La Sareb y sus 50.000 viviendas: un bulo sanchista como una casa
El Gobierno ha empezado por decir las cosas que debería hacer en lugar de hacerlas y punto. Ahora promete viviendas sociales para jóvenes y echa mano de los inmuebles tóxicos del banco malo. Ideal para vender promesas electorales 'fake'. Y, sin despeinarse, Sánchez deja plantado al mayor fondo del mundo después de invitarle a venir a España. No es magia. Son tus impuestos
Los pisos que movilizará el Gobierno para alquiler asequible están en zonas sin demanda y en malas condiciones
![El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez en Doñana](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/economia/2023/04/22/1464598750-RTmheN8P7PWeWP9rGavjXUL-1200x840@abc.jpg)
La descacharrante imaginación de la factoría de ficción monclovita convirtió un encuentro en un pasillo con el presidente Joe Biden, en una reunión bilateral y ahora ha transformado la Sareb en una ilusionante promotora inmobiliaria, y sus activos tóxico, en soluciones habitacionales para jóvenes. ¡ ... Olé! El Gobierno está desesperado por el voto joven -por el voto, en general- y se ha tirado de lleno al pozo de la propaganda. Es puritita prestidigitación electoral, gramática parda importada de la tan querida y admirada costa caribeña por parte de los brujos visitadores del que mande. Si pestañean se lo pierden. Al final serán una o ninguna las viviendas entregadas, pero la especie ya circula y eso es de lo que se trata. Total, si va de trolas, cuanto más grande mejor.
La Sareb se creó en 2012 con lo peorcito de cada casa. Se embuchó y con lo que nadie quería ni podía colocar y con un lazo rojo se endosó al erario público, que como es de todos pues parece que no es de nadie. Basta echar un vistazo al surtido catálogo de bienes raíces con que cuenta para percibir las tripas del llamado banco malo. No hay que ser un 'smart people' para corroborar que de algo que se apellida 'banco malo' va a costar sacar algo bueno. Pero eso da igual, ya digo. Es lo que tiene la propaganda. En lo que una se detiene a enumerar las mentiras, las falsedades se han comido por las trancas a la verdad. Pedro Sánchez es un «máquina». Se ha marcado un bulo de 50.000 viviendas sociales para ir tirando, como el que le suelta al teleoperador que se ha equivocado de persona para que le deje en paz y no vuelva a darle la brasa.
Aquí, y salvo que los 'mígueles' digan lo contrario, el único reparto de viviendas públicas que funciona como un reloj es el que beneficia al Gobierno. Y es que más de la mitad del Gabinete sanchista no paga alquiler y vive en residencia oficial. Y nada de extrarradios ni habitaciones compartidas: en los barrios más elitistas de Madrid, a tutiplén. Un carguito socialcomunista que no da para vivir en El Viso ni es carguito ni es nada. Y, para colmo, los gastos del hogar elegido -o parte de ellos, dependiendo de la extensión del morro del miembro inquilino (o miembra) del Gobierno, a gusto del consumidor vaya, como electricidad, teléfono, agua, internet, gas, limpieza, jardinería...- corren a cargo de las arcas públicas. Alguno (alguna más bien que no es ninguna don nadie, por cierto) incluso a pesar de contar con otra vivienda en Madrid, en propiedad y en zona de alto 'standing'. Pongamos, Mirasierra.
Retomando, la Sareb es en realidad una sociedad de liquidación, un parking de activos tóxicos transferidos desde las antiguas cajas de ahorro. Los inmuebles están exentos de pagar actos jurídicos documentados y ni así son atractivos para el mercado. El 'bad bank', que es su nombre de verdad, es un Frankenstein de problemas, un marrón de pies a cabeza con el que se pretendía liberar a la economía de lastres financieros agrupándolos en un mismo lugar y sacándolo del circuito convencional. Sus viviendas requieren muchas veces más inversión para ser utilizables de lo que valen en su totalidad. Otras veces están perdidas en un polígono abandonado, sin tuberías ni carpintería e incluso no existen ni llaves para entrar a visitarlo. Sánchez y los suyos sabían todo esto. Pero les da igual, había que hacer un anuncio: el sanchismo va a acabar con el problema del acceso a la vivienda como hace unos meses fue a poner fin a la ralentización del núcleo de la Tierra. ¿Se acuerdan? Pues eso. Que le pregunten a los muchos presidentes que tuvo la Sareb, si es que les encuentran. Uno tras otro rescatados por empresas privadas ayudadas de una u otra manera por el banco malo.
Sánchez es el capitán araña. Tira la piedra y esconde la mano. Y es que tras el 'fake' de las viviendas, se marcó otra de las suyas por 'bulerías', de bulo, claro. Se citó en Madrid con el presidente del mayor fondo del mundo, BlackRock, con participaciones relevantes en lo más granado del Ibex 35. Larry Fink aterrizó en España y Sánchez le dejó plantado. Ni apareció alegando problemas de agenda de última hora. Allí estaban los primeros espadas de Iberdrola, BBVA, Telefónica, Repsol…, pero ni la sombra de Sánchez. Ese numerito apenas unos días después de haber intentado boicotear la junta de Ferrovial condicionando a los fondos. Luego se extrañará de que se extienda la idea de que en España falta seguridad jurídica. Lo que no hay es formalidad. Y ya le vieron también en el Congreso, saliendo por Falcon hacia Doñana y dejando vacío su escaño mientras la Cámara votaba remendar su disparate de ley del 'sólo sí es sí'.
Por cierto, Fink les dejó una perla a los ejecutivos de la gran empresa: esto del teletrabajo se va a acabar. Para gran regocijo de Ignacio Galán, quien le diría eso de «esto ya lo sabía yo antes». Que pregunten también en Iberdrola y verán que ahí el cachondeo remoto ni pasa por la imaginación. Quizás el de BlackRock lo dijo porque pensaba que Sánchez estaba teletrabajando y por eso se ausentó del cara a cara. Cualquiera sabe.
El caso es que Sánchez ha arreglado el solito, gustándose y a compás, el problema de la energía, del paro, de la inflación, del separatismo, del machismo, del fascismo, de la inmigración ilegal, de la vivienda y va camino de pacificar a Putin y la conquista de Marte. Se va a aburrir mucho otra legislatura, como pretende, sin nada ya qué hacer. Lo dicho, esto es un frenopático que no lo pone cuerdo ni Manuel Medina. Y mira que era de locos lo de Abengoa con el treinteañero Enrique Riquelme. Cojan sitio para el psicodrama.
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