ajuste de cuentas
La estanflación que viene
El gran endeudamiento público de los países más ricos complicará aún más la salida de la crisis
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El escenario que se configura en los próximos meses para la economía española y buena parte de la mundial es de una estanflación, es decir, una combinación de recesión con inflación. «El peor de todos los mundos», decía en 1965 el ministro británico de ... Finanzas, Ian Macleod, en un tiempo en que todavía era cuestión disputada la tolerancia que el keynesianismo tenía con la inflación a cambio de recalentar la economía para alcanzar el pleno empleo. Poco a poco, con la ayuda de la creciente independencia de los bancos centrales que empezó a imponerse en la década de 1970, se fue imponiendo la estabilidad de precios como el valor a preservar, dado que se demostraba que para asegurar el pleno empleo había más factores en juego que el mero crecimiento. España es un ejemplo recalcitrante de esto último.
Hoy resulta muy sorprendente que todo el mundo esté viendo cómo se configura un escenario de estanflación y solo los bancos centrales se sienten interpelados. Algunos de ellos, además, actúan con una gran timidez (¿o prudencia?). Pero lo más llamativo es que los gobiernos no estén haciendo nada por modificar sus políticas fiscales para no empeorar la situación. Para salir de una estanflación se requieren políticas antipáticas: un ajuste basado en un recorte de la demanda, tanto de la privada como de la pública, o al menos un cambio en la forma del impulso fiscal (devolver dinero a los ciudadanos que son los que de verdad generan actividad).
A primera vista y sin conocer todos los detalles de los Presupuestos que está promocionando la coalición de gobierno en España, estas cuentas públicas no tienen el mejor aspecto para afrontar una estanflación. Y si ya es lamentable que la política fiscal esté desalineada de la monetaria, todavía es peor que la política fiscal destruya o anule la monetaria como acaba de ocurrir en el Reino Unido. El Banco de Inglaterra se ha encontrado con el peor escenario posible al tener que deshacer su política contractiva y acudir al rescate del Gobierno de Liz Truss con una nueva expansión cuantitativa. Todo esto debido a una política fiscal que no compensaba la caída de los ingresos y que dejó en evidencia las limitaciones de la libra en el mundo actual, perdiendo así toda credibilidad ante los mercados.
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Pero los países que estamos escondidos detrás de economías más poderosas y creíbles que la nuestra no deberíamos confiarnos. El presidente Pedro Sánchez haría bien en burlarse menos de las frustradas bajadas de impuestos de Liz Truss y atender más a sus propios déficits, que son muchos. Hay un factor que va a complicar extraordinariamente la superación del desafío estanflacionario que está sobre la mesa y es el gran endeudamiento que presentan los países más desarrollados. España es uno de ellos y cuando los mercados entren a saco a evaluar las fortalezas y debilidades de cada uno, no habrá muchos motivos para reír. jmuller@abc.es
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