«Sin teletrabajo, me voy»: los alemanes prefieren cambiar de empleo a volver a la oficina
Casi 8,5 millones de personas en Alemania trabajan sólo desde casa, cuatro veces más que antes de la pandemia. Un 24% de los asalariados dejaría su empresa si no pueden ejercer a distancia. La aversión a los despachos es tal que más de 1.200 personas quieren sustituir al farero de la remota isla de Wangerooge
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La pequeña isla de Wangerooge, en Frisia Oriental, busca un encargado para su faro. La superficie de la isla no alcanza los cinco kilómetros cuadrados y su población es de 1.197 habitantes, que se han visto comprensiblemente desbordados por la cantidad de aspirantes ... al puesto. Más de 1.200 solicitudes han llegado a Wangerooge para suceder a Jan Gerdes, que ha ocupado el empleo durante los últimos 30 años y está a punto de jubilarse. En el anuncio se indicaba que es necesario estar «en buena forma física», «tener cabeza para las alturas» y no padecer «claustrofobia». No en vano, requiere subir y bajar varias veces al día los 161 escalones interiores del faro, de 39 metros de altura, que desde 1969 está exclusivamente dedicado al turismo, apenas inexistente durante el largo invierno.
«Hubo algunas solicitudes no del todo serias, pero la mayoría mostró un interés real», ha reconocido Rieka Beween, directora del spa local. Y la mayoría cuenta con un empleo, por lo que el principal aliciente parece ser precisamente la solitaria y apartada isla de Wangerooge, junto con la posibilidad de trabajar sólo, sin un equipo alrededor. Beween se explica la enorme afluencia de solicitudes por la aversión creciente de los alemanes al trabajo en la oficina. «Creo que prefieren estar lejos del despacho o el negocio. Algunas personas asocian el trabajo en el faro con la idea de libertad».
Y no va mal encaminada. El fenómeno del trabajo en casa, impuesto por la pandemia, no remite en este país. Uno de cada cuatro empleados elige trabajar en casa para evitar acudir a la oficina. En febrero, el 24,1% de los empleados en Alemania trabajaba al menos parte del tiempo desde casa, según la última encuesta del Instituto Ifo, realizada entre casi 9.000 empresas. «La proporción se mantiene prácticamente igual desde hace dos años», anota el experto del ifo Jean-Victor Alipour. «Independientemente de los debates sobre el regreso a la oficina en algunas empresas, el trabajo desde casa se ha consolidado firmemente en Alemania».
La proporción de trabajadores de pequeñas y medianas empresas que prefiere quedarse en casa, con un 20,5%, es significativamente menor que la de las grandes empresas, con un 32,1%. El sector servicios se afilia al 'home working' con mayor frecuencia (34,1%) que en la industria (16%) y el comercio minorista (12,2%). El porcentaje sólo se mantiene en niveles mínimos en sectores en los que la realidad del día a día no permite otra cosa, como en la construcción (5,4%). «Es indiscutible que el trabajo presencial es mejor para la transferencia de conocimientos, la creatividad grupal o los aspectos sociales», afirma Alipour. «Sin embargo, nuestros datos son claros: no hay señales de que se vaya a suprimir el teletrabajo».
Ante el creciente afán por alejarse de la oficina y debido a los perjuiciosque esto supone para el trabajo en equipo, muchas firmas están comenzando a exigir un nivel mínimo de asistencia. La consultora JLL asegura que el 33% de las empresas han introducido la asistencia obligatoria y otro 27% podría imaginarse hacerlo en un futuro próximo si no funcionan las recompensas por ir a la oficina, tales como asignación de tareas preferidas, aumentos salariales o ascensos.
Derechos adquiridos
Pero resulta difícil forzar el regreso al puesto de trabajo por la competencia entre empresas: el 61% ofrece actualmente la posibilidad de trabajar desde casa y los empleados las prefieren, en un contexto laboral en el que los empleadores pierden dinero por no lograr cubrir más de un millón de vacantes. Además, los sindicatos se atrincheran en los derechos adquiridos. Cuando la directiva de Deutsche Bank anunció en febrero que a partir del verano los gerentes deberán trabajar en la oficina al menos cuatro días a la semana y el resto de empleados solo podrían hacerlo desde casa un 40% de su horario, la intranet se colapsó con reacciones de protesta.
