Muere el segundo denunciante de Boeing en menos de dos meses tras una breve enfermedad

A principios de marzo, el exempleado de Boeing John Barnett, conocido por alertar sobre problemas en los estándares de producción de la compañía en la fábrica del 787 Dreamliner de North Charleston (Carolina del Sur, Estados Unidos), fue hallado muerto por una herida de bala «autoinfligida». Este descubrimiento agravó la crisis existente en la marca tras los problemas en algunos de sus modelos de aviones.

Ahora, ha muerto Joshua Dean, otro denunciante de Boeing que advirtió sobre defectos de fabricación en el 737 Max de la empresa aeronáutica, de acuerdo con 'The Guardian'. Este antiguo empleado de la firma fue hospitalizado después de experimentar dificultades para respirar, lo intubaron y desarolló una neumonía y una infección grave antes de morir dos semanas después. Así, se ha convertido en el segundo delator de la compañía en fallecer este año.

«Mi querido sobrino Joshua ha fallecido esta mañana. Muchas gracias a todos por vuestras oraciones y vuestros pensamientos», escribió su tía, Carol Dean Parsons, en Facebook hace unos días. Un par de días después, daba las gracias a quienes habían transmitido el pésame: «Sentiremos profundamente su ausencia. Siempre te querremos mucho, Josh».

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Hablan también de una «desconexión» entre la alta dirección de la compañía y el resto de empleados

Dean, de 44 años, exauditor de calidad del proveedor de Boeing Spirit AeroSystems, presentó una queja ante la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) en la que denunciaba «mala conducta grave por parte de la alta dirección de calidad de la línea de producción del 737» en Spirit.

El ahora fallecido había sido despedido por Spirit en 2023, una decisión por la que presentó una queja ante el Departamento de Trabajo. En ella alegó que la determinación de prescindir de él fue en represalia por plantear preocupaciones de seguridad.

A Dean lo representé el mismo bufete de abogados que al otro denunciante fallecido, John Barnett. Este último pasó casi tres décadas en Boeing y contó al 'New York Times' en 2019 que había encontrado «racimos o astillas de metal» colgando sobre el cableado de los controles de vuelo que podrían haber causado daños «catastróficos» si hubieran penetrado en los cables. Asimismo, subrayó que la dirección había ignorado sus protestas y lo había trasladado a otra parte de la planta.

El mes pasado, otro denunciante de Boeing, Sam Salehpour, aseguró en el Congreso de Estados Unidos que, en la empresa, «no había una cultura de seguridad» y resaltó que los empleados que dieron la voz de alarma fueron «ignorados, marginados, amenazados y cosas peores». Asimismo, expresó su miedo a sufrir «violencia física» después de hacer públicas sus preocupaciones.