El quinto en discordia
Curado de espanto
La realidad política y la económica hace tiempo que discurren en paralelo. Y consecuentemente los mercados
Se va de rositas (5/11/23)
![El presidente Pedro Sánchez junto al ministro Félix Bolaños](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/economia/2023/11/12/sanchez-bolanos-RJQn89PWHbuZrQhcDFlUjGK-1200x840@abc.jpg)
La pregunta casi obligada de por qué el mercado no está reaccionando al lío político que tenemos montado en España tiene respuesta sencilla: el mercado está curado de espanto. Para hacer este ejercicio es necesario sacar la cabeza de la centrifugadora del día ... a día -algo desde luego que no es fácil- y hacer un ejercicio de memoria de lo que ha pasado en el mundo estos últimos años.
Empezando, quizá, por lo más grave, hay que recordar que hace algo más de dos años entraba un tipo con cuernos de bisonte en el Capitolio americano liderando a una turba de energúmenos jaleados por el entonces todavía presidente, Donald Trump. Cualquier cosa palidece a su lado.
También hemos visto cómo en el Reino Unido se imponían los populistas y han roto con la Unión Europea. Importa recordar que se trató de un proceso muy traumático que ha provocado una crisis política de dimensiones bíblicas y que si bien ha tenido consecuencias económicas, no han sido como en un primer momento se pensaba.
Por el camino en Europa hemos visto de todo. La crisis griega probablemente nos vacunó de todo lo que hemos vivido después. Italia, Hungría o Polonia, por no hablar de cuando la cosa pasó a mayores con la invasión de Ucrania. Y podríamos seguir con una lista prácticamente interminable.
Y no es que estos desvaríos políticos no hayan tenido consecuencia en la economía -y por ende en los mercados-, sino que estas consecuencias siempre han sido menos de lo que en un primer momento el mercado había descontado. La cosa nunca ha sido tan grave. Y, lógicamente, el mercado aprende. Si todo lo que hemos vivido ha tenido consecuencias que no han sido como para escribir a casa, es poco probable que lo que está pasando en ese país que pocos inversores internacionales saben poner en el mapa las vaya a tener.
Hace pocos días, Andrés Oppenheimer, periodista, escritor y conferenciante argentino, cuando pasó por España para presentar su nuevo libro, a la inevitable pregunta de qué pensaba sobre lo que está pasando en España, respondió como solo un argentino puede responder: «¿Hacía dónde van las carabelas? Pues eso». Los americanos vienen para España y no al revés porque lo que está pasando allá no es ni por asomo comparable con el lío que tenemos aquí montado.
La realidad política y la económica hace tiempo que discurren en paralelo. Y consecuentemente los mercados. La historia reciente nos demuestra que establecer relaciones de causalidad no es una buena idea aunque a algunos les pueda molestar.
El mercado acierta con los tipos
Aunque los banqueros centrales continúan todas las semanas matizando el mensaje -la semana pasada salieron tanto Powell como Lagarde a afinar el discurso-, en general se les ve a gusto con lo que hoy puede estar descontando el mercado.
El resumen es sencillo. Si nada se rompe, los bancos centrales han terminado con las subidas. En algún momento del año que viene empezarán a bajar aunque el ritmo de bajadas no va ser comparable al de las subidas. De hecho es probable que los tipos se estabilicen en lo que podemos considerar la parte alta del rango en el que podemos estar pensando. Los tipos no van a volver donde estaban. Fue algo que se vieron obligados a hacer -y hay que agradecérselo- pero que no van a repetir. Además, y aunque desde luego no se dan las circunstancias para modificar su objetivo de inflación -ahora toca anclar las expectativas-, no van a tener muchos problemas con que la inflación se pueda desviar unas décimas. No han llegado hasta aquí para ser rehenes de sus propias políticas.
También están sorprendidos por cómo de bien ha aguantado el crecimiento y por lo que le ha costado ajustarse a los precios. Estamos en un periodo donde hay pocos precedentes y la historia no vale. En cualquier caso prefieren ser prudentes y no pasarse y esperar y ver los efectos de lo que llevan hecho hasta ahora.
Este nuevo marco de tipos de interés rompe claramente con lo que ha sido la foto de estos últimos años y desde luego no es inocuo para el mercado. Alimenta la tesis de cambio de marea en la que estamos inmersos. Los bonos vuelven a ser invertibles. En Bolsa las valoraciones vuelven a importar. Las alternativas a los bonos que han emergido estos últimos años no van a pasar por un buen momento. En definitiva, hay que volver a desempolvar el manual que habíamos abandonado estos últimos años de tipos extraordinariamente bajos.
En los próximos meses habrá que seguir muy de cerca dónde se estabiliza lo que en el argot se conoce como los tipos de interés neutrales e ir adaptándose. En cualquier caso estamos mucho mejor de lo que hubiéramos imaginado.
Escurrir el bulto
Que no afecte al mercado no quiere decir que no importe. Lo que está pasando en España, huelga decirlo, importa y mucho. Y probablemente lo que ha pasado en los últimos días, tras la firma del documento entre el PSOE y Junts, cambie el devenir de los acontecimientos. El fondo y la forma de lo que dicen ha liberado al temido de la lámpara. El disparate es de tal magnitud -preámbulo, amnistía, acuerdo fiscal, 'lawfare', mediador…- que se ha abierto la caja de Pandora. El relato, falso y victimista, del argumentario de La Moncloa se desmorona ante lo que resulta evidente para todos: el presidente del Gobierno ha ofrecido a cambio de su continuidad en el poder el borrado de sus delitos a un delincuente.
La respuesta por parte de los altos funcionarios no tiene precedentes. Jueces, fiscales, abogados del Estado, diplomáticos, inspectores de Hacienda... han puesto pie en pared. Despachos privados de abogados les han seguido. Y este domingo, la gente respondió con contundencia. La oposición es enorme y no es silenciosa.
Es mucho lo que Sánchez está dispuesto a arriesgar como para que no tenga respuesta. Y ahora toca que los empresarios se mochen. No pueden escurrir el bulto. Nadar y guardar la ropa como muchas veces -y probablemente de forma acertada- han hecho supone no estar a la altura de las circunstancias.
Cada día que pasa su silencio es más clamoroso. De la primera a la última asociación de empresarios tienen que alzar su voz. No sólo la CEOE. La AEB, la CECA, la empresa familiar y demás asociaciones tienen que alzar su voz. También cada una de las empresas individualmente. El precedente que puede sentar lo acordado mina la seguridad jurídica indispensable. Urge que la contestación a este atropello no ceje. Los siguientes en la lista son los empresarios. Es de esperar que estén a la altura. Es mucho lo que se/nos juegan/jugamos.
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