ajuste de cuenta
Elon Murtra
Los mercados y los consumidores son la última línea para frenar la promiscuidad entre política y negocios

Llama la atención la manga ancha con que ahora se tratan los conflictos de interés en la política. No sólo con Donald Trump, que tiene tantos intereses en conflicto como negocios hay en su holding empresarial, pero también con Joe Biden y su hijo amnistiado. ... Esto marca un cambio respecto del nivel de exigencia ético de hace 40 o 50 años, cuando un presidente de Estados Unidos renunciaba por el espionaje político a sus adversarios. A lo largo del siglo XX, las principales democracias crearon mecanismos insitucionales para aislar los intereses económicos y personales de sus líderes de las decisiones políticas. Así se crearon fideicomisos ciegos e incompatibilidades. Hoy, esto parece no importar ni en la Casa Blanca, ni en nuestra Moncloa.
Pero el caso extremo de Elon Musk, el hombre más rico del planeta, designado por Trump para reducir la burocracia sin ningún tipo de obligación de distanciarse de sus negocios, está dejando algunas lecciones sobre esta etapa de extraordinaria promiscuidad entre política y negocios. Porque si creas una vía entre la política y la economía ésta es de ida y vuelta, y si bien te puedes saltar las normas de etiqueta democrática (como hace Merz en Alemania con su reforma constitucional sobre la deuda), a la larga no puedes esquivar la opinión de los mercados y, sobre todo, la soberanía del consumidor.
Morgan Stanley ha hecho un sondeo entre 245 clientes y contactos de Adam Jonas, su director general de análisis del sector del automóvil, y el 85% de ellos creen que la entrada de Musk en política ha tenido un impacto 'negativo' o 'muy negativo' en los fundamentos de su empresa Tesla. Las acciones de este fabricante de coches eléctricos se han hundido un 40% después de que alcanzara máximos a finales de 2024 cuando el mercado creyó que la apuesta de Musk por Trump le vendría bien a sus negocios.
El daño es doble. Por un lado es reputacional, con gente atacando concesionarios, puntos de recarga o vendiendo sus Tesla en Tik Tok, pero también es de gestión, sobre todo después de que el millonario admitiera en una entrevista en Fox que sus tareas en el Gobierno le están ocupando demasiado tiempo. Por eso el sondeo del analista prevé una caída de la producción este ejercicio. «El que tiene Hacienda que la atienda», dice un viejo refrán español.
No todos los problemas de Tesla tienen que ver con la afiliación de Musk al gobierno. Pero resulta significativo que el mercado, por estas dos vías, esté reprochando esta inescrupulosa combinación de política y negocios. Otros, como el nuevo presidente de Telefónica, Marc Murtra, o la Caixa, deberían tomar nota de que la cuerda de la paciencia no se puede tensar tanto hasta que la gente reaccione, normalmente para mal. El problema es que los reproches van por barrios, sólo existen cuando los que abusan son los del otro lado –Trump o Milei–, pero no cuando tus asesores de Moncloa se marchan a Extremadura a ayudar al 'hermanísimo' o hacen llamadas comerciales para la esposa del presidente del Gobierno.
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