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Rajoy cree que la unión política en la UE neutralizará el desafío de Mas

Bruselas cada vez manda más. Tanto, que la auténtica reforma constitucional española ya está, de facto, en marcha

Rajoy cree que la unión política en la UE neutralizará el desafío de Mas ángel de antonio

MAYTE ALCARAZ

Europa frente al independentismo catalán. Ese es el plan de Mariano Rajoy para conjurar, paralelamente a las herramientas jurídicas que la democracia le otorga, el proyecto soberanista del Gobierno de Mas. Si hace unos meses La Moncloa activaba una estrategia para reforzar la labor pedagógica en defensa de la unidad de España, desplegando a ministros y altos cargos en actos dirigidos a la sociedad catalana, ahora toca poner en valor los revolucionarios cambios que desde el punto de vista fáctico van a implementarse en los países de la UE. Es decir, Rajoy lo tiene claro: lo que viene de Europa supone un proceso de cesión de competencias y soberanía de tal magnitud que es incompatible con la involución nacionalista que persigue la Generalitat. El Derecho comunitario se está haciendo presente, e irá ascendiendo por capilaridad hasta los preceptos constitucionales, en espacios que hasta ahora se consideraban exclusivos de la soberanía estatal. Por ejemplo, la justicia penal.

Así, el Ejecutivo fía a ese proceso natural en el que están concernidos los 28 países comunitarios la verdadera, profunda y silente reforma constitucional, muy lejos de los cambios instrumentales que reclaman las formaciones catalanas y, en menor medida, la oposición socialista, con matices federalistas . «Esta integración comunitaria constituye la mayor transformación de nuestra Carta Magna y de la estructura del país». Son palabras del presidente al preguntarle ABC (13/03/2014) por el desafío de Mas. Un ministro de Rajoy lo traduce ahora así: «Es el planteamiento del jefe del Gobierno, que está trasladando a todo su equipo. Con independencia de los argumentos jurídicos con que estamos abordando el descabellado plan de CiU, la verdadera respuesta política está en la integración europea». En otras palabras: la pérdida de soberanía por parte de España entraña tal cambio para nuestra configuración política que será innecesaria cualquier otra; sobre todo la que persiguen Rubalcaba o los líderes convergentes. Esa «extravagancia» catalana, según palabras de un alto cargo de La Moncloa, chocaría con Europa, «y no solo porque es imposible la permanencia de un territorio separado de un país miembro».

Así, la diplomacia española en la Unión empieza a dar sus frutos. El último, la rotundidad del nuevo primer ministro de Hollande, Manuel Valls , que hace unos días defendió, «frente al disloque catalán, una Europa fuerte, una Europa unida». Una contundente declaración de principios de un francés de raíces españolas que traduce el «mantra» europeo: la UE debe superar ya los nacionalismos que causaron las dos guerras mundiales. Y entre esos particularismos cobra una vigencia extemporánea el catalán, que solo halla ecos en grupos xenófobos flamencos e italianos. Cultivar esas doctrinas excluyentes sería, según un asesor del presidente, una suerte de «esquizofrenia política europea» (disloque, según Valls), insostenible en el siglo XXI. Así lo explica a ABC: si el Banco de España ya no va a supervisar al Banco de Santander o al BBVA y lo va a hacer una entidad con sede en Fráncfort; si el FROB español tiene los días contados; si la unión fiscal camina lenta, pero firmemente, por los meandros de Bruselas; si la fresa onubense o la producción lechera asturiana la tienen que defender un comisario rumano; si los pasaportes han quedado embebidos en territorio Schengen por el Documento Nacional de Identidad; si una sueca decide la hoja de las concertinas con que África sortea el hambre..., algo muy importante está ocurriendo con la soberanía que hasta hace unos años administraba cada país y ya no lo hace.

Acuerdos contractuales

Se trata de uno de los ejes que manejará el PP en su campaña europea, a cuyo frente ha colocado al todavía ministro Arias Cañete . La estrategia popular tratará así de neutralizar el victimismo con el que se guarnece Mas en favor de un discurso en positivo, basado en la europeidad de España y en la necesidad de respaldar los cambios en la UE como bálsamo, de paso, para combatir la crisis. Así, el presidente ha comentado a su círculo más próximo que esos «acuerdos contractuales» que está suscribiendo España a base de perder atribuciones «ya están cambiando la Constitución».

En Génova hablan de que «el europeísmo va a refundar la España que salió de la Transición». Y recuerdan cómo «la segunda reforma que se ha realizado de la Carta Magna también se hizo por mandato europeo en 2011, cambiando el artículo 135 para incluir el control presupuestario, con el total acuerdo del entonces Gobierno socialista de Zapatero y el PP de Rajoy».

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