La maternidad y la brecha laboral, una cuestión pendiente
En una sociedad cada vez más envejecida y con una de las tasas de natalidad más bajas del mundo, no podemos permitirnos el lujo de que el tener hijos trunque la carrera profesional de las mujeres
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Celebramos el pasado viernes el Día Internacional de la Mujer, hasta hace no mucho el día de la mujer trabajadora, y durante toda la semana he tenido el mail inundado de informes, notas de prensa... sobre la igualdad de género, el empleo femenino, la presencia ... de las mujeres en las carreras STEM y un largo etcétera. Y siendo todos ellos interesantes, de todo lo que he leído estos días, me quedo con el reportaje elaborado por mi compañera Susana Alcelay, que publicamos ayer en ABC, y que pone de manifiesto que la principal brecha en empleo y salario entre hombres y mujeres se explica fundamentalmente por la maternidad.
Es cuando menos curioso que mientras en los hombres la paternidad se traduce en un aumento de la tasa de empleo –casi el 90% de los padres de entre 25 y 49 años trabaja–, en las mujeres, el efecto de tener hijos es el contrario. Apenas el 70% de madres de esa franja de edad trabaja fuera del hogar. La brecha de empleo por tanto entre unos y otras es de 19 puntos. Sin embargo, la tasa de empleo entre hombres y mujeres sin hijos es muy similar, apenas dos puntos de diferencia, eso sí, a favor de ellos.
En una sociedad como la nuestra, con una de las tasas de natalidad más bajas del mundo, apenas 1,16 hijos por mujer, este hecho es de una extrema gravedad. Según datos del INE, el 40% de las mujeres españolas no tienen hijos, y la cifra es mucho mayor entre las menores de 30 años, donde el porcentaje se eleva al 79%, e incluso entre las que tienen entre 30 y los 34 años, donde menos de la mitad de las mujeres son madres. Y lo preocupante es que da la impresión de que las políticas que se están tomando para evitar esta brecha laboral no acaban de dar los resultados esperados. La equiparación entre los permisos de paternidad y maternidad parecen un paso en el buen camino para evitar que las empresas prefieran contratar a hombres en lugar de a mujeres, por los permisos tras el nacimiento de los hijos. Pero está claro que no es suficiente.
Es cierto que aunque cada vez son más los hombres que se involucran en el cuidado de hijos y mayores, todavía son mayoría las mujeres que se piden excedencias o reducciones de jornada para el cuidado de sus hijos. Y no es malo que así sea, siempre que se trate de una decisión voluntaria y consensuada dentro de la pareja. Ni el Gobierno ni los empresarios son quiénes para impedir que una madre o un padre decidan hacer un paréntesis en su carrera laboral para cuidar a sus hijos o a sus padres. Lo que se debería potenciar es que una vez que se vuelve de ese paréntesis, se pueda retomar una carrera laboral que, con el retraso en la edad de jubilación, tendrá todavía muchos años por delante.
Es cierto que en muchas empresas, especialmente en las grandes y en las tecnológicas, hay cada vez más flexibilidad porque es una de las cuestiones que más tienen en cuenta los trabajadores jóvenes y bien formados a la hora de elegir compañía en la que trabajar. En muchas ocasiones incluso pesa más que el propio salario.
Hay que tomar medidas, por tanto, para incentivar la natalidad y para evitar que esta se convierta en un obstáculo para la carrera profesional de las mujeres. Pero además hay que actuar desde el punto de vista de los valores y de la educación. Formar una familia ha dejado de ser una prioridad para muchos jóvenes, independientemente de si tienen o no trabajo, si tienen o no buenas condiciones económicas, o si tienen o no vivienda. Para que la natalidad se recupere hay que volver a convertir en una prioridad de los jóvenes el tener hijos, y eso no se soluciona solo con medidas económicas o de conciliación.
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