60 millones de litros de leche perdidos por culpa del calor
El precio del 'brik' se ha disparado. La crisis energética que vive Europa parecía ser la principal causa, pero no es la única. El estrés térmico que han sufrido las vacas españolas este verano con las altas temperaturas ha acarreado una reducción de la producción láctea
![En España el censo de vacas lecheras ha descendido y está por debajo de las 800.000 cabezas](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/economia/2022/11/16/vaca-sequia-Rccg6GOQiDoDjB1mZ7cVQTO-1200x840@abc.jpeg)
Amanece en Pollos (Valladolid), en plena meseta castellana. La niebla cala hasta los huesos y, aunque esta noche no ha helado, hace frío. Las vacas de la explotación de Adolfo Galván resoplan vapor por el hocico mientras el ganadero acerca la comida. A estas alturas ... del mes de noviembre y con la que está cayendo casi nadie se acuerda del cambio climático y, menos aún, del calentamiento global. La Aemet dice que en octubre soportamos 3,6 grados mas de lo normal y que el pasado verano la temperatura en nuestro país fue 2,2 grados superior a lo habitual pero ahora ya nadie parece acordarse de eso. De hecho, quien más quien menos, ruega para que el otoño sea liviano y así ahorrar unos euros en calefacción, el gasoil se ha puesto por las nubes.
Las 250 hembras en ordeño de la granja de Adolfo tampoco parecen reparar en si hace más calor o más frío pero en el registro del camión que recoge la leche aparece un rastro indeleble, la producción se recupera después de meses a la baja. Todos los veranos, con el calor, una vaca reduce su producción y no es extraño ver descensos de hasta 5 litros por animal y día. Al otro lado del teléfono, el veterinario Pablo Llorente lo explica con pasión: «Las vacas no están diseñadas para el calor».
Estos animales son originarios del norte de Europa y no disponen de mecanismos para regular su temperatura cuando aprieta el sol. Los veterinarios del Centro para la Excelencia Lechera USA coinciden con Llorente y apuntan que «los efectos negativos del estrés por calor persisten durante al menos dos meses después de que bajen las temperaturas».
Los expertos se refieren a la producción láctea pero también a los problemas de la necesaria preñez de las hembras para que puedan producir. La confirmación a todo esto la ofrece Adolfo desde su granja: «Hay veranos en los que no se intenta inseminar porque no funciona y este año más aún, ni nos lo hemos planteado».
«En Estados Unidos la producción en Florida es 90 dólares por animal más cara que en Wisconsin, simplemente por los efectos del calor»
Pablo Llorente continúa al teléfono con la explicación sobre los efectos del calor en la producción lechera. Llorente ha recorrido medio mundo analizando esta realidad y, por si con lo que ocurre aquí no tuviéramos suficiente, advierte: «En Estados Unidos la producción en Florida es 90 dólares por animal más cara que en Wisconsin, simplemente por los efectos del calor».
Hiperventilación natural
Las vacas no sudan y para bajar su temperatura corporal recurren a la hiperventilación de forma natural como cuando los perros jadean después de una carrera tras su pelota favorita. Las vacas multiplican las veces que inspiran y exhalan aire para regular su temperatura pero eso les provoca alcalosis respiratoria que deriva en una alteración de su Ph. Llega lo que los ganaderos y los veterinarios conocen bien, el estrés calórico.
El organismo de cada animal emplea todos los medios a su alcance para evitar la descompensación térmica y los cinco kilos de bicarbonato que hay en el cuerpo de una vaca y que, normalmente utiliza para hacer la digestión, se destinan ahora a compensar las variaciones de Ph. Al llegar la noche y bajar la temperatura todos podríamos pensar que la situación mejora pero lo que se produce entonces es un efecto rebote en el organismo. Después de todo el día luchando contra el calor la preocupación aparece ahora en forma de acidosis rúmica y una nueva alteración en su organismo.
La ajetreada jornada de una vaca para compensar su temperatura es algo que ocurre cada verano en todo el mundo. Este año las olas de calor que veíamos en los telediarios y sufríamos en los chiringuitos de la playa se han extendido por todo el mundo, incluido ese norte de Europa donde tienen su origen genético nuestras esforzadas productoras de leche. Mientras nosotros recurríamos al abanico y a los aires acondicionados las vacas tenían que permanecer más tiempo en pie para poder hiperventilar mejor y los ganaderos tenían que gastar más para intentar bajar la temperatura en las cuadras.
Los profesionales de la ganadería conocen muy bien los riesgos y, sobre todo, los efectos de este estrés calórico. Al estar de pie, la vena mamaria funciona peor que estando tumbadas y, además, su gasto energético es mayor. Todo ello provoca que la producción láctea se resienta. No menos importante son las dificultades para lograr una correcta inseminación y el desarrollo a buen término de cada una de las gestaciones de las 800.000 vacas lecheras que hay en nuestro país.
