Una UE dividida convierte en permanentes los aranceles a los coches eléctricos chinos
Las tasas, que contaron con el voto el contra de Alemania, la abstención de España y el visto bueno de Francia e Italia, se aplicarán antes de fin de mes
Fabricantes de coches eléctricos chinos avanzan que no repercutirán en los precios los aranceles
Como era de esperar, los 27 países miembros de la Unión Europea no han logrado ponerse de acuerdo este viernes durante la votación en el Consejo de la UE sobre el establecimiento de un arancel extraordinario a los vehículos eléctricos importados de China, lo que no ha impedido que la Comisión decida implantarlo definitivamente. Diez países, entre ellos Francia e Italia, han votado a favor de la introducción de este recargo. Doce se han abstenido, entre ellos España, que después de haber apoyado inicialmente la medida había dado a entender que se opondría, y cinco, Alemania entre ellos, han votado en contra.
La Comisión Europea ha declarado a través de sus portavoces que su propuesta de imponer esta tasa había recibido «el apoyo de suficientes Estados miembros para que la medida fuera implementada», puesto que tampoco ha habido una mayoría para oponerse.
Dado que el comercio exterior es competencia del Ejecutivo comunitario, este ha decidido que el recargo será aplicado a partir del 31 de octubre a más tardar y que, de todos modos, continuarán «con las negociaciones con China para explorar una solución alternativa que sea totalmente compatible con las reglas de la Organización Mundial del Comercio» (OMC).
La medida sigue a una larga e intensa investigación de Bruselas que ha concluido que el Gobierno chino ha otorgado subsidios masivos a los fabricantes de automóviles del gigante asiático para aplastar a la competencia occidental. Por ello y oficialmente para defender la industria automovilística europea y sus 14 millones de puestos de trabajo, la Comisión ha propuesto la introducción de derechos de aduana adicionales para cualquier vehículo eléctrico fabricado en China que se venda en la UE.
Se trata de una medida que también se aplicará a los modelos de fabricantes no chinos que son ensamblados en China. En concreto, los impuestos adicionales serán de un 7,8% para Tesla, el 17% para BYD, el 18,8% para Geely y al 35,3% para SAIC; un baremo decidido según su grado de cooperación en las investigación sobre los subsidios.
Alemania, en contra
Alemania, el principal productor de vehículos en Europa, estaba en contra de este recargo porque teme que eso afecte a las ventas de sus grandes marcas como Volkswagen, BMW y Mercedes en el inmenso mercado chino, cuya naciente clase media representa un cliente importantísimo para su desarrollo y, por ello, tiene miedo de que Pekín contraataque con otras medidas y empiece una guerra comercial.
En el seno de la coalición de gobierno, formada por socialdemócratas, liberales y verdes, el canciller Olaf Scholz hizo uso de su poder político y resolvió que Alemania votase en contra de los aranceles después de haberse abstenido en una votación anterior. Esta misma semana, pidió que continúen las negociaciones con China sobre los vehículos eléctricos y que la Comisión Europea «tome finalmente medidas» allí donde las importaciones chinas baratas «realmente están dañando» su economía, «por ejemplo, con el acero».
Por su parte, el primer fabricante de automóviles europeo, Volkswagen, denunció lo que considera «un mal enfoque para la competitividad de la industria europea» y pidió a ambas partes que prosiguieran las negociaciones en curso con vistas a encontrar una solución política, informa Rosalía Sánchez.
Cambios de opinión en España
Otros países, como España, que votó a favor en junio, cuando se planteó la medida inicialmente, cambió de opinión durante el reciente viaje del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a Pekín. Tras esa visita, pidió abiertamente que los aranceles no se aplicasen, pero en el último momento ha optado por la abstención.
Esto obedece, por un lado al temor a que sus exportaciones, como la carne de cerdo, puedan verse a su vez penalizados por una respuesta china y, por otro, a que esperan no entorpecer la posible implantación de constructores chinos de vehículos eléctricos en España.
En declaraciones este viernes en el Foro La Toja, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ha defendido el voto abstencionista diciendo que es «coherente» con la posición del Gobierno, que no es otra que «intentar reforzar la negociación hacia adelante» entre Europa y el Gigante Asiático para sacar adelante una solución «negociada y acordada entre las partes», informa Juan Fernández-Miranda.
China considera estas prácticas «injustas»
El país asiático «se opone firmemente a las prácticas proteccionistas injustas, no conformes e irrazonables de la UE» según un comunicado oficial del ministerio de Comercio. El comunicado afirma que «China siempre ha mantenido la máxima sinceridad en el manejo adecuado de las diferencias a través del diálogo y la consulta».
La Cámara China de Comercio en Bruselas ha tenido una respuesta aparentemente más conciliadora, con una apelación a «aplazar» la entrada en vigor de las medidas mientras duren las negociaciones, que no se han interrumpido. Sobre la mesa está la amenaza de medidas de represalias contra las industrias láctea, vino, licores y carne porcina europea.
En Francia, cuyo Gobierno está a favor de gravar los coches eléctricos chinos, hay sectores concretos que temen convertirse en el blanco de esas posibles represalias de Pekín. Los productores de coñac, por ejemplo, consideran que el Gobierno se ha equivocado al aceptar esta medida en la reunión de este viernes.
«Las autoridades francesas nos han abandonado. No entendemos por qué se sacrifica de esta manera a nuestro sector», ha afirmado en un comunicado la asociación de los fabricantes de coñac.
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