El sector minero profundiza en la economía circular

Desde las escombreras hasta los procesos de transformación, la innovación busca nuevos tesoros en los residuos y subproductos que genera esta actividad

En las Minas de Riotinto (Huelva) se ha implantado un sistema digital para el seguimiento de las presas de residuos

Las estatuillas que se entregaron a los galardonados en los pasados Premios Goya estaban fabricadas con cobre reciclado, uno de los minerales que permite reaprovecharse más veces sin perder sus propiedades. Este es solo un botón de muestra que refleja cómo la industria extractiva ... española camina hacia la era de la circularidad. Es decir, hacia nuevas soluciones para dar una segunda vida a los residuos y subproductos que generan sus procesos productivos. Y eso afecta a toda su cadena de valor: desde las explotaciones mineras donde se extrae la materia prima hasta las plantas de primera y segunda transformación que convierten los minerales en un producto final para el mercado como puede ser el acero o el cemento. Un sector que en nuestro país agrupa a 3.750 empresas, 4.363 explotaciones mineras y fábricas, da empleo a 318.900 trabajadores y tiene un volumen de negocio de 26.610 millones de euros.

Que esta industria se convierta en circular, sostenible y eficiente lo exige el guión, por muchos motivos. Organismos como la OCDE y la Comisión Europea prevén que la utilización de materias primas minerales se duplicará en 2060. La transición a una economía neutra en carbono está acelerando el proceso, ya que tecnologías como los paneles solares, los aerogeneradores o el vehículo eléctrico requieren más elementos de este tipo (solo este último necesita siete veces más minerales que un coche convencional). Y esto ha generado otra derivada: aparte de los minerales de toda la vida como puede ser la caliza o el hierro, han cobrado protagonismo otros como el litio, el coltán o las tierras raras, imprescindibles para los dispositivos electrónicos y para el impulso de las renovables. Materias en las que Europa tiene una enorme dependencia de terceros países como China. Y ya hemos visto con el Covid y la guerra en Ucrania cómo se han tensionado los mercados y los problemas de suministros que hemos sufrido.

Hoja de ruta

Para atender la creciente y nueva demanda, reducir nuestra dependencia y avanzar en la transición, la UE apuesta por estrategias de circularidad en sus industrias extractivas. En nuestro caso, es el primer reto que recoge la 'Hoja de Ruta para la gestión sostenible de las materias primas minerales', en la que trabaja una comisión donde están representados el Ministerio para la Transición Ecológica, las comunidades autónomas y la propia industria. El texto recoge 46 medidas prioritarias. Ahora «el grupo de trabajo redacta una serie de acciones que después saldrán a consulta pública», explica Vicente Gutiérrez, presidente de la Confederación Nacional de Empresarios de la Minería y Metalurgia (Confedem).

En definitiva, la circularidad trata de valorizar, reutilizar y reciclar todo lo que se pueda en toda la cadena de valor de la industria extractiva. Y esta no es una filosofía ajena al sector. «La recuperación de los metales que han sido usados se viene haciendo desde hace años. En miles de lugares se recupera acero, cobre y aluminio... Son los tres metales que más se reciclan», sostiene Vicente Gutiérrez. En efecto, solo en el caso del acero, nuestro país recicla un 85%.

Y también se dan salida a otros desechos. Los residuos generados por el tratamiento de rocas ornamentales (granito, mármol y pizarras) se utilizan, tras un proceso de trituración, como áridos para la construcción de carreteras o como balasto debajo de las vías del tren. «Al hacer los bloques o cortar las planchas, el mineral se puede fracturar o romper. Son piezas que ya no puedes introducir en el mercado, pero que después de triturar sí tienen un uso como áridos», explica César Luaces, director general de Primigea (la Confederación Española de las Industrias de las Materias Primas Minerales).

Sirvan más ejemplos: después de un tratamiento, los lodos que se generan al cortar o pulir el granito se emplean para la remineralización de suelos agrícolas y forestales y es materia prima para la industria cerámica. De los residuos del mármol también se obtienen una gran variedad de productos que, una vez procesados, se emplean en la industria farmacéutica, en la del papel, en la de la pintura, en la del caucho...

Este sector también trata de reducir su huella hídrica. «Todos los procesos de primera y segunda transformación requieren mucha agua, que después se recicla y se vuelve a utilizar en el mismo proceso o se regenera y la usan otras industrias o para riego agrícola», explica Gutiérrez.

Escombreras

Pero la circularidad mira ahora hacia más soluciones, algunas muy innovadoras. Por ejemplo, se buscan nuevos minerales en las escombreras de antiguas minas abandonadas y en las escorias y lodos generados en los procesos de tratamiento y transformación.

