El beso, el abrazo y la sobriedad

¡Cómo hemos cambiado! Quince años han pasado desde la primera victoria del PP en unas generales y las imágenes de las celebraciones en el balcón de Génova de entonces y de anoche son un reflejo de la metamorfosis que ha experimentado España en poco más de una década.

De la sobriedad de José María Aznar en 1996 , escoltado por su mujer, Ana Botella, y rodeado de sus tres hombres de confianza perfectamente trajeados: Francisco Álvarez Cascos, Rodrigo Rato y el propio Mariano Rajoy, a la estampa más fresca y distendida que se vivió anoche en la sede de los populares con música, muchas más féminas en cargos de responsabilidad, hombres sin corbata y beso del ganador a su discreta esposa incluido.

Rajoy, que quince años antes había formado parte de esa estampa tan masculina y formal , le dio ayer todo el protagonismo a «sus chicas»: Ana Mato, Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría lo escoltaron en el balcón.

Y aunque siempre se le ha tachado de ser excesivamente contenido, Rajoy dejó de lado por un momento su excesiva corrección para dejarse llevar por la emoción del momento y besar a su mujer Elvira , una foto de portada que no pudimos ver en las celebraciones de Aznar y tampoco en las de Rodríguez Zapatero en Ferraz.

La esposa de este último, Sonsoles Espinos a, poco amiga de salir en la foto, ni siquiera apareció en la tribuna de Ferraz para apoyar a su esposo cuando ganó las elecciones en 2004. Cuatro años más tarde, cambió de opinión y pudimos verla felicitando a su marido fundiéndose en un abrazo y dándole dos besos . Seguramente, conociendo su gusto por el segundo plano, le pareció suficiente demostración de amor.

Cada uno celebra la victoria como quiere, pero es obvio que el beso de ayer, por lo espontáneo e inesperado del momento, nos recordó a muchos que los políticos, aunque a veces no lo parezcan, son humanos.