el quinto en discordia
Ruido y arbitrariedad
Los responsables políticos de uno y otro signo se han caído del caballo y ha descubierto que la gran preocupación de los españoles es que muchos no tienen un techo
Arbitrariedad sobre arbitrariedad
De un día para otro, en la cosa de la vivienda o, mejor dicho, la falta de ella a precio razonable, ha ocupado la agenda política. Como San Pablo camino de Damasco, los responsables políticos de uno y otro signo se han caído del caballo ... y ha descubierto que la gran preocupación de los españoles es que muchos no tienen un techo -suyo o que puedan considerar suyo- bajo el que cobijarse.
Bien está que, aunque sea con mucho retraso sobre el horario previsto y probablemente por las razones equivocadas, este grave problema ocupe a los que nos representan. Cuanto antes se planteen las soluciones, antes se empezará a enmendar el problema en el bien entendido de que no se va a solucionar de un día para otro.
Otra cosa bien distinta son las soluciones que se presentan. Los planteamientos, como en casi todo, son irreconciliables y lo que prima es el oportunismo político, aunque probablemente más en unos que en otros.
Como en muchas otras cosas de la vida, la virtud no está en el centro. La falta de oferta de vivienda -el problema está sobre diagnosticado- no se soluciona interviniendo el mercado. Y quien se decanta por esa salida se retrata. Ponen por delante el eventual rédito político que puedan traer las soluciones fáciles -las consignas, el identificar enemigos- que se han demostrado estériles a tratar de realmente encauzar el problema. Nada les para. No hay límites. Aunque el mucho ruido que provocan sea del todo contraproducente. Anuncios como el de elevar la fiscalidad a los compradores no comunitarios es un claro ejemplo. Se trata de una medida probablemente ilegal y que ni siquiera van a poder aprobar pero que saben que va a suscitar gran controversia. Llegó hasta la portada del Financial Times -enésima portada que araña Pedro Sánchez en esta prestigiosa cabecera, pero no por lo que él personalmente le gustaría-.
El ruido, la improvisación y la arbitrariedad que son la marca de la casa en este Gobierno en materia económica son el gran enemigo de la seguridad jurídica que es algo esencial para atraer inversiones. Inversiones que son absolutamente indispensables para atajar a medio plazo la falta de oferta en sus distintas versiones.
Los atajos son seña de identidad de este Gobierno y por eso no sorprende que también lo han adoptado en esta materia. Probablemente también sean un síntoma de la desesperación que les domina. A estas alturas del partido son muy pocos los que en algo que de una u otra manera les toca de cerca se dejen embaucar con consignas tan ramplonas.
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