Hazte premium Hazte premium

El viaje de claroscuros hacia la madurez del 'motosharing'

El sector, que suma sonados pinchazos y proyectos consolidados, teme el impacto de las nuevas exigencias de la DGT y pide mayor colaboración público-privada

El negocio del 'carsharing' acelera y enfila la ruta de la rentabilidad

Una usuaria circula por el centro de Madrid gracias al 'motosharing' de Cabify tania sieira
Laura Montero Carretero

Esta funcionalidad es sólo para registrados

La forma de desplazarnos por las ciudades ha cambiado y la querencia a tener un vehículo a nuestro nombre ha perdido fuelle en un mercado plagado de alternativas a la propiedad. Una de las fórmulas que lleva tiempo rodando en las metrópolis españolas es el 'motosharing', el alquiler por periodos cortos de tiempo de motos que se reservan desde una app. Es este un sector de luces y sombras, en el que hay operadores que han logrado sobrevivir, pero en el que muchos otros se han quedado por el camino. El último, Seat, que en febrero anunció el cese de su servicio de motos compartidas tras tres años y medio en funcionamiento debido a los elevados costes operativos y la falta de rentabilidad. A las dificultades financieras asociadas al negocio en sí se suma la intención de la DGT de exigir a los nuevos conductores con carnet B un curso para llevar motocicletas de 125 centímetros cúbicos (hasta ahora bastaba con tres años de experiencia), lo que supone un golpe directo a la línea de flotación de algunas de estas empresas llamadas a jugar un papel clave en la movilidad urbana.

De acuerdo a Naciones Unidas, las urbes son responsables del 75% de las emisiones de carbono, por lo que encontrar soluciones respetuosas con el medio ambiente, como el 'motosharing', que ha hecho de la electrificación su seña de identidad, se ha convertido en un reto inaplazable. Plazas europeas como París, Roma o Lisboa, por citar algunas, ya disponen de este modo de transporte, mientras que en territorio nacional está en marcha en lugares como Madrid, Barcelona, Málaga, Sevilla o Valencia.

El modelo, en el que los usuarios pagan desde 0,31 hasta 0,37 euros por minuto (varía en función de la empresa), se presenta como un complemento a la red de transporte público y los expertos entienden que es una pieza más en el puzle de la movilidad. Ramón Ledesma, consejero de Pons Mobility, considera que es una «herramienta especialmente interesante para el ámbito urbano», ya que es sostenible, con apenas consumo energético y no genera emisiones, a lo que añade que las motos ocupan un espacio muy reducido de aparcamiento frente a los coches. Ledesma entiende que, además, es uno de los canales más rápidos para la electrificación del parque.

España, según señala José María Riaño, secretario general de la Asociación Nacional de Empresas del Sector de Dos Ruedas (Anesdor), tiene una posición muy relevante, al situarse entre los tres primeros países del mundo con más servicio de 'motosharing'. «Podríamos afirmar que Madrid y Barcelona son capitales 'top' en esta materia a nivel global», afirma.

A su juicio, esta actividad juega un papel importante en la nueva movilidad, sobre todo en las grandes áreas metropolitanas. «Está sirviendo de puerta de entrada a la electromovilidad porque muchas veces el primer vehículo eléctrico que prueban los ciudadanos es de 'sharing'. Asimismo, viene a cubrir las necesidades de nuevos perfiles de consumidores que tienen menor apego por la propiedad y están más orientados al pago por uso», justifica Riaño.

Inmadurez del negocio

Sin embargo, hablamos de un nicho en el que cruzar el umbral de la rentabilidad es complicado y en el que numerosas propuestas, como la mencionada de Seat o las de Coup, Movo, Moving o Reby, se han ido a pique. «El 'motosharing' no es un negocio maduro todavía, por lógica tendría que ir extendiéndose en diferentes áreas metropolitanas. Eso sí, su desarrollo está condicionado por las diferentes regulaciones que establezcan los municipios en los que se ponga en marcha. Para que este negocio sea rentable necesita unas flotas de un tamaño suficiente que permitan cubrir una zona geográfica grande y rentabilizar los costes operativos que supone la recarga y el reposicionamiento de los vehículos», apunta el secretario general de Anesdor.

