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El fiscal Bautista, Twitter y la «chapucería nacional»

El hombre que ha representado al Ministerio Público en juicios como el Faisán o el 11-M utilizó un perfil falso de la red social para criticar a superiores y compañeros.

El fiscal Bautista, Twitter y la «chapucería nacional» efe

J.FDEZ-MIRANDA/J.CHICOTE

«Cuando alguien juega sucio, acaba convirtiéndose en Torrente». Es una de las frases más gloriosas del fiscal Carlos Bautista , amante de soltar titulares de este tenor en sus intervenciones durante los juicios. Esta en concreto la pronunció en el del caso Faisán, en un intento por comparar el chivatazo con la popular y exitosa saga de Santiago Segura.

Lo que no imaginaba Bautista es que sólo unos meses después esa frase se volvería en su contra: él es quien ha estado durante meses jugando sucio al dedicarse a escribir todo tipo de tuits contra compañeros, superiores, políticos e instituciones y él es quien, finalmente, podría acabar asemejándose a Torrente.

Carlos Bautista llegó a la Fiscalía de la Audiencia Nacional en el año 2006. Le nombró su actual superior, Javier Zaragoza, que también había sido su jefe en la Fiscalía Antidroga. Durante años, la relación entre ambos fue de absoluta confianza, como prueba la relevancia de los casos que le entregó: el 11-M, el Faisán e innumerables causas contra ETA en tiempos de la negociación.

Aunque su forma de pensar queda clara en sus tuits incendiarios, Bautista no siempre ha escondido sus filias y fobias tras el anonimato de una cuenta falsa. En un reciente artículo sobre el 11-M muestra a las claras su escaso respeto por el expresidente del Gobierno José María Aznar. «Alguien de cuyo nombre no logro acordarme», redactó con luz y taquígrafos.

El perfil psicológico de Bautista queda perfectamente descrito cuando salta a la luz pública que se ha escondido bajo el anonimato de un perfil falso en Twitter para criticar abierta y públicamente a personas con las que se cruza a diario en el ejercicio de sus funciones.

En sus años en la Fiscalía de la Audiencia Nacional también ha protagonizado episodios extraños, como cuando denunció el supuesto robo del pendrive con informes del sumario del caso Faisán o cuando se inventó que, según informes que manejaba el Ministerio del Interior, ETA podía volver a matar. La afirmación obligó a que le desmintieran el ministro del Interior y el fiscal general del Estado. Eduardo Torres-Dulce aseguró que Bautista basaba esa eventual vuelta a las armas «en lo que había leído en la prensa».

Este no ha sido el único conflicto entre Bautista y Torres-Dulce, que tuvo que llamarle al orden en el caso Faisán y obligarle a acusar a los policías del chivatazo de un delito colaboración con banda terrorista. Bautista acató la orden –no le queda otra–, pero dejó muy claro en su escrito que no estaba en absoluto de acuerdo.

Ahora, tras el poco honroso episodio de Twitter, Bautista está en manos de sus dos superiores. De momento, ninguno de los dos ha movido ficha. Ni Zaragoza ha trasladado queja alguna a Torres-Dulce ni éste ha decidido si abrirá o no diligencias. No son los únicos que han guardado silencio: Carlos Bautista tampoco ha pedido disculpas. Esa puede ser la diferencia entre un país serio o la «chapucería nacional» que Bautista denunció a bombo y platillo durante el juicio del Faisán.

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