![Desabastecimiento de leche en un supermercado español](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/economia/2022/11/16/leche-supermercado-U42083840564QxY-624x350@abc.jpg)
La reducción de la producción en época estival es algo que se da por descontado en todas las explotaciones pero Adolfo y todos los ganaderos de este país saben que este verano ha sido especialmente duro por el calor.
Antes, entre ola de calor y ola de calor, los animales se recuperaban pero este verano de 2022 no ha dado tregua. Los efectos de cuatro meses de tan intensas temperaturas han dejado huella y todavía, a fecha de hoy, la tasa de reproductividad sigue presentando problemas, las vacas no se preñan como debieran y son muchas las inseminaciones que no llegan a buen puerto. Las consecuencias son claras, se produce menos leche.
Un sector en crisis
La crisis económica que atraviesa el sector lácteo en nuestro país ha provocado el cierre de un millar de explotaciones durante el último año y ahora sólo quedan poco más de 10.000. El número de vacas lecheras se ha reducido en más de 40.000 y el censo está por debajo de las 800.000 cabezas. La explicación a esta dramática situación que pone en riesgo el abastecimiento de un producto básico para nuestra dieta es la falta de rentabilidad en las explotaciones. La subida de los costes de producción se estima en un 40 por ciento durante los dos últimos años.
La crisis energética derivada de la guerra y el bloqueo de la exportación de grano procedente de Ucrania copan los titulares a la hora de explicar la subida de estos costes de producción en el sector primario. Con todo esto asumido, las inusuales temperaturas de este verano han jugado su propio papel a la hora de elevar la factura de lo que cuesta producir un litro de leche. El calor y la sequía han diezmado la producción de los forrajes nacionales con los que también se alimenta a las vacas y el estrés calórico ha provocado pérdidas de producción de casi un litro por animal y día.
En los grupos de WhatsApp de los ganaderos este verano se hablaba de descensos de entre siete y ocho litros diarios en las explotaciones menos acondicionadas. Esto significa un descenso de entre uno y dos litros más sobre lo que es habitual en el periodo estival. Los datos ofrecidos por el Ministerio de Agricultura para julio, agosto y septiembre revelan que la producción por animal, descontando la permanente mejora genética de entorno al 2 por ciento anual, se ha reducido en 0,82 litros diarios.
Esto supone que este verano en España la pérdida de producción por el estrés calórico haya sido de casi 60 millones de litros y todo eso sin que casi nadie se haya dado cuenta. Las granjas españolas llevan años trabajando con intensidad para minimizar este problema que, lejos de ser puntual, ha llegado para quedarse. Sistemas de ventilación suplementarios o dispositivos de pulverización de agua para elevar el confort de los animales son algo habitual en las explotaciones a día de hoy. El bienestar animal tan cacareado por los ecologistas de salón es algo por lo que los ganaderos luchan día a día por algo tan simple como que si sus vacas no están a gusto producen menos.
Las soluciones, no obstante, son caras. Pulverizar con agua como en las terrazas de los bares o instalar enormes ventiladores, además de la inversión inicial, supone un gasto energético añadido que hay que sumar a la subida que todos, de una u otra forma, sufrimos en la factura de la luz. La otra posibilidad es no afrontar que hace más calor y asumir una reducción de la producción que incuestionablemente reduce la rentabilidad de las explotaciones y que, también en ese caso, obliga a subir el precio de la leche en los lineales.
Subida del precio de hasta el 44% en un año
El precio de la leche en España durante los últimos doce meses ha subido un 44 por ciento o, lo que es lo mismo, ha pasado de costar 58 céntimos a 84 para las principales referencias de marca blanca en los supermercados. En el mismo periodo la subida experimentada en las granjas alcanzó sólo los 14 céntimos por litro entregado, situando la media percibida por los ganaderos en 0,47 €/litro en el mismo periodo. Mientras tanto, los consumidores contemplan atónitos lo que ocurre en su ticket de la compra y achacan la subida en exclusiva a la guerra, la crisis energética e, incluso, a las políticas económicas.
Tienen razón pero no puede dejarse de lado que esos 2,2 grados de más que hemos sufrido según la Aemet hacen que se haya producido mucha menos leche y que, además, esta tenga que ser más cara porque su coste de producción también se ha encarecido.
Adolfo afirma que la situación está volviendo a la normalidad mientras sigue arrimando comida a sus animales y piensa en cuánto más le cuesta producir leche por mucho que hayan subido los precios. Pablo, por su parte, continúa visitando granjas para intentar resolver los problemas de fertilidad de los animales y buscar soluciones al estrés calórico. Los consumidores, mientras tanto, seguimos sin entender por qué no hay leche en los lineales de los supermercados y, menos aún, que la que hay sea más cara que la de antaño. No todas las respuestas están en el calor pero, cada vez mas, juega un papel trascendental en nuestras posibilidades de acceso a alimentos básicos e indispensables como la leche.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete