Kazajistán, la inesperada llave del equilibrio geoestratégico global

No en vano, Kazajistán fue el proveedor del 60% de los recursos minerales en los tiempos de la URSS y se le llamó el Dubái de la estepa. Es, según la OIEA, el primer productor de uranio, del que dependen centrales nucleares de todo el mundo, como las de Francia, a través de la empresa Kazatomprom. Tiene un tesoro bajo sus pies en forma de gas y petróleo que la convierten en el segundo país en reservas de hidrocarburos de Asia. Y es rica en tierras raras, oro y diversos minerales, además de poseer las afamadas y escasas tierras negras o 'chernozem', que son los suelos más fértiles del mundo.

Todo ello la ha convertido en uno de los principales proveedores de materias primas y le ha valido ser el polo de atracción de 23.700 millones de dólares en inversión extranjera en 2021, según detallan las autoridades kazajas. Y en este país se concentra el corazón del programa espacial ruso con el cosmódromo de Baikonur, que es el centro de lanzamiento de cohetes más importante del mundo. Además, es el segundo mayor minero en criptomonedas y contribuye con el 18% del poder de la red global para mantener esta moneda funcionando. Tampoco hay que olvidar que solo un mes antes de la guerra de Ucrania protagonizaba unas revueltas que hicieron que el presidente kazajo Tokayev permitiera la entrada de tres mil soldados rusos para disolver los desórdenes a tiros.

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Pero desde entonces, ha tomado nota de lo que está haciendo Putin en Ucrania, y su indisciplina hacia Moscú se ha dejado ver después de aumentar su gasto en defensa, llegar a acuerdos con China. en su proyecto de la Ruta de la Seda, y con Turquía. Otra pulso con Rusia fue no reconocer las repúblicas separatistas prorrusas de Lugansk y Donentsk, lo que los medios rusos tildaron de una puñalada por la espalda. Y la última indirecta es que 2023 volverá al alfabeto latino, renunciando al cirílico.

A ello se unen las conversaciones que inició con Europa, presentándose como alternativa a Rusia, ya que es la república más rica de Asia central. Como explica Susana Torres, profesora titular de humanidades de la IE University e investigadora asociada del Harvard Ukrainian Research Institute, «el problema de Rusia es que nunca ha cambiado su balanza comercial. Depende en gran parte de la exportación de hidrocarburos, y lo puede hacer porque tiene tratos muy ventajosos con las repúblicas por las que pasan los gasoductos, pero si esto falla la economía rusa cae. Y si bien las sanciones le están haciendo un daño relativo a Putin, sigue teniendo la sartén por el mango. Pero si se bloquean los acuerdos como el de Kazajistán, deja de tener el control y se le acaban las divisas de la exportación del gas».

No obstante, Putin intenta atar en corto a Kazajistán, Torres señala que «las repúblicas de Asia central, que estuvieron en la órbita soviética, tienen una relación de señorío con Rusia. Manteniendo un matrimonio de conveniencia. Ahora, Rusia intenta ganar peso en la zona usando a Kazajistán, que tiene una economía muy alta y una población muy preparada». Pero eso no ha evitado que Tokayev hablase con la UE de nuevas rutas en la exportación de hidrocarburos. Y Reuters informaba de que Kazajistán comenzaría la venta de petróleo a través del oleoducto Azeri para evitar a Rusia.

Pero Torres explica que «un oleoducto que no pase por Rusia tiene que cruzar países que tienen acuerdos con Putin y eso es problemático. No obstante, podría hacerse un oleoducto que pase por el Caspio. Sin embargo, el éxito de las conversaciones de Kazajistán con la UE dependen de tener una Rusia debilitada. Solo entonces podrá negociar con libertad con otros países para dar salida a sus grandes recursos. Pero todos en la zona están esperando a ver si cae por fin el yugo ruso. Ya que solo cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta».

La baza de Kazajistán se basa en tener el mayor PIB per cápita de la región, y es uno de los diez países con mayores reservas de minerales del mundo, según ICEX, que le ha llevado a tener inversiones de Canadá, Francia o Reino Unido. Las reservas de petróleo probadas se cifran en 30.000 millones de barriles y la OPEP estima que en 2040 la producción será de 2,7 millones de barriles diarios. Por eso, Kazajistán está dentro de los 10 principales exportadores de petróleo del mundo. Y gigantes energéticos como Chevron y Exxon tienen previsto en 2024 invertir 45.000 millones de dólares.

Al mismo tiempo, las reservas de gas son de 2,4 billones de m3. Y el país también está entre los diez exportadores de trigo de mayor calidad. Su poder atómico se asienta en que Kazajistán cuenta con grandes reservas de uranio, representa el 43% de toda la producción mundial. Empresas rusas como Rosatom participan en las minas kazajas, y la compañía Kazatomprom tiene proyectos con EE.UU. o India.

Además, tienen un plan ambicioso basado en políticas que promuevan el desarrollo de energías renovables, con el objetivo de que en 2050 produzcan el 50% de la energía eléctrica. Todo esto es suficiente argumento para que Putin se inquiete ante la posibilidad de perder influencia sobre la zona, en favor de un acercamiento a Europa, y con una China que matiza que Rusia y ella no son aliados, son socios. Por eso, Putin se sirve de la OTSC, la OTAN rusa, para controlar y reforzar los lazos. Así los soldados rusos valiéndose de esta alianza militar entraron en Kazajistán en enero para cortar las protestas generadas la inflación y la corrupción del país.

La profesora Torres señala que «el temor de Kazajistán es que Rusia le haga lo mismo que hizo en Georgia. Aisló económicamente a los georgianos durante años cerrando las aduanas de todos los países de su entorno. Hasta que llegó un gobierno prorruso y volvió a abrir la espita de los puertos de exportación. Esa es la amenaza latente pero si Rusia es errática, Kazajistán puede negociar«.

Y con la Nueva Ruta de la Seda Kazajistán podría ser un eje del comercio euroasiático, dado que por ella pasa la conexión terrestre más directa entre China y los mercados de Europa. Al tiempo que el gigante asiático construye gasoductos y oleoductos en el país, cosa que Putin no aprueba. Asimismo Kazajistán, junta a las otras repúblicas de Asia central, ejerce una especie de colchón entre China y Rusia. Lo único que separa a China y Rusia es Mongolia y las repúblicas de Asia central, con lo que cualquier movimiento que se produzca es susceptible de desestabilizar las relaciones chino-rusas.

Para la investigadora asociada del Harvard Ukrainian Research Institute en Kazajistán hay una toma de conciencia de que puede ser un Estado soberano. «Se han dado cuenta de su riqueza y posibilidades. Ya no quieren ser una especie de Estado poscolonial». Quieren poder firmar acuerdos con empresas y países fuera del control ruso y de la amenaza de sus castigos. Y matiza que lo de Ucrania es una guerra poscolonial, pero del siglo XXI y con otras armas.

La apuesta de Kazajistán, aclara la profesora de la IE, no es por la democracia, sino sacar provecho de sus fortalezas e independizarse, de facto, de un autoritario hermano mayor que ha usado a Kazajistán como su verdadero patio trasero. Así por ejemplo fue el mayor campo de pruebas nucleares de la historia. Rusia hizo detonaciones nucleares en el país, sin advertir a la población.

Ahora para Torres «estamos asistiendo a los últimos estertores del único imperio que quedaba por descolonizarse, por así decirlo. Y es la carta que le interesaría jugar a Estados Unidos. Se generaría un corredor que iría de Lisboa a Kazajistán que sería de la OTAN. Y Europa se libraría de la dependencia energética que tiene con el oso ruso».

Por ahora, como indica Alberto Priego, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Pontificia de Comillas «Kazajistán intenta buscar una equidistancia con respecto de Occidente y Rusia», y Torres ilustra que «Kazajistán está jugando a la niña bonita de la fiesta», esperando si es de Rusia, Europa o China de quien puede salir más beneficiada, a sabiendas de que puede ser la llave maestra de uno u otro.