Ajuste de Cuentas
Un verano sin gobernador
La política monetaria vuelve, pero no en el Banco de España donde Pedro Sánchez mantiene la sede vacante
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«Ha llegado el momento». Con estas palabras, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, anunció en el simposio de Jackson Hole que considera controlada la inflación de los últimos años en EE.UU. y que los tipos de interés comenzarán ... a bajar en septiembre. Vienen tiempos interesantes para la política monetaria. Hay países como Japón, que van a contramano, o Noruega, cuyo tipo de cambio se ha deteriorado más de un 30% frente al euro, que deberán tomar decisiones importantes. Los países emergentes tendrán que protegerse ante las mareas monetarias. En fin, que en todas partes ha llegado la hora de la política monetaria, salvo en España, donde el Gobierno no ha nombrado un gobernador en el Banco de España y, por lo tanto, estamos sin voto en el consejo del Banco Central Europeo (BCE).
Pablo Hernández de Cos se marchó el 10 de junio de su cargo. El Gobierno no puede decir que su salida le pillara por sorpresa, porque Pedro Sánchez llegó al poder más o menos al mismo tiempo que Hernández de Cos se sometía al examen del Congreso, en junio de 2018. La suplencia de la subgobernadora Margarita Delgado, excelente en su desempeño, no permite desmentir que la institución está descabezada. Delgado sólo tiene voz en el consejo del BCE. Además, ella procede de la rama de Inspección, con menos sensibilidad hacia los asuntos monetarios que son los que ahora reclaman atención.
Dentro del banco no se explican la decapitación. El mandato de Hernández de Cos fue visto y concebido como un periodo de sanación, donde la institución recuperó el prestigio técnico y la autoridad que se dejó con la crisis de las cajas de ahorro y, sobre todo, con el caso Bankia. El vacío de poder refuerza la noción de que al presidente del Gobierno no le preocupa la calidad de nuestras instituciones, incluso cuando puede controlarlas.
Quizá lo más sorprendente sea el silencio de los medios de comunicación y de la clase empresarial ante esta sede vacante. Es una combinación de miedo y comodidad, una tendencia de la sociedad española que Sánchez (y en su momento Franco, por qué no decirlo) ha captado muy bien y la aprovecha al máximo. Los que le echan un pulso, como el juez Peinado, lo terminan pagando.
La resurrección de la candidatura del ministro José Luis Escrivá aún tiene descolocados a muchos. Aunque Austria haya decidido situar a su ministro de Economía al frente del Banco de Austria y aunque siete consejeros del BCE, incluida Lagarde, hayan tenido cargos de gobierno en sus países, situar a un ministro al frente de una institución que se supone independiente sin un periodo de desconexión no parece una buena idea. Los que criticaron la marcha de Luis de Guindos al BCE porque había sido ministro de Rajoy ya se han olvidado de los argumentos que entonces esgrimieron con entusiasmo. Algunos eran válidos.
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