Especial másteres
El modelo híbrido se consolida abrazando la innovación
Aprovechar el 'networking' que genera la enseñanza presencial y la conciliación que favorece el aprendizaje online son los valores que aprecian los estudiantes para hacer un posgrado híbrido
La anomalía de Europa: Crecen en España los alumnos matriculados en másteres privados mientras se estancan los de la pública
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La enseñanza de posgrado también vivió en primera línea cómo la pandemia puso patas arriba el modelo tradicional de aprendizaje. Confinar a los alumnos en casa obligó a las universidades a abrazar la transformación digital a marchas forzadas. Aunque la crisis sanitaria significó un impulso sin precedentes, el 'e-learning' no era algo nuevo. Según un estudio de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), la educación online creció un 900% en todo el mundo a partir del año 2000. Asimismo, una encuesta de 2021 del Instituto de Talento y Profesiones digitales (Tekdi) confirmó en pleno auge pospandémico que 9 de cada 10 personas estaban convencidas de la que la educación a distancia había venido para quedarse, sustituyendo incluso a la presencial. En la Universidad Oberta de Catalunya (UOC), 100% online, fueron testigos de este apogeo, pasando de 19.110 estudiantes de máster en el curso 2019-2000 a 22.595 el año siguiente.
La otra cara de la moneda es que esta modalidad tiene unas elevadas tasas de abandono porque es complicado mantener a los alumnos motivados tras varias horas frente a la pantalla. Es por ello que la combinación de ambos sistemas está triunfando. El modelo híbrido gana cada vez más presencia en la oferta de estudios de posgrado. Hasta hace relativamente poco se diferenciaba claramente entre másteres presenciales y másteres online, pero incluso en instituciones académicas como la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), donde «la mayoría de los másteres son online, también los hay que ofrecen presencialidad, por lo que la formación semipresencial está sobradamente consolidada», indican desde su Vicerrectorado de Innovación Educativa. Aprovechar el 'networking' que genera el primero y la conciliación que favorece el segundo crea propuestas de valor que atraen el interés de los estudiantes. Ahora que sabemos que las clases presenciales no van a desaparecer, pero que desaprovechar la comodidad de la teleformación sería un error, el reto es optimizar esta conexión tan fructífera.
Combinación ganadora
Uno de los principales aspectos que tienen en cuenta las universidades a la hora de apostar por este mix es si tendrá éxito o no en función del itinerario formativo de posgrado concreto. Beatriz Catalina-García, directora académica de Promoción y Difusión de Títulos de Postgrado de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), revela que «para el próximo curso se pondrá en marcha un doble máster con estas características: Abogacía y Procura (online) + Derecho Penal Económico (presencial)». Esta doble titulación se suma a otros dos másteres semipresenciales: Hidrología y Recursos Hídricos y Aspectos Clínicos y Básicos del Dolor.
En ocasiones este equilibrio no es factible. Desde la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) admiten que esta clase de formación «se ha consolidado en algunos programas, pero no se ha generalizado porque no siempre es viable o conveniente, por lo que existe una coexistencia natural de formatos». En los títulos oficiales de esta universidad, tanto en las enseñanzas técnicas y científicas como en las artísticas y deportivas, la presencialidad sigue dominando porque «existe un claro valor añadido derivado del uso de instalaciones como laboratorios o talleres». Dentro de los títulos propios sí que se muestran partidarios de imponerlo por el perfil de estudiante, que «ya cuenta con cierta experiencia profesional y busca especializarse o recualificarse en otras áreas».
Adaptarse al cambio
Según un informe de OBS Business School, el universitario que recurre a la formación en línea valora por encima de todo el poder armonizar estudio, trabajo y familia, además del ahorro que supone matricularse en estudios que se imparten de forma remota. «El perfil del estudiantado de la UNED es muy específico: buscan la conciliación, así como la flexibilidad y la autonomía de aprendizaje», describen desde esta universidad. Esta adaptabilidad tiene como contrapartida una menor interacción con el profesorado y el resto de los alumnos, así como una mayor autodisciplina. En el ámbito del posgrado, lo que busca este alumno es promocionarse dentro de una profesión y «mejorar en el aprendizaje práctico que se requiere en un mercado laboral cada vez más competitivo y exigente con los egresados», indica Catalina-García.
Para responder a esta demanda, se ha tenido que «invertir en la formación y actuación del profesorado, además de adquirir la infraestructura tecnológica necesaria», tal y como resumen desde la UNED. Del lado de los profesionales de la educación, el esfuerzo ha sido notable: «El profesorado actualiza su cualificación cada año para que puedan adaptar sus metodologías docentes a los últimos cambios tecnológicos», asegura la portavoz de la URJC. Del lado técnico, la pandemia marcó un punto de inflexión, pues «se reforzó la capacidad de los servidores que albergaban las plataformas docentes y se adquirió software específico y equipamiento para las aulas», señalan desde la Universidad Politécnica de Madrid.
Nuevos empleos
La tecnología no solo está detrás del cómo se enseña sino del qué se enseña. La empleabilidad del futuro estará muy ligada a perfiles con conocimientos sobre inteligencia artificial, 'machine learning', 'big data' o realidad virtual. Y es que, si bien se habla mucho de la cantidad de empleos que destruirá la Inteligencia Artificial, no se le da el mismo altavoz a los nuevos puestos de trabajo basados en ella. «Estas tecnologías disruptivas y muy cercanas cada vez están más presentes en los trabajos de nuestros estudiantes», valoran desde la UNED.
La mayoría de las universidades incorporan estas temáticas en sus másteres, ya sea centrándose de forma exclusiva en ellos o como parte de otros programas de todo tipo que se aprovechan de lo mucho que pueden ofrecer estas innovaciones, desde la ingeniería informática y las matemáticas avanzadas hasta la arquitectura o las ciencias del deporte.
El estudiante que recurre a la formación en línea valora el aspecto económico, pero sobre todo la flexibilidad y la autonomía
Algo similar ocurre con el 'big data', que por supuesto está muy presente en másteres de ciencia de datos, pero también en los de periodismo digital. «Los avances en datos masivos y aprendizaje automático van permeando en los contenidos de casi todas las disciplinas de ingeniería, alcanzando campos que son percibidos como más tradicionales, como la agricultura, que pasa a ser de precisión; la ingeniería hidráulica, centrada en fenómenos extremos como avenidas de agua y sequías; y el cambio climático, con la monitorización de estructuras o mantenimiento de máquinas», enumeran desde la Universidad Politécnica de Madrid.
En el capítulo de la realidad virtual y la realidad aumentada, también hay másteres que conceden a esta tecnología un papel protagonista. «El desarrollo y la alta valoración que tienen estos másteres es posible gracias a los equipamientos y laboratorios tecnológicos e informáticos de última generación y a la colaboración y respaldo de empresas punteras», puntualizan desde la Universidad Rey Juan Carlos.
Tecnología disruptiva
Impartir estas materias relacionadas con la tecnologías más avanzadas y aplicarlas también en el día a día de la formación implica tener un personal docente versado en las mismas y completamente actualizado respