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La IA abre nuevos caminos para el sector del cuidado de los mayores

Desde la detección de situaciones de riesgo a su papel como bálsamo frente a la soledad, las empresas empiezan a explotar el gran potencial de esta innovación

Una eclosión innovadora para responder al reto del envejecimiento

El uso de robots no está generalizado por su alto coste y su diseño para situaciones concretas ABC

Alicia Aragón

España envejece a pasos agigantados. Con una esperanza de vida que ya supera los 83 años y apenas 1,16 hijos de media por mujer, la pirámide poblacional amplía sus niveles superiores y estrecha su base, arrojando un saldo vegetativo negativo al producirse más defunciones que nacimientos. Según el último padrón del INE, de los casi 47,5 millones habitantes contabilizados en 2022, prácticamente uno de cada cinco tiene más de 65 años. Pero mientras el peso de la tercera edad crece, la tecnología y, en concreto, la inteligencia artificial, avanza en paralelo para responder a los desafíos que plantean los cuidados geriátricos, desde las enfermedades degenerativas a la soledad no deseada.

La IA en el ámbito sénior tiene un enorme potencial que abarca multitud de aplicaciones. Los algoritmos de aprendizaje automático identifican patrones gracias al análisis de grandes volúmenes de datos, algo «especialmente útil en la detección temprana de enfermedades, en la monitorización continua de la salud de los pacientes y en la predicción de posibles complicaciones», admite Francisco Javier Martínez Peromingo, jefe de servicio de Geriatría del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.

Otra aportación interesante tiene que ver con un tratamiento más personalizado, pues «ayuda a garantizar una atención médica individualizada, coordinada, continuada e integrada con el resto de servicios sociosanitarios», asegura Isabel Rodríguez, coordinadora del Grupo Silver Economy & Gerontotecnología de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG). La consecuencia de un seguimiento mucho más estrecho de las personas mayores, además de favorecer la detección precoz, facilita la toma de decisiones clínicas.

Pero fuera del marco exclusivamente sanitario, la IA también es un recurso eficaz en el día a día de los ancianos. Existen sistemas inteligentes capaces de «velar por el bienestar de los mayores detectando cualquier incidente que sufran en la soledad de sus hogares o residencias», comentan desde Hikvision. Accidentes como caídas o el cambio brusco en parámetros como la tensión o el azúcar se registran en tiempo real para minimizar el tiempo de reacción. Asimismo, los asistentes virtuales «pueden interactuar con los pacientes, recordarles que tomen sus medicamentos, realizar un seguimiento de sus síntomas y fomentar un estilo de vida saludable», comenta Peromingo.

Vigilancia remota

Aunque la IA no es capaz de salvar vidas por sí sola, los expertos coinciden en que es una magnífica aliada para la prevención de problemas de salud antes de que se conviertan en emergencias gracias al control remoto. Las soluciones de Hikvision son un ejemplo de cómo conseguirlo sin recurrir a dispositivos 'wearables' como pulseras o relojes. «Mediante radar, imagen térmica o analítica de vídeo, prevenimos y detectamos situaciones de riesgo y facilitamos su gestión por parte de los servicios de asistencia con una tasa de falsas alarmas casi nula», indican desde la firma. También Telefónica, por medio de Remote Care, está probando a través de diversos proyectos piloto «una solución integradora que combina conectividad WiFi, IA, análisis contextual y de comportamiento, junto con tecnología en la nube», anuncian desde la compañía.

Ambas iniciativas se toman muy en serio la privacidad. «No se visualizan ni almacenan datos, simplemente se analizan para encontrar las situaciones de riesgo que nos interesan y se envía un evento de alarma al centro de control», argumentan desde Hikvision.

Por su parte, Telefónica defiende el cifrado de datos mediante protocolos seguros, sólidos mecanismos de autenticación y autorización, la protección frente a intrusiones y el cumplimiento sin fisuras de la normativa relativa a la protección de datos. Además, destacan el carácter escasamente invasivo de su desarrollo, pues «solo es necesario colocar dos o tres enchufes que actúan de antenas para que todo el piso tenga la cobertura necesaria».

Gracias a estos sistemas es posible registrar eventos singulares como caídas, pero también trazar hábitos para, en caso de darse comportamientos anómalos, dar aviso. Telefónica pone un ejemplo: «En caso de que esa persona de edad avanzada no haya ido al aseo en todo el día o a las dos del mediodía todavía no se haya levantado de la cama cuando habitualmente lo hace a las nueve, puede ser una señal de que algo no va bien».

Los altavoces inteligentes han cambiado el modo en el que interactuamos con nuestras casas, y llevados al entorno de las personas mayores, cumplen su papel de compañeros virtuales a la perfección. Celia es una propuesta basada en IA generativa alumbrada por el centro de investigación atlanTTic de la Universidad de Vigo. Tal y como explica Pablo Campos, Head of Research del proyecto, se trata de «un asistente digital conversacional con quien podemos hablar de cualquier tema mediante mensajes de voz en Whatsapp, como si fuese un contacto más, o bien a través de la app». Además de hacer la soledad más llevadera, proponiendo juegos, adivinanzas o invitando a escuchar noticias, Celia también cuida de la salud de los ancianos porque «busca patrones en el habla para determinar signos de deterioro cognitivo, así como signos de ansiedad y depresión», confirma Campos.

Telefónica tiene también su propio asistente, aunque forma parte del protocolo asistencial de ayuntamientos y trabajadores sociales. Se llama Paloma y, por medio de una serie de preguntas realizadas por teléfono, detecta posible casos de soledad no deseada, un problema que tratan de paliar mediante otra propuesta: Social TV, una plataforma de servicios de ocio, entretenimiento y comunicación a través de la televisión. «Con un sencillo mando a distancia, las personas mayores se pueden comunicar con familiares, amigos y cuidadores, así como acceder a un catálogo de servicios con diferentes contenidos, juegos y canales temáticos», apuntan desde la empresa.

Calor humano

Del mismo modo que la IA no puede sustituir a los profesionales de la salud en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades, tampoco es posible que los asistentes virtuales lleguen a paliar la soledad de los ancianos hasta el punto de ocupar el lugar de una persona de carne y hueso. «La calidad de vida de las personas mayores se nutre no solo de información y respuestas, sino también del calor humano, la empatía y la comprensión que solo los seres humanos pueden ofrecer», recuerda Rodríguez.

En la búsqueda de herramientas asistenciales de vanguardia, la robótica también está llamada a marcar hitos en la carrera por llevar el cuidado de población sénior al siguiente nivel. China, donde la población está cada vez más envejecida, es el caso más paradigmático. El gigante asiático ha puesto el foco en el diseño y producción de robots equipados con IA para reducir la presión del sector sanitario, que no da abasto. Un ejemplo es GR-1, un robot humanoide fabricado por Fourier Intelligence que aún está en fase de investigación y desarrollo, pero promete un significativo avance en el marco de los cuidados geriátricos.

El empleo de robots dentro de este campo no es desconocido en España. Son varias las residencias de ancianos que llevan varios años conviviendo con robots. En la residencia Prytanis de L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona) tienen a Pepper, un robot que trata de mejorar el impacto de problemas como la soledad y la desorientación, así como el deterioro físico y cognitivo por medio de ejercicios de fisioterapia encaminados a la rehabilitación y otros de corte intelectual para estimular la agilidad mental. También en la residencia Lacort en Viana de Cega (Valladolid) están teniendo una buena experiencia con el robot Airoso –al que los residentes llaman cariñosamente Copito–, que contribuye en la realización de tareas cognitivas y motoras, acompañando a los residentes, dándoles conversación, planteándoles adivinanzas o ayudándoles a hacer gimnasia de mantenimiento.

Como ocurre con los asistentes virtuales, los robots también tienen sus limitaciones. Para empezar, es pronto para adoptarlos de forma masiva. «El uso de los robots para el cuidado y la atención de las personas mayores no está generalizado, entre otras cosas, por su alto coste y por estar diseñados para condiciones muy concretas», subraya la portavoz de la SEGG. En cualquier caso, son un buen complemento que sirve para «asistir en tareas físicas o rutinarias, permitiendo que el personal sanitario se concentre en aspectos más complejos y humanos», declara Peromingo, que puntualiza que «es crucial abordar estos desarrollos tecnológicos con una planificación cuidadosa y considerar las implicaciones éticas y laborales que conllevan».

De puertas afuera

Las soluciones basadas en IA están demostrando sus altas capacidades de puertas adentro, pero fuera del domicilio también dan soporte a este colectivo vulnerable. La pasada edición de Startup Weekend Burgos otorgó el máximo galardón a Geofamily, una app que detecta patrones de comportamiento automáticamente, reconociendo itinerarios y tiempos medios de desplazamiento. Lara Cámara, miembro del equipo de jóvenes emprendedores que está detrás de esta idea, actualmente en búsqueda de apoyo empresarial y financiero, señala que «la ubicación de la persona supervisada se envía de forma periódica a un servidor en la nube», añadiendo que «si el sistema detectase que esta persona no se encuentra a la hora habitual en el lugar que suele frecuentar, saltaría un aviso al familiar supervisor para determinar qué es lo que sucede».

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