Nuevas amenazas que son como caballos de Troya, unas 'balas invisibles' contra el enemigo
Luis Enrique Martín Otero, coronel veterinario y experto en bioterrorismo, habla de armas sónicas, psicotrónicas, genéticas o etnobombas que hacen de este mundo un lugar bastante inseguro
'Virus de Matusalén', las enfermedades enterradas que pueden despertar y ser una amenaza
Las amenzas que vienen
«En el siglo XXI la biotecnología ofrece nuevos campos para la investigación que a veces parecen de ciencia-ficción, y sin embargo no lo son», afirma Luis Enrique Martín Otero, coronel veterinario y colaborador del centro de vigilancia sanitaria veterinaria de la UCM en su informe 'Amenazas silenciosas'. Se desarrollan armas sónicas, psicotrónicas, genéticas o etnobombas que hacen de este mundo un lugar bastante inseguro y son una muestra de toda una nueva generación de armas que están más cerca de perfeccionarse gracias al desarrollo tecnológico. Y es necesario conocerlas, «porque informar no es alarmar es prevenir», sostiene Otero.
Armas sonoras
En ese sentido, Otero destaca las «armas sónicas» en referencia a la agresión electromagnética mediada con radiofrecuencias, que consiste en la emisión de infrasonidos de ultrasonidos. Pueden tener un impacto directo sobre el ser humano, su funcionamiento se puede alterar mediante señales de ondas enviadas a determinadas frecuencias.
Es decir, «no solo estamos rodeados de frecuencias naturales, sino que nuestros cuerpos están repletos de ellas también. De hecho, nuestras células se comunican mediante frecuencias electromagnéticas, y nuestro cerebro emite una corriente constante de frecuencias al igual que nuestro ADN», explica el investigador.
Y con estas armas hablamos de la emisión de energía pulsada y dirigida, que producen todo un cuadro de patologías con la audición de sonidos y ruidos extraños, una sensación de presión y calor. Así como síntomas que abarcan desde la pérdida de la audición, náuseas, vómitos, dolor de cabeza o alteraciones sanguíneas. Como apunta el experto una de las ventajas que tienen las armas de microondas o sónicas está en que pueden ser completamente invisibles y permanecer ocultas sin ser detectadas, mientras se usan.
Cañón sónico usado por las fuerzas policiales de Estados unidos en 2009
De hecho, esta metodología es la que se pudo haber utilizado en 2016,en el llamado «Síndrome de la Habana», en el que el personal diplomático de la embajada de EE. UU. en Cuba, resultó afectado por una patología muy peculiar que, a priori, se relacionó con leves lesiones cerebrales. Días más tarde manifestaron los mismos síntomas los empleados de la embajada de Canadá en la capital cubana. Y también los funcionarios de Shanghái, Beijing y Moscú. Los canadienses sugirieron que podría ser efecto de las neurotoxinas de las fumigaciones que realizaba Cuba en su lucha contra el mosquito Zika, sin embargo nada indicaba que fuera esa la razón.
The New York Times informaba dos años más tarde, que el equipo médico que examinó a los veintiún diplomáticos afectados en la isla si bien no mencionaban la palabra microondas en el exhaustivo informe que se publicó en el Journal of the American Medical Association (JAMA), su autor principal y director del Centro para Lesiones Cerebrales y Rehabilitación de la Universidad de Pensilvania, sí comentó que se consideraba a las microondas como las principales sospechosas.
Al mismo tiempo, los miembros de JASON, un grupo de científicos de élite que ayuda al gobierno estadounidense a evaluar nuevas amenazas para la seguridad nacional, contempló la posibilidad de que se hubiesen usado armas de microondas en este caso. Destacando que ya antes había ocurrido, en 1953, precisamente en la embajada de Estados Unidos de Moscú.
Un arma sónica de largo alcance vista de cerca
Varios países han estudiado el desarrollo de armas sónicas para repeler o inhabilitar a las personas. Las hay de largo alcance que supone hablar de «cañones de sonido» que son capaces de emitir un ruido estridente que puede afectar a 300 metros de distancia. El ejército estadounidense usó abiertamente estas armas en las manifestaciones de Pittsburgh del G20, en 2009, y para repeler el ataque de piratas somalíes contra barcos mercantes. Y en 2020 China, según Otero, se empleó armas sónicas para obligar a las tropas indias a retirarse durante un enfrentamiento en el Himalaya, y lo llamativo fue que se consiguió sin disparar un solo tiro.
Entre los aparatos que funcionan como arma sónica destaca el RDA que puede alcanzar hasta un radio de acción de 9 kilómetros, dificultando la identificación de la autoría del ataque. Y los drones también están mostrando su potencial como aliados de este tipo de armas. «Puede ayudar a los pequeños a asestar un gran golpe», señalaron los investigadores chinos de la Universidad de Ingeniería de la Información de la Fuerza de Apoyo Estratégico del Ejército Popular de Liberación. Que anunciaron este diciembre haber construido el arma de microondas más poderosa del mundo que podría alterar el equilibrio militar.
