La inversión privada sigue sin recuperar el nivel pre-Covid y hace saltar las alarmas
Las empresas invierten un 3,5% menos que en 2019, según un estudio de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas
Incertidumbre e inseguridad regulatoria, entre las causas del retraimiento del capital empresarial empleado
La productividad de España se aleja de Europa tras una década de estancamiento
La literatura económica se ha volcado en los últimos años en analizar y en buscar las causas de la debilidad de la inversión privada en España, el talón de Aquiles de la economía española, que no logra acompañarse de un robusto avance del capital empresarial ... empleado. ¿Los motivos? La incertidumbre sobre la política económica y la regulación empresarial estarían detrás del retraimiento inversor, según uno de los últimos trabajos publicados por el Banco de España. Para el Instituto de Estudios Económicos (IEE), el 'think tank' de la CEOE, son la incertidumbre y la inseguridad regulatoria.
Los datos son tozudos y difícilmente rebatibles y han pasado ya casi cinco años del inicio de la pandemia y los niveles de inversión privada que había en 2019 aún no se han recuperado. A finales del año pasado se situaba un 3,5% por debajo, según refleja un informe del la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE). Una debilidad que preocupa a los estudiosos de la economía y que, de continuar la tendencia, podría suponer pérdida de competitividad y de crecimiento, aseguraba hace unos meses el IEE.
El trabajo de la Fundación BBVA y el IVIE refleja que la inversión pública, animada por la llegada de los fondos europeos, ha tenido una trayectoria bien distinta, lo que ha permitido que el total de inversión en nuestro país creciera un 2,1% en términos reales en 2024, hasta alcanzar los 306.748 millones y recuperar los niveles anteriores a la pandemia. Según el informe, la inversión pública tuvo un crecimiento del 40% entre 2019 y 2024, hasta los 34.868 millones, pero la privada, que representa el 90% del total, pese a crecer un 1,7% el año pasado, en términos reales no alcanza los 271.879 millones de la inversión real de antes del Covid, y está un 3,5% por debajo de esta cifra.
Lejos de Europa
El estudio puntualiza que pese al crecimiento de la inversión bruta, el esfuerzo inversor (la inversión total como porcentaje del PIB) se redujo ligeramente hasta situarse en un 19,3% en 2024, un valor que todavía es un 5% inferior al de 2019. En años previos al pasado ejercicio superó el 20%, porcentaje similar al de las economías avanzadas.
«Pese a los avances recientes, la inversión en infraestructuras no ha logrado remontar el desplome sufrido en 2010 con la Gran Recesión. Como consecuencia de su severidad, no cubre con frecuencia siquiera la depreciación, y algunas dotaciones disponibles han visto reducido su valor», avisan.
En este sentido, destacan que entre 1995 y 2024 las inversiones en infraestructuras hidráulicas han caído un 42% y que su peso en la inversión total permanece estancado en valores próximos al 15%, «a pesar de su importancia creciente para prevenir y paliar las consecuencias del cambio climático, en especial en las inundaciones catastróficas».
La Fundación BBVA y el IVIE explican que el esfuerzo en inversión en 2024 ha permitido que ese stock de capital aumentara un 1,4%, una cifra baja, dicen, pero positiva. «El capital avanza lentamente desde la crisis inmobiliaria, pero sigue aumentando, situándose en 2024 un 27% por encima del de 2007», señalan. Argumentan que, sin embargo, los servicios productivos que ofrecen los capitales a la economía no dependen solo del stock total de activos disponibles, sino también de la utilización que cada año se hace de ellos.
La productividad se resiente
Los autores del informe estiman por primera vez el grado de utilización efectiva de esas dotaciones para evaluar el aprovechamiento de su capacidad productiva. Concluyen que el porcentaje de utilización de la capacidad instalada en España oscila a lo largo del ciclo, y se situaba en el 81,8% en 2023, último año disponible de los datos de la Comisión Europea utilizados en la estimación, lo que significa que el restante 18,2% del stock de capital acumulado no se aprovecha para generar crecimiento económico. «Una de las consecuencias del bajo aprovechamiento de los capitales -puntualizan- es que su productividad se resiente y con ello también la PTF (productividad conjunta del capital y el trabajo)».
Y un último aviso: el grado de utilización de los capitales acumulados tanto en manufacturas como en servicios está por debajo de los principales países de la Unión Europea.
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