En la misma línea se mueve Ledesma, de la consultora Pons Mobility, que advierte de que «el negocio no está exento de dificultades porque requiere una determinada inversión y constancia en el proceso, de tal manera que si en un momento dado no llega el 'break even' se viene abajo». Por otro lado, cree que la medida en la que trabaja la DGT en aras de reducir la siniestralidad de los motociclistas supondría una barrera para el sector, ya que su público mayoritario posee el permiso B. «Lo que sí hay que garantizar en el ámbito de las ciudades es el calmado de tráfico mediante la implementación de radares y sistemas de control de velocidad», desliza como solución.

Desde Anesdor coinciden en que la medida tendría un impacto «muy negativo» en el 'motosharing'. «El servicio emplea motos eléctricas, escúters, y podría darse el caso de que se emplearan ciclomotores, pero esto supondría un problema en la movilidad metropolitana. Los ciclomotores no pueden circular por autovías y autopistas, y hay trayectos urbanos que conllevan atravesar este tipo de vías, por lo tanto, si se hiciera con un ciclomotor se estarían infringiendo las normas», ahonda su secretario general.

Desde Cooltra, uno de los actores de referencia del mercado, prefieren esperar a ver cómo quedará la medida para hacer una valoración, pero en principio no les afectaría, puesto que el cilindraje de sus motos es de 50 cc. Esta firma fue pionera en Europa con el lanzamiento del primer servicio de 'motosharing' en Barcelona en 2016 y, desde entonces, se ha expandido a Madrid, Valencia y Sevilla, con lo que su flota en nuestro país totaliza 3.200 motos. Como destacan desde el grupo, tras las recientes operaciones llevadas a cabo (la adquisición de la francesa Cityscoot y la fusión con la holandesa felyx), «lideran el segmento en Europa con 3,5 millones de usuarios y una flota de 16.000 vehículos 100% eléctricos destinados al 'motosharing'», estando presentes en urbes como Lisboa, Roma, Milán, París y Turín.

La catalana Cooltra fue pionera al poner en marcha su servicio de 'motosharing' en Barcelona en 2016, desde donde se ha expandido a más ciudades, tanto españolas como europeas ABC

Preguntados por la rentabilidad, aseguran que la han alcanzado en todas sus líneas de negocio en casi todas sus regiones europeas: «Somos una empresa que ha sabido diversificar. Además de nuestras opciones de 'motosharsing' ofrecemos alquiler de vehículos de dos ruedas por días, semanas y meses tanto a particulares como a empresas y a la administración pública».

El 'motosharing' se ha hecho hueco en las calles, pero desde Cooltra piden una mayor colaboración público-privada: «Es crucial que los ayuntamientos de las distintas ciudades vean a las compañías del sector de 'sharing' como aliadas, que tengan en cuenta esta modalidad de transporte segura y sostenible, que apuesten por ella y nos ayuden a promoverla. Es un modelo que beneficia al medio ambiente, a la sociedad y ayuda a descongestionar el tráfico».

Otro de los gigantes del sector es Acciona, que sí ofrece motos de 125 cc, aunque evita pronunciarse sobre la propuesta de la DGT por tratarse, de momento, de un anuncio, sin concreción de los detalles sobre su posible aplicación. La firma irrumpió con su servicio en octubre de 2018 en Madrid y se expandió a ciudades como Barcelona, Valencia o Sevilla, «convirtiéndose en líder de esta modalidad», según subrayan. Su 'motosharing' (también eléctrico) tiene, en función de la época del año, en torno a las 10.000 unidades, todas ellas de la marca Silence. «También estamos a través de nuestros distribuidores en Gerona, Jaén y zonas turísticas como la Costa Brava y Mallorca», explican fuentes de Acciona, que indican que la entrada en el mercado responde a la apuesta estratégica de la compañía de «invertir en proyectos que aceleren la transición energética y la lucha contra los efectos del cambio climático».