Las escombreras de una mina pueden guardar verdaderos tesoros. Están formadas por la materia que se desecha (ganga) en la propia extracción del mineral. Una amalgama de elementos que van desde coberturas vegetales y tierra hasta otros minerales que no tienen interés comercial en ese momento, bien porque no hay demanda ni aplicación, o porque con la tecnología existente no se les podía sacar más partido. «La tecnología nos permitía antes obtener cobre en concentraciones del 3%. Y hoy podemos recuperarlo en un 1%», indica Gutiérrez.

Esta industria tiene un volumen de negocio de casi 27.000 millones de euros

Ahora se trabaja en recuperar todo lo que den de sí estas escombreras. «A lo largo de la evolución tecnológica los materiales que son necesarios en cada momento son diferentes. Se necesitó mucho acero, hierro y carbón en el siglo XX. Y había materias primas que no tenían aplicación comercial y se descartaban, como el tántalo y coltán, que ahora son imprescindibles para nuestros móviles», señala Luaces.

Proyectos innovadores

Es lo que ha ocurrido en la mina abandonada A Penouta (Orense), cuyas escombreras han servido como laboratorio para un equipo de investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas del CSIC. Los resultados son un referente europeo porque han desarrollado un procedimiento para recuperar estaño y de la escoria resultante obtener dos metales muy apreciados en la industria tecnológica: el niobio y el tántalo, que dan lugar al coltán. Este mineral está en entredicho en Europa cuando se obtiene del centro de África en lugares de conflictos bélicos y de minas que explotan a menores.

El proyecto europeo Start es otro referente en innovación. Participan 15 socios europeos, entre ellos un equipo de investigadores del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). El objetivo, en pocas palabras, es tratar de generar electricidad a partir de las escombreras mineras. Sí, sí: electricidad. Así lo explica Ester Boixereu, la investigadora principal de este proyecto: «En las escombreras mineras, hay un tipo de sulfuros, la tetraedrita, muy abundante y que son materiales muy óptimos por sus propiedades termoeléctricas. Se trata de rescatar este mineral para hacer dispositivos termoeléctricos, baratos y con materiales europeos, que recuperen el calor residual que se pierde en procesos industriales o en la propia actividad humana (desde cementeras a hospitales y centros comerciales). El dispositivo generará electricidad a partir de ese calor residual, un recurso energético ampliamente desaprovechado», cuenta la investigadora.

Cuidar el medio ambiente

Un equipo de científicos testea ahora las escombreras de minas abandonadas (por ejemplo en Asturias y en la Faja pirítica ibérica) para estudiar la cantidad de tetraedrita que se podría extraer. El proyecto, además, podría resolver otro problema: «La presencia de sulfuros en las escombreras mineras son un peligro medioambiental. Así que cualquier iniciativa que ayude a aprovechar estas escombreras es bienvenida», considera Boixereu.

Los residuos inertes también se pueden utilizar para rellenar los huecos de mina que quedan vacíos

Y esta es otra de los grandes beneficios de la circularidad, que permitirá reducir daños medioambientales. Si bien ahora la legislación «obliga a restaurar la explotación minera con los materiales que no puedes usar como productor», como apunta Luaces, en otros tiempos no fue así. «Hay muchos huecos mineros antiguos que no se han cubierto. Se pueden rellenar con materia inerte y sobre esa restauración levantar un parque eólico», propone Ángel Cámara, decano-presidente del Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas.

Para ello se puede aprovechar residuos. «Obtener láminas de la pizarra para los tejados es un proceso que deja muchos residuos, son lajas finas, que no tienen aplicación. Al hacer bloques de mármol, hay partes con manchas o fracturas, que también se tiran. Estos son elementos inertes que sirven para rellenar los huecos vacíos de las minas y que la zona quede estéticamente lo más integrada posible en el paisaje», dice Cámara.

Se mira también hacia los lodos que se generan al separar el mineral de las rocas. «Tras un proceso de transformación (trituración, reducción de tamaños, flotación o lixiviación), se originan unos vertidos en forma semifluida, como una pasta, que se depositan en balsas o presas. Estos residuos posiblemente ofrecen más posibilidades de obtener recurso que se puede utilizar», indica Julio César Arranz, investigador y científico titular del IGME. Este organismo ya cuenta con un proyecto para buscar minerales estratégicos en una antigua mina de estaño abandonada en Salamanca.

Desde luego, al sondear la circularidad, la industria extractiva parece tener posibilidades infinitas.

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