más aún los de periodista especializado en Economía que había recorrido las redacciones de los principales medios españoles, ABC entre ellos.
No costó convencerle
Como a los agentes retirados de las películas a los que se llama para operaciones especiales, a Spottorno no le costó convencerle. El apasionante reto que le planteaba el jefe de la Casa del Rey despertó su vocación dormida y Javier Ayuso se incorporó una mañana de marzo de 2012 a su despacho de La Zarzuela. Había tenido despachos más grandes, pero no tan bucólicos como aquel, rodeado de pinos, encinas, ciervos y jabalíes.
Desde allí, debía manejar la crisis más grave que iba a afectar a la Monarquía española y acabar con la fama de opacidad que tenía el Palacio. Aunque entonces no lo sabía, también tendría que afrontar la caída del Rey en Botsuana, y el tsunami de malestar que aquello desencadenó, así como cinco operaciones quirúrgicas del Jefe del Estado, algunas de ellas muy preocupantes. Y, como colofón, gestionar el primer relevo en la Corona desde la restauración de la Monarquía.
«Javier, enhorabuena, pero ¿estás loco?», le comentó por SMS uno de sus amigos, también retirado, cuando se enteró de su nombramiento. Un año después este amigo acabó ocupando otro puesto complicado en una institución financiera arruinada. «Y ahora, ¿cuál de los dos es el loco?», le respondió entonces Ayuso.
Institución compleja
Enseguida descubrió la complejidad de una Institución en la que hay una Jefatura del Estado pero también una familia. Una cosa era alejar institucionalmente a Doña Cristina y otra romper una relación familiar: los Reyes también eran los padres de la Infanta y tenían sus sentimientos. A veces, una decisión familiar, como cuando se presentó Urdangarín en el hospital a ver al Rey, ponía en peligro toda una estrategia institucional.
Aunque Ayuso llegó a Zarzuela con un plan de comunicación, los imprevistos no le permitieron desarrollarlo como lo había programado. Meses antes de su llegada, La Zarzuela había hecho público por primera vez el secreto mejor guardado del Reinado: los sueldos del Rey y del Príncipe de Asturias, así como el desglose detallado del presupuesto de la Casa.
Él debería ir ampliando esta información, modernizar la página web de casareal.es -hacerla interactiva e incluso crear un área infantil- y sobre todo responder con transparencia a las preguntas que cada día formulaban los periodistas. Algunas le sorprendieron desde el primer momento. Acostumbrado a manejar datos económicos, se veía asaltado por cuestiones que afectaban a la intimidad y vida privada de los miembros de la Familia Real, pero a pesar de las presiones, nunca entró en el terreno personal, aunque alguna vez se elevó a titular oficial algún comentario hecho en privado.
Apenas llevaba un mes cuando se produjo la tormenta perfecta. Aquel viernes 13 de abril de 2012, cuando la opinión pública creía que el Rey estaba en Madrid, Don Juan Carlos se había caído en Botsuana, durante un viaje privado, con la prima de riesgo a más de 400 puntos... Ayuso tuvo claro que había que informar con transparencia de las circunstancias del accidente.
La situación más delicada
Tras la caída empezaron también las cinco operaciones que hubo que practicar al Rey en los últimos dos años y medio. Habría que hacer frente al caso Nóos con otro imprevisto: un Rey convaleciente. Pero la situación médica más complicada se vivió a la vuelta del verano de 2013, cuando los facultativos de La Zarzuela empezaron a sospechar que Don Juan Carlos tenía una infección en la prótesis de la cadera izquierda.
Un cuadro médico muy preocupante para el que se llamó a uno de los grandes especialistas en recambios de cadera, que afortunadamente era español: el doctor Miguel Cabanela. La gravedad de la situación obligaba a informar con todo detalle y, por primera y hasta ahora única vez en la historia, desde La Zarzuela se convocó a una rueda de prensa. Esa mañana se corrió el rumor de que el Rey iba a abdicar, pero eso ocurrió nueve meses después. Y también lo tuvo que gestionar Ayuso.
Ahora, con la Sucesión en la Corona, ha desaparecido la situación de crisis. La Infanta Doña Cristina e Iñaki Urdangarín ya no son miembros de la Familia Real. El experto en gestión de crisis ha dejado su despacho a otro periodista con el perfil adecuado para las nuevas circunstancias, que se prevén de normalidad institucional. Se trata de Jordi Gutiérrez, un veterano profesional, gran conocedor de la Casa, con 17 años de experiencia en La Zarzuela y con ideas nuevas para la etapa que acaba de comenzar. Ayuso pronto regresará a su rincón de Hendaya, donde quizá otra institución en apuros le pida algún día que vuelva.
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