El servicio de motos compartidas de Acciona cuenta con unas 10.000 unidades eléctricas ROCÍO RUZ

En marzo de 2020, debido al Covid-19, el servicio se interrumpió y regresó en mayo de 2020, teniendo en la actualidad cifras de utilización mejores que antes de la pandemia, detallan desde Acciona. «El negocio –dicen– ya aporta un Ebitda positivo al grupo. En el caso de Acciona, la apuesta por esta actividad responde a su objetivo de acelerar la transición, dado que la movilidad ha sido tradicionalmente uno de los ámbitos más difíciles, por su gran atomización y la necesidad de contar con infraestructuras de recarga de baterías. El ámbito urbano tiene especial importancia, ya que está asociado a externalidades negativas adicionales como la congestión, los ruidos y las emisiones de CO2».

Fuentes del negocio de movilidad de Acciona recuerdan que la redefinición de la movilidad urbana para abordar la problemática ambiental y climática tiene como palanca las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), pero lamentan que no está cumpliendo los plazos de implementación previstos, y todavía son muy pocos los municipios que las tienen activas. «No cabe duda de que la movilidad eléctrica compartida es una solución perfecta para esta redefinición –continúan–. Además, la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, así como la Estrategia de Movilidad Sostenible, Segura y Conectada contemplan la promoción e impulso de la movilidad eléctrica compartida, acción que la administración central confía en buena medida a las entidades locales».

Cabify es otra de las marcas que compiten en este nicho, en su caso, con motos eléctricas de 50 cc. Alberto González, su responsable de Movilidad, piensa que las comunidades autónomas o municipios que decidan apostar por esta alternativa deberían contar con expertos, patronales o representantes empresariales del sector que les ayuden a diseñar los concursos públicos. «Encontramos en muchas ocasiones que los modelos impulsados por las administraciones públicas están muy alejados de la realidad del sector y de la demanda del servicio», incide.

Considera que otro tema fundamental está en los incentivos al uso de opciones de movilidad cero emisiones: «El 'motosharing' es una alternativa de movilidad sostenible que podría incluirse como retribución flexible dentro de los planes de incentivos para el transporte por parte de las empresas, y que pueden suponer beneficiarse de un importe máximo de 1.500 euros por año (136,36 euros al mes) siempre que no suponga más del 30% de su salario bruto anual». Por último, González subraya la importancia de contar con un mayor número de aparcamientos para motos, no solo en las zonas más céntricas de las ciudades, sino también en los barrios periféricos.

La empresa empezó con el servicio de 'motosharing' en 2018 en Madrid, poniendo a disposición de los usuarios 500 unidades, y paulatinamente se introdujo en más ciudades españolas. En la actualidad, suma alrededor de 2.000 motos en la capital, Barcelona y Málaga. En marzo de 2023 firmaron una alianza con Cooltra para habilitar el alquiler de sus motos desde la app de Cabify. «Gracias a esta colaboración el usuario puede acceder a un mayor número de motos de alquiler eléctricas, lo que incrementa significativamente la probabilidad de que encuentre un vehículo cerca de donde se encuentra. Este acuerdo comercial permite a dos empresas españolas sumar esfuerzos para facilitar a millones de usuarios el acceso a una movilidad sostenible cero emisiones», asegura Alberto González.

La gallega Motiños echó a rodar con una flota de 50 motos eléctricas de 50 cc que circulan por La Coruña. Su fundadora, Natalia Pais, probó el 'motosharing' por primera vez en la capital española y quedó encantada, así que capitalizó el paro y se lanzó a emprender su propio proyecto, que a partir del segundo año ya daba beneficios. «Nuestro formato gestionado por un autónomo de manera particular nos permite ser más rentables que una gran empresa», desliza la fundadora como una de las claves del éxito.

La propuesta de Motiños funciona en La Coruña y próximamente llegará a Vigo ABC

La firma cuenta con más de 10.000 usuarios activos, que comprenden perfiles diversos, desde agentes inmobiliarios que van en moto para hacer sus visitas hasta arquitectos que optan por este medio de locomoción para ir a ver proyectos, si bien Pais asegura que la mayor proporción son jóvenes y extranjeros que carecen de vehículo en propiedad. Desde Motiños planean la expansión a Vigo en breve y lo harán mediante franquicia. La línea del 'motosharing' la complementan con una tienda en la que venden diferentes modelos de motos eléctricas.

Cada una con su estrategia de negocio, las empresas de 'motosharing' aceleran para blindar su futuro financiero a la espera de la decisión definitiva de la DGT.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación