Manuel Pizarro: «Sin ajustes iremos a la Europa de dos velocidades»
VOCES CONTRA LA CRISIS
El presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y abogado del Estado cree que a la UE le sucede hoy como en el refrán marinero: «No hay buen viento para el que no sabe adónde va»
Manuel Pizarro Moreno (Teruel, 1951) es abogado del Estado y presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, pero ha sido presidente de Ibercaja, de Endesa, agente de cambio y bolsa, y vicepresidente 'in péctore' de Mariano Rajoy cuando lo fichó ... para ese famoso debate con Pedro Solbes para las elecciones de 2008. Pizarro sabe mucho de crisis de distinto tipo.
- ¿Qué hay que saber cuando uno se enfrenta a una crisis?
- Lo primero es que las crisis, como los incendios, se apagan en invierno. Cuando la crisis te coge desprevenido, lo que hay que saber es cómo reparar los daños. Pero lo primero que hay que hacer es estar mirando a medio y largo plazo. No es que se pueda prever todo, pero hay que anticipar cosas. Eso, en el fondo, nunca se premia, porque cuando no pasa nada, la gente no valora lo que es evitar los problemas.
- ¿Qué tipo de crisis tenemos ?
- La crisis del 2008 fue una crisis financiera por mala gestión de los reguladores. Un banco como Lehman no desaparece de un día para otro. Está mal porque en su bodega hay material dañado. Y lo tremendo es que esa gente siguió: nadie devolvió el bonus de los años anteriores. Pues yo querría que aquella gente que causó aquellos daños al sistema financiero hubiese reparado el daño causado. Creo en los mercados profundamente, pero los mercados requieren regulación.
- ¿Esta crisis es distinta?
-Es distinta. Primero, porque a los banqueros centrales se les ha ido la mano. Han estado viendo cómo salía el dinero para paliar primero el Covid, para mantener los mercados después de 2008, y, como decía Guy Sorman en ABC, no han estado en lo que tienen que estar. La función del BCE es mantener el valor del dinero. Que es lo mismo que se hacía en la Escuela de Salamanca, que ya se hablaba del quebrantamiento de la moneda, que estaba penadísimo porque hoy se está defraudando a todos aquellos que con su misma moneda pueden comprar un diez por ciento menos. Y eso es la inflación. En general es malo, pero en la Unión Europea el problema es que uno de sus anclajes es el euro. Los desequilibrios se pueden llevar por delante la moneda europea. Por lo que hay que ser muy juiciosos y el BCE tendría que haber estado más vigilante.
- Usted llamaba la atención hace ya tiempo sobre la anomalía que suponía para los ahorradores, por ejemplo, los tipos negativos.
- Claro. Es que el dinero debe tener un precio. Cuando alguien piensa que el dinero no tiene un precio, que son los tipos de interés, algo deja de funcionar. Hemos pasado de un 40% de deuda sobre el PIB en el año 2006 o 2007, a un billón y medio de deuda. Es verdad que por ese nivel también están Francia o Italia. Pero eso no exime a las autoridades monetarias de buscar una convergencia de tipos de interés y de déficit. Porque si no hay esa convergencia entonces, cuando el BCE deje de financiarte, los tipos no podrán ser los mismos para el que tenga una deuda de la mitad de la tuya.
- ¿En qué situación se encuentra la economía española? ¿Estamos a las puertas de una recesión?
- No tengo una bola mágica, pero lo que está claro es que no tenemos los parámetros adecuados y nos están subvencionando los tipos de interés.
- Hoy hay gestores que miran con preocupación la deuda española.
- Eso pasó en el año 2008. La gente, cuando vio el desajuste que había en el mundo financiero, se retrajo y no nos prestaba. Y un país en el que tenemos una deuda de un billón y medio de euros, si el vencimiento de la deuda es en cinco años, pues significa que cada año hay que renovar 300.000 millones más la deuda del año. Si eso ya no te lo regala a tipo cero el BCE, y tienes que salir a los mercados y estos ven un país que tiene inflación alta, una balanza por cuenta corriente que se va desequilibrando, que crece más lento, pues te piden un tipo superior al de Alemania o al de cualquier otro país que funcione mejor. Y eso significa un incremento de costes y ya tienes un problema serio de finanzas públicas. Pero al mismo tiempo tienes un problema de finanzas privadas. O sea, si las empresas españolas tienen que competir en una moneda única con un país como Alemania, que se financia al uno, y tú te estás financiando al cuatro o al tres o a lo que sea, ahí tienes un problema de falta de competitividad.
-No se me ocurre una manera de corregir la situación sin sacrificios.
-Por supuesto. Pero eso pasa en las familias, en las empresas y en todos los sitios. Al final siempre hay que hacer ajustes y ese sacrificio es simplemente cumplir con los criterios del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. ¿Que no se quiere estar ahí? Pues iremos a la Europa de dos velocidades, que no lo dude nadie.
- Bruselas ha propuesto nuevos criterios para el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Entran a jugar factores como la sostenibilidad de la deuda, etcétera. ¿Cuál es su mirada?
- Si no te financia el BCE tienes que ir a los mercados internacionales. Yo me los conozco porque mi profesión es de agente de bolsa, y sé lo que hacen los mercados.
- Se lo acaban de hacer a Liz Truss.
- Por supuesto. Los mercados son así. Y cuando la gente piensa que son una especie de monstruo que nos devora... los mercados somos todos. Cada vez que uno compra una camiseta que se ha hecho en China y no en Aragón, está generando riqueza en China y no en Aragón.
«Lo que hay que hacer es bajar la inflación cuando antes. Los Pactos de la Moncloa fueron para darle credibilidad a esa lucha»
- ¿Es buena idea un pacto de rentas imitando los Pactos de la Moncloa del 77?
- Lo que hay que hacer es bajar la inflación cuanto antes. Y ahí lo que se hizo, en los Pactos de la Moncloa, era no operar sobre inflación pasada sino futura. Pero para eso tienes que tener credibilidad. Los que tenemos cierta edad recordamos que los Pactos de la Moncloa fueron para dar credibilidad a la lucha contra la inflación.
- ¿Qué política fiscal habría que desarrollar? ¿Seguir con impulso fiscal o algo más austero?
- No se puede ser maximalista, pero España y Europa están en una encrucijada. Y, por tanto, o se ajusta y se protege la moneda única con la ortodoxia financiera o la moneda anclada sólo en lo que haga el BCE será muy difícil de mantener. Hace falta una convergencia política, una convergencia fiscal y, por supuesto, una convergencia monetaria. Y sin esos elementos que arropen a la moneda única, ésta será insuficiente. Europa no es solamente un proyecto económico, sobre todo es un proyecto político. Lo estamos viendo ahora en Ucrania. No se nos puede olvidar. La moneda única es demasiada poca base, como un cono invertido, para sujetar todo el entramado de convivencia y libertades en Europa.
«Es evidente que el marco energético europeo no es creíble. Mientras no se pueda almacenar energía, tenemos un problema con las renovables»
-¿Es creíble el marco energético europeo?
- Pues se está evidenciando que no. Primero, no ha habido un planteamiento general, cada país ha hecho lo que ha querido. Francia ha apostado por nuclear, Alemania por el gas ruso, España apostaba hace unos años por lo nuclear, ha desmantelado el carbón, ahora se va al gas, hemos tenido problemas con Argelia... Agua es la que hay y no vas a hacer más embalses, nuclear es la que hay y no se van a hacer más nucleares. El hueco que dejas lo cubre el gas, y resulta que el gas se va por las nubes. Pues eso está encareciendo toda la economía. Y mientras no se pueda almacenar la energía, tenemos un problema con las renovables. Entonces, claro, antes de descubrir cómo almacenar la energía estamos suprimiendo todo lo que nos da confort. No queremos nucleares, no queremos 'fracking'. Pero ese hueco lo estamos llenando con nucleares de otros países y sobre todo con gas del 'fracking' de otros países.
- ¿Tiene sentido invertir en nuclear?
- Eso es una cuestión que tiene que decidirse pacíficamente. Entre otras cosas porque en España, hoy, desde que alguien piensa en hacer una nuclear hasta que se hace pasan doce a quince años. Y por tanto no hay empresa que se ponga a invertir tanto dinero en algo que no sabe si a los cuatro años se lo va a parar el gobierno.
- ¿No le inquieta que Alemania pueda sufrir una crisis más dura de lo que pensamos?
- Vamos a ver qué pasa. Hicieron una apuesta. Lo que se pensó después de la caída del Muro es que había que integrar en la economía occidental a Rusia y por lo tanto había que fomentar los lazos con ella. Y Rusia ha ido como ha ido y de repente lo que vemos es que hemos puesto, no digo todos, pero sí una parte importante, de los huevos en la misma cesta. Y eso tiene los riesgos que estamos viendo ahora. Se estropea el gasoducto, no funciona, o te lo cortan, y el problema es cómo das la calefacción en el invierno. Ese es el problema.
- Parece que esa infraestructura no va a ser utilizable.
- Veremos. No hago juicios de valor. Esto es como el parchís, tú cada vez que comes cuentas veinte. Podríamos haber contado diecinueve o veintiuno, pues sí, pero de momento lo que sabemos es que se ha roto el gasoducto y que tenemos problemas de suministro, que ya es bastante.
- ¿Y no le llama la atención que haya ocurrido esto en los mejores países de Europa? ¿Hemos sido ingenuos?
- Eso está estudiado. El Imperio Romano no cae por temas militares. Cae porque no se sostenía. Al final, cuando uno lee los momentos estelares de la humanidad, se da cuenta de que en una fortaleza sitiada basta que uno se olvide de cerrar una puerta para que ese mundo se venga abajo. Y yo creo que estamos un poco en esa ciudad alegre y confiada donde Europa no se defiende, donde, como decía Kissinger, no hay un teléfono único para llamar a ver qué es lo que pasa cuando hay un problema. Europa no tiene una política conjunta, como ya pasó en la Guerra de los Balcanes. Europa se tiene que replantear si sigue adelante, porque si sigue así y no surge un liderazgo europeo, como el de Kohl o Mitterrand que se echa mucho en falta, pasará lo que decía Séneca: que no hay viento favorable para el que no sabe dónde va. Tengo la sensación de que cuando ha venido la ruptura de la globalización por el Covid, Europa se ha encontrado inerme sin nadie que la defienda, sin saber qué es lo que tiene que hacer y completamente pasmada en un mundo mirándose al ombligo.
-¿Hay que negociar con Putin?
- Primero hay que defender lo que uno cree. Y luego, desde la firmeza, se puede negociar con todo el mundo.
- ¿Cómo salimos de esta crisis?
-Pues como siempre. Primero sabiendo dónde se va, dónde se quiere ir. Eliges la dirección y dices voy a copiar a estos países. Y luego, una vez que sabes dónde quieres ir, esfuerzo, trabajo, decisión, liderazgo, ejemplaridad en el que manda. Esa ejemplaridad pasa en las empresas. Cuando la gente pregunta cómo atajar el despilfarro, la gente mira arriba. Y si el de arriba no despilfarra, al resto no se le ocurre despilfarrar. Si el de arriba no tiene lujos, pues abajo no hay lujos.
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