Ajuste de cuentas
El Banco de España como campo de batalla
En el PP temen que Pedro Sánchez haga con esta institución como hizo con el Tribunal Constitucional
Esta semana, dos de los diez consejeros del Banco de España agotan su mandato y el gobierno, que tiene la responsabilidad de renovarlos, no ha mostrado ningún interés en mantener la tradición de acordar los nombres con el principal partido de la oposición. El sábado ... vence el mandato del ex secretario de Estado Fernando Eguidazu, el último consejero nombrado por el PP. Y aunque Nadia Calviño podría renovarle por otros seis años, de momento no le han comunicado nada. Con él también termina la consejera Carmen Alonso, nombrada por Elena Salgado en 2011 y que ya ha agotado los dos mandatos posibles.
En el PP temen que Pedro Sánchez haga con el Banco de España como hizo con el Tribunal Constitucional. Es decir, ocuparlo sin aspavientos, haciendo valer su mayoría. Durante la Transición, el reparto de poder en el consejo de gobierno del Banco otorgaba tres consejeros al partido en el poder, dos a la oposición y uno a la llamada 'minoría catalana'. Incluso cuando el consenso estuvo más deteriorado, que fue cuando Pedro Solbes impuso el nombre de Miguel Ángel Fernández Ordóñez como gobernador, se respetaron los equilibrios en el consejo.
Ahora, Calviño no ha dado muestras de querer implicar a la oposición en la institucionalidad del Banco de España. En 2020 nombró al consejero socialista de Baleares, Carles Manera. En 2021 designó a Luis Servén. En septiembre de 2018 había nombrado consejera a Soledad Núñez y a la subgobernadora, Margarita Delgado. Ahora, Calviño debe designar dos consejeros y en breve tiempo tendrá que decidir si renueva o releva a Núria Mas, a la que propuso Guindos, pero como 'cuota catalana'. Hay que decir que siempre ha prevalecido, con buen criterio, la dimensión técnica de los nombrados por encima de sus afinidades políticas.
Convertir al Banco de España en un campo de batalla como se ha hecho con las instituciones judiciales no es una buena idea. Una institución partisana no va a ser bien vista ni por el Banco Central Europeo (BCE) ni por las demás entidades del eurosistema. Lo peor es que hacerlo significa extender una carta blanca para que un gobierno de otro signo en el futuro se sienta legitimado para considerar a la entidad como parte de su botín electoral. jmuller@abc.es
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