El monje shaolín detenido en Bilbao lleva dos años en tratamiento por un tumor cerebral
Juan Carlos Aguilar se encuentra «muy confundido» y ha señalado que «cree» que el pasado día 31 de mayo mató a una mujer

La Ertzaintza ha confirmado que Juan Carlos Aguilar lleva dos años en tratamiento por un tumor cerebral en un centro de Navarra, lo que al parecer podría alterar sus facultades. Una de las alumnas de este maestro de artes marciales relató ayer que a causa del tumor había días en los que Aguilar «no podía ni andar». Otros conocidos también habían señalado que en los últimos tiempos le encontraban «algo raro» y lo achacaban a «una grave enfermedad».
El arrestado de 47 años, que continúa en dependencias policiales, se encuentra «muy confundido» aunque ha declarado en comisaría que «cree» que el pasado día 31 de mayo mató a una mujer, según fuentes de la investigación consultadas por Efe.
La Policía vasca ha hallado en la vivienda y el gimnasio de Aguilar restos óseos de diferentes partes del cuerpo, pero hasta que se efectúen pruebas de ADN no se podrá determinar si esos restos son de una o de varias personas, según las mismas fuentes.
Se han encontrado, entre otros, restos de manos y, al parecer, partes de una columna vertebral, pero los fragmentos no son suficientemente significativos por sí mismos como para determinar si corresponden a uno o más cadáveres, por lo que es preciso efectuar las pruebas genéticas, según los investigadores.
Dominar la mente y el cuerpo
Las artes marciales constituían para Aguilar una vía para el «control de las emociones», según él mismo aseguraba en las entrevistas que concedió este bilbaíno al convertirse en 1997 en el primer maestro shaolín occidental. Dieciséis años después, el famoso campeón de artes marciales era detenido ayer por dejar en coma a una mujer en su gimnasio en Bilbao y haber matado a otra la semana pasada.
«Mi camino se separa de toda organización, estilo o familia. Tan solo sigo la senda del chan / zen. Dominar la mente y el cuerpo de manera suave». Las palabras de Huang C. Aguilar , como se hacía llamar, chocan con su brutalidad con Ada, la prostituta nigeriana de 29 años que gracias a la intervención policial se salvó de la muerte. La Ertzaintza encontraba después restos humanos en el gimnasio y en el propio domicilio del detenido.
Mientras buscan aún restos humanos en los contenedores cercanos al gimnasio, en el vertedero y en la ría de Bilbao, la Policía trata de confirmar si el detenido tenía o no problemas psicológicos y si seguía algún tipo de tratamiento médico para paliar sus efectos.
Un vecino del agresor, que vivía en la calle Iturriza de la capital vizcaína, reconoció que «no se trataba con nadie, ni te saludaba». Aguilar era maniático con los ruidos, según sus vecinos, que afirman que tiraba cosas a las personas que se congregaban en torno a los bares.
En su domicilio, junto a su nombre, aparecía como «Antropólogo».
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