Armas psicotrónicas
Las armas sónicas se suelen confundir con las armas psicotrónicas porque generan síntomas similares en las víctimas afectadas. Pero Otero detalla que el fundamento en el que se basan las armas psicotrónicas es que utilizan ondas electromagnéticas para deformar la percepción humana y generar efectos psicosomáticos negativos. Las ondas actúan sobre las frecuencias de la misma naturaleza que la actividad eléctrica del cerebro humano, es decir sobre los 14Hz.
Luis Enrique Martón Otero explicando en televisión las diferencias entre un arma sónica y las psicotrónicas
Para ello se pueden utilizar ondas de muy baja frecuencia que penetran en las materias más densas, como el hormigón, y se expanden. También tienen otras acciones, como estimular la producción de histamina de las células del cerebro, generando debilitamiento, miedo, pánico, depresión y otros síntomas. O bien emplear ondas de muy alta frecuencia que pueden estar entre 30 y 300 gigahercios. Operan en línea recta y pueden dirigirse hacia objetivos muy pequeños en lugar de hacerlo sobre zonas más amplias. Pero mientras las armas sónicas requieren de una infraestructura muy grande y tienen que sortear muchos obstáculos para que hagan efecto, no ocurre así con las armas psicotrónicas.
Un arma de este tipo es, para Otero es un dispositivo que produce una emanación electromagnética muy poderosa que se puede transmitir por las líneas telefónicas, la televisión, la radio y las lámparas incandescentes. Otro es el generador del sistema nervioso, un artefacto ideado para paralizar el sistema nervioso de los insectos, pero que también se podría emplear de la misma forma para los humanos.
Armas ambientales y geoingeniería
La idea detrás de esto es concebir el clima a modo de un termostato controlado a voluntad por el ser humano o los países. Estas ideas no son recientes, Otero recuerda que el ejército estadounidense ya reconoció que se hicieron pruebas de guerra meteorológica en Vietnam aumentando la acción de los monzones sobre los territorios del VietCong. La senadora demócrata Claireborne Pell al enterarse dijo que «lo que me preocupa no es hacer llover per se, pero cuando abres la caja de pandora ¿qué sale?».
Hoy, como aclara el coronel Otero, la tecnología empleada para este tipo de manipulación meteorológica se haya dentro de lo que se denomina geoingeniería o la «manipulación tecnológica deliberada, a gran escala, de los sistemas de la Tierra (los océanos, los suelos y/o la atmósfera) incluyendo los relacionados con el clima». Desde Bill Gates a Niklas Zennström, fundador de Skype, han apostado por ellas. Entre las técnicas existentes de manipulación climáticas la más popular es la de inyectar sulfatos u otros productos químicos en la estratósfera para bloquear la luz solar con el objetivo de reducir la radiación que llega a la tierra.
Otras propuestas son la de blanquear las nubes marinas para que reflejen más luz solar hacia el espacio, una recomendación que ya aparece en los documentos dirigidos a Lyndon Johnson en 1965; capturar el CO2 para después enterrarlo en pozos de petróleo; tener grandes plantaciones de árboles transgénicos para que consuman carbono o reflejen más la luz solar; fertilizar los océanos para estimular el crecimiento del plancton para que absorba más CO2.
Y una de las técnicas más mediatizadas por los proyectos que están realizando los chinos es la 'siembra de nubes', con aviones militares y usando yoduro de plata para provocar lluvias o nieve artificial. Sin embargo, un informe de la Universidad Nacional de Taiwán establecía que la manipulación del tiempo puede llevar a acusaciones de 'robo de lluvia' por apropiarse el vapor de agua de la atmósfera, como ha sido el caso entre China y la India, y eso a su vez conducir a guerras por el agua. De ahí, que la UE haya hablado de crear un gemelo digital de la Tierra o empresas como Nvidia hayan propuesto construir la supercomputadora más poderosa del mundo para evaluar los posibles efectos de la geoingeniería, antes de usarla a gran escala.
Armas genéticas como bombas de tiempo
Un arma genética, como explica Otero también experto en bioterrorismo, hace referencia a la modificación del código genético de los microorganismos patógenos a través de tecnología de edición genética. «El concepto de tecnología de edición genética, a grandes rasgos, se centra en un 'gen tijera' capaz de empalmar fragmentos de genes de un organismo a otro de acuerdo con los objetivos marcados por aquellos que lo manipulen, cambiando así sus características fisiológicas», indica.
Esta tecnología no es nueva, ya en la Primera Guerra Mundial, se usaron armas biológicas, los alemanes lanzaron una elaborada estrategia que arrasó el ganado de Rumania, y el doctor Hubert Anton Casimir quiso infectar el cereal de Argentina y de EE.UU. que iba a ser enviado a los Aliados.
