ESPECIAL ABC EMPRESA / Número 750
El futuro todavía muy lejano de las tecnologías profundas
La escasa financiación y la dispersa conexión laboratorio-empresa lastran el desarrollo de las soluciones disruptivas que marcan diferencias socioeconómicas
Crean el silicio más puro del mundo, base para la próxima 'revolución cuántica'
![Una imagen del MareNostrum, el supercomputador más potente de España, que se encuentra en las instalaciones del BSC-CNS](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/economia/2024/10/14/deeptech-RMhYrLvu0e41FnDIacAdryH-1200x840@diario_abc.jpg)
Se mueven en la frontera del conocimiento, resuelven problemas globales y contribuyen a la autonomía estratégica de los estados que las impulsan. Las 'deep tech' o tecnologías profundas, aquellas que inducen modificaciones estructurales en el estado del conocimiento, posibilitando los logros científicos más significativos, ... son un garante de competitividad y, si llegan a buen puerto, generan un impacto socioeconómico brutal. Inteligencia artificial, computación cuántica, robótica, fotónica, biotecnología o materiales avanzados son algunos de los ámbitos a los que se les reconoce esta naturaleza y en los que España trata de esprintar para no perder posiciones en el tablero internacional de la nueva economía.
Nuestro país cuenta con fortalezas como un sistema universitario de calidad, centros de excelencia en diversas disciplinas o un ecosistema de startups que ha quemado etapas a toda velocidad, pero también convive con viejos lastres que complican la viabilidad de este tipo de proyectos, entre los que se incluyen las dificultades de acceso a financiación o el deficitario trasvase laboratorio-empresa, este último un aspecto muy trascendente, pues un alto porcentaje de las compañías 'deep tech' tienen su origen en entornos académicos o de investigación.
La ingente necesidad de fondos para pasar del prototipo a la producción a gran escala y la incertidumbre sobre los futuros rendimientos de las inversiones explican la tímida apuesta por parte de los agentes privados. Un reciente informe de Dealroom revela que en 2023 el capital riesgo de nuestro país invirtió en 'deep tech' 310 millones de euros, lejos de los 3.500 millones de Reino Unido, los 3.200 de Francia y Suecia o los 1.600 de Alemania. En el periodo comprendido entre 2018 y 2023, España ocupó el decimoquinto lugar en el Viejo Continente en cuanto a las cantidades destinadas a este nicho, con un 12% del total de las inversiones nacionales de capital riesgo.
«Esta situación genera dependencia de los fondos de capital riesgo extranjeros, siendo muy probable que compañías alumbradas con el conocimiento científico generado con nuestros impuestos acaben en el país de donde el fondo es originario, es decir, hay riesgo de deslocalización», advierte Jordi Arrufí, responsable del área de transferencia tecnológica de MWCapital.
Una de las características de las firmas 'deep tech' es que, en las primeras etapas, suelen facturar poco o nada y el desarrollo de la tecnología es más caro que en el caso de un producto digital al uso. «Precisan tickets elevados, de 30 millones, y el problema es que en Europa en general y en España en particular, apenas contamos con fondos especializados por encima de los 500 millones», lamenta. El déficit se traduce en que, por ejemplo, carecemos de 'spin-off' universitarias en este ámbito que hayan alcanzado el estatus de unicornio. El experto considera positivo que el Gobierno se haya dotado de instrumentos como el Fond-ICO Next Tech, de 4.000 millones, «pero el hándicap es que por cada euro que pone la administración, uno tiene que proceder del sector privado y esa financiación está costando encontrarla».
En el 'debe' señala también la escasa innovación abierta de nuestro país. «Lo hace un selecto grupo del Ibex, pero no ha calado ni en las pymes ni las corporaciones conservadoras», ahonda. Las esperanzas a futuro son nuestra condición de potencia en producción científica; haber sido, detrás de Italia, el mayor beneficiario de Next Generation EU, al igual que «el cambio de mentalidad, con un ecosistema que se ha dado cuenta de que las ventajas competitivas vendrán por 'deep tech' y no por las startups tradicionales».
Plus de productividad
Áureo Díaz-Carrasco, director de la Federación Española de Centros Tecnológicos (Fedit), coincide en que el reconocimiento temprano de su relevancia podría ser crucial a la hora de que nuestro país se sitúe en cabecera para competir a nivel global. «Las 'deep tech' representan una excelente oportunidad para que España desarrolle sectores industriales con gran valor añadido, mejore su productividad y avance en un necesario liderazgo en innovación tecnológica», resume. A su juicio, existen elementos que nos benefician, sobre todo la sólida red de entidades generadoras de conocimiento. «La involucración de los centros tecnológicos en este aspecto, en la transferencia de tecnología y la creación de startups 'deep tech' es creciente», dice.