En los grupos de edad entre 25 y 54 años, esta práctica ha aumentado en más del 60%
La firma de software SAP anunció en enero que impondría partir de abril tres días a la semana 'in situ' obligatorios y no ha podido implementar la medida. «Todavía estamos convencidos de que una relación equilibrada entre el trabajo desde casa y en la oficina promueve la productividad y la innovación, así como el bienestar de los empleados», justificó su directivo Cristian Klein. «Quizá su corazón de controlador esté sangrando», fue la respuesta de Eberhard Schick, presidente del comité de empresa, que se opone a esta medida y confía en tumbarla. «No sé exactamente qué espera el jefe, pero primero tiene que negociar esto con el comité de empresa y eso va a llevar un buen tiempo».
Según un estudio de la Universidad Técnica de Darmstadt, si la empresa no ofrece la posibilidad de trabajar de forma flexible en cuanto a lugar y horario, el 24% de los empleados alemanes incluso lo ve como un motivo de cambio de trabajo. «Los trabajadores consideran en su mayor parte el trabajo flexible como una enorme ganancia y son reacios a negociar al respecto», afirma Kyra Voll, directora de proyectos de la inmobiliaria Real Estate Management. «Si el empleador obliga a ir a la oficina, actúa en contra de su satisfacción y productividad y, en última instancia, corre un alto riesgo de rescisión de contrato».
Vuelta a la Alemania vacía
«Yo ni me lo planteo, si me obligasen a trabajar de forma presencial cambiaría de empleo», advierte Heiko, empleado de un turoperador. «Estaríamos hablando de grandes pérdidas para mí: el tiempo de ir y venir al trabajo que no me pagan, la ropa y las exigencias de imagen que tendría que cumplir y que me cuestan dinero, además de tener que comer fuera, lo que ocasiona más gastos y es peor para mi salud que si como en casa, por no hablar de las posibilidades de deducciones en la declaración de la renta, que son mucho mayores si trabajas en casa». Sus cálculos incluyen además «la libertad por no tener que coordinarme con nadie y el estado relajado en el que trabajo por mi cuenta, con mucho menos estrés y que me permite un mayor rendimiento en menos tiempo». Menciona también que «vivir en el pueblo es mucho más barato que en la ciudad y estoy más en contacto con la naturaleza», señalando el trabajo en modo remoto como esperanza para la Alemania vacía.
El mayor turoperador europeo, la alemana TUI, reubicó a sus empleados el pasado verano en un edificio renovado de Hannover, Campus, con 1.500 plazas para sus 2.800 trabajadores permanentes. Las plazas se reservan allí voluntariamente con antelación y la directora del proyecto, Inga Meyer, intenta atraer las reservas con «áreas de 'coworking'», sillas de retiro, cocinas con nevera y lavavajillas... Las encuestas realizadas por el departamento de personal mostraron que más del 80% no deseaba ir a la oficina más de dos días a la semana y la empresa optó por adaptarse. Lo mismo ha hecho Zalando, que ha renunciado a dos de los tres edificios que ocupaba en Berlín.
Repercusión inmobiliaria
«El lugar de trabajo puramente digital no es adecuado, especialmente para aquellos que empiezan su carrera, para los que no tienen buena conectividad o dificultades de organización», desaconseja el consultor de gestión Rüdiger Maas.
Pero predica en el desierto. Casi 8,5 millones de personas en Alemania trabajan actualmente sólo desde casa, cuatro veces más que antes de la pandemia, según la respuesta del Ministerio Federal de Trabajo a una pregunta escrita de la diputada de izquierda Susanne Ferschl.
En los grupos de edad entre 25 y 54 años, esta práctica ha aumentado en más del 60%, según el microcenso de la Oficina Federal de Estadística. Las consecuencias en el mercado inmobiliario son ya palpables: según BNP Paribas Real Estate, hay unos seis millones de metros cuadrados de espacio de oficinas vacantes en todo el país y el volumen total de inversión en propiedades de oficinas ascendió en 2023 a algo menos de 6.000 millones de euros, una disminución del 73% en comparación con 2022.
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