Un caso paradigmático y documentado es la conocida como Unidad 731 de Japón, durante la Segunda Guerra Mundial. Se hacía pasar por un departamento científico y de purificación de aguas, cuando en realidad era el programa bélico biológico más potente del ejército imperial japonés. Operó entre 1936 y 1945, en el norte de China. De hecho, Yoshio Shinozuka, un médico militar de la unidad describiría, en 2002, a medios japoneses sus actividades. Shinozuka contó que habían criado pulgas infectadas en ratas con tifus, ántrax para usarlas con sus prisioneros soviéticos.
Otero aclara que la obtención de modificaciones del ADN mediante la biotecnología, a día de hoy, es fácil de desarrollar. Y las armas biológicas no dañan las infraestructuras ni la forma de expansión de estas, por lo que pueden ser diseminadas a distancia a través de aviones o de otros medios sin exponer a sus soldados. Una idea que ya usó la Unidad 731. Testigos chinos llegaron a demandar a Japón, y contaron que esta unidad esparció desde aviones pulgas infectadas con peste bubónica. Incluso llegó a entregar alimentos que contenían bacterias de cólera en las provincias de Zhejiang y Hunan, muriendo cientos de personas.
Imágenes del llamado 'Mengele japonés', Shiro Ishii y de la Unidad 712, mientras experimenta con un prisionero
Y Otero diferencia entre armas biológicas convencionales y armas genéticas. Estas últimas son más difíciles de controlar por ser más contagiosas y letales. Para la creación de un arma genética bastaría con extraer del ADN de una bacteria el gen que contiene las características que se buscan. «Por ejemplo, una bacteria con un gran potencial infectivo, este gen se puede cortar e introducir en el genoma de otra bacteria que pudiese ser letal pero muy poco contagiosa. La recién nacida sumaría las características de sus progenitoras: capacidad para matar y para propagarse fácilmente», describe Otero.
Y otra posibilidad que se estudia es la creación de armas genéticas como bombas de tiempo. Éstas se activarían mediante el empleo de microondas que tuvieran un efecto rebote en la ionosfera, y que estarían orientadas al lugar donde se encuentran estos microorganismos. Aunque estuviesen a gran distancia, se podrían activar sin dejar rastro del culpable. «De esta manera las armas genéticas pueden desempeñar en las guerras futuras un papel estratégico disuasorio, además de lograr objetivos militares sin movilizar ni a un solo soldado», indica Otero.
Etnobombas
En las guerras biológicas también existe lo que se llaman armas étnicas o etnobombas. Como detalla el coronel son organismos biológicos letales capaces de elegir víctimas humanas por su origen étnico. Son baratas y tienen una capacidad mortífera muy grande. El trabajo de Guo Jiwei, un oficial del Ejército Popular de Liberación, médico y profesor de la Tercera Universidad Médica Militar China, titulado «La Próxima Bala», apunta que, «los estados multiplican sus esfuerzos con el objetivo de desarrollar, combinar y modificar armas biológicas, genéticas y étnicas».
Su desarrollo consiste en entender que la secuencia completa del genoma humano permitiría tener acceso a más de un millón de llamados polimorfismos de un solo nucleótido (SNP). Pequeñas variaciones en la secuencia del ADN que en algunos casos identificados son específicos y más frecuentes en un grupo étnico determinado. «Este tipo de armas tiene el problema de asegurar que la diferencia entre los grupos sea perfecta, ya que las razas humanas son muy parecidas entre sí. También supone encontrar un patógeno con alta capacidad infecciosa y que se adapte a las características que estamos buscando, es complicado, pero no imposible», aclara.
Guerra etomológicas
El papel de los animales en las guerras del siglo XXI puede ser fundamental. Este tipo de herramienta puede ser interesante para ser empleada como arma bioterrorista, ya que como argumenta Otero como veterinario, lanzar un ataque mediante enjambres de insectos infectados para esparcir la enfermedad mortal, resultaría devastador. U es más fácil de realizar sin ser detectados, que aislar y suministrar agentes biológicos patógenos. Además, el riesgo es menor para quien los manipula.
La historiadora de ciencia antigua, Adrienne Mayor, señaló que desde el año 1998, el Pentágono lleva experimentando con «sistemas biológicos controlados» para la creación de armas basadas en la entomología y la zoología. Y el único caso comprobado de guerra entomológica se dio en el marco de la II Guerra Mundial, los japoneses arrojaron bombas de porcelana rellenas de insectos infectados sobre la población china.
Usar insectos como vectores para la transmisión de enfermedades sería para Otero realmente preocupante. Porque como recuerda «desde el siglo XVII hasta principios del siglo XX, enfermaron y murieron muchas más personas debido a las infecciones transmitidas por picaduras de insectos que por todas las demás causas juntas».
MÁS INFORMACIÓN
La cuestión, al final, es que todas estas amenazas invisibles tienen antecedentes en su uso y puedan actuar como un verdadero caballo de Troya. Y su perfeccionamiento para Otero es una amenaza muy real, y permitiría hacer realidad la idea «el arte supremo de la guerra es someter al enemigo sin luchar».
Ver comentarios