Reconoce que algunas iniciativas gestionadas por CDTI, la Ley de Startups y otros programas de financiación pública están ayudando a crear un marco más favorable para la inversión en este tipo de empresas, aunque «en comparación con Alemania, Francia o el Reino Unido, seguimos teniendo menos fondos de capital riesgo dedicados a estas tecnologías, además de una falta de cultura de inversión en innovación que obstaculiza el crecimiento del sector».
Los centros tecnológicos, la gran correa de transmisión entre la ciencia y el tejido productivo, están llamados a mejorar esta situación. «Generan tecnología a demanda de las empresas, pero también crean la oferta si esta no existe, y en los últimos años están asumiendo un rol creciente: el de crear empresas innovadoras o de fondos de inversión de startups para comercializar tecnologías 'deep tech' y soluciones innovadoras que desarrollan», comenta Díaz-Carrasco. Un dato revelador es que el porcentaje de supervivencia de las startups surgidas de la mano de los centros tecnológicos supera al de la media: cerca del 95% continúan activas cinco años después de su creación cuando solo el 30% de las 'spin offs' españolas sobreviven unos 3,1 años.
Losa burocrática
Sergio Sáez, Cluster Manager de Secpho, celebra que en el último lustro acumulemos casos de éxito en startups 'deep tech', como Quside, KD, 2eyesvision, zepren, ommatidia, biamagine, IOVI, Mapsi, Ipronics, inmersia, bioherent o deneb, pero piensa que «sigue faltando mayor flujo de generación de startups y masa crítica de compañías emergentes 'deep tech' en comparación con otras zonas del mundo». Lo achaca a dos motivos, la burocracia y la complejidad regulatoria, que «ralentizan claramente el progreso de estas empresas emergentes, afectando su competitividad y capacidad para escalar internacionalmente».
Comparte con el director de Fedit la idea de que aunque hay un creciente interés por parte de los inversores y han surgido algunos fondos especializados, «todavía no es suficiente para satisfacer las necesidades del sector». La realidad es que «los fondos de capital riesgo suelen ser más conservadores y prefieren inversiones con retornos a corto plazo, lo que no siempre se alinea con los tiempos de desarrollo de las tecnologías profundas».
Rocío Arroyo, presidenta de AseBio, pone en valor que España se sitúa en novena posición mundial en producción de conocimiento científico en biotecnología, aunque recuerda que «aún tenemos el reto de convertir esta ciencia en soluciones que lleguen a pacientes en forma de tratamientos, vacunas o soluciones de diagnóstico». Para ello, incide en la creación de «espacios de confianza entre los distintos agentes, centros e institutos públicos de investigación, grandes empresas y pymes, para impulsar la colaboración público-privada». Asimismo, desde la patronal trabajan para que la biotecnología sea reconocida como un sector clave para la autonomía estratégica y piden el establecimiento de un fondo para tecnologías estratégicas profundas.
«Francia cuenta con un Plan Deep Tech y Alemania puso en marcha el fondo Deep Tech & Climate Fonds, que cuenta con 1.000 millones de euros para inversiones grandes, de entre 1 a 30 millones, a largo plazo (hasta 25 años). También es crucial acelerar la llegada al mercado de las innovaciones biotecnológicas con instrumentos específicos, además de una regulación adecuada a su naturaleza e impacto», subraya Arroyo. La presidenta de la patronal, que agrupa a más de 300 entidades y representa al conjunto del sector biotecnológico español, entiende que nuestro país debe impulsar el talento como base de la industria del futuro, sin olvidar el fomento de la I+D biotecnológica a través de modelos colaborativos e incentivos adecuados. «Hay que destacar, además, la necesidad de fortalecer el papel de la Administración pública como un motor tractor de la innovación», dice.
AseBio, Aesemi, Fundación Cotec y Secpho presentaron una propuesta al Gobierno para la creación de un Alto Comisionado para Tecnologías Estratégicas Profundas. El guante ha sido recogido y la Ministra Diana Morant adelantó el pasado mes de marzo la puesta en marcha de una estrategia en este terreno. «Consideramos que recoge la transversalidad que caracteriza a las 'deep tech' en términos de necesidades, características y soluciones innovadoras que aportan por medio del modelo de gobernanza planteado a través de la implicación de distintos ministerios. Además, aplaudimos que nazca con una visión que abarque toda la cadena de valor de las 'deep tech'», sintetiza Arroyo acerca de la estrategia.
Llamadas a mejorar el mundo en que vivimos y resolver los mayores desafíos de nuestro tiempo, las tecnologías profundas serán un aliado para España en su travesía hacia la innovación.
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