el quinto en discordia
Tipos de interés (reales) negativos
Que el dinero se revalorice menos que los precios incentiva el endeudamiento del sector privado
La inflación ha empezado a corregir. Los bancos centrales han dado señales de levantar el pie del freno. Lo siguiente será -no van a tardar mucho- que los bancos centrales retrasen los plazos para volver a los objetivos de inflación. Es la forma elegante ... de no modificar esos niveles, en realidad, modificándolos. Una vez que la evolución de los precios haya salido de la zona de peligro -y para eso no queda mucho-, el siguiente problema con el que hay que lidiar, consecuencia directa de las políticas fiscales expansivas que ha habido que aplicar para salir del hoyo económico que provocó la pandemia, es el alto endeudamiento público. Y la fórmula más eficaz de embridarlo es conviviendo un periodo más o menos largo con la inflación por encima de los tipos de interés nominales. De esta forma, el ratio de deuda sobre el PIB, que es la forma de medir la evolución de prácticamente todas las magnitudes macro, se irá paulatinamente reduciendo aunque en términos absolutos la deuda total aumente.
Con independencia de que esta solución nos pueda parecer mejor o peor, es lo que hay. Y la consecuencia directa es que nos tocan unos años en los que los tipos de interés reales -nominales menos la inflación- van a ser, ya lo son, negativos.
Esta circunstancia, que el dinero se revalorice menos que los precios, tiene consecuencias económicas porque incentiva el endeudamiento del sector privado. Si los precios de los activos reales, por ejemplo una casa, como nos enseña la historia, captura la subida de la inflación, el incentivo para endeudarse y comprarlo es mayor cuando el precio del dinero es menor a la inflación. Es como si el banco nos «regalase» parte de la casa. Un ejemplo. Si hoy consiguiera una hipoteca a tipo fijo al 2,5% a 30 años y la inflación en ese plazo sube al 3,5% al año de media, el valor final de la casa teniendo en cuenta que haya recogido la subida de los precios menos lo que nos ha costado la hipoteca en ese periodo, quiere decir que hemos comprado la casa un 30 % por debajo de su valor al final del periodo. Y ya sabemos que pasa cuando cunde la sensación de que te regalan algo: que queremos dos.
Los tipos de interés negativos son en pocas palabras gasolina para el ladrillo. Y cuando el ladrillo bien, la economía española va bien. Tras muchos años de digestión de la enorme burbuja que se montó precisamente al calor del último periodo largo de tipos de interés reales negativos -cuando entramos en el euro y convivimos unos cuantos años con inflaciones españolas y tipos europeos que entonces estaban especialmente bajos por el mal momento de la economía alemana, otrora el enfermo de Europa-, llevamos desde 2019 con el sector empezando a levantar cabeza.
La crisis del Covid apenas hizo mella en la recuperación y las dudas de los últimos meses tampoco tiene pinta que vayan a truncarla. A medida que mejoren las sensaciones, la fortaleza del ladrillo va a (volver a) brillar con luz propia y será la mejor demostración de los beneficios de los tipos reales negativos que son buenos para todos pero para unos mejor que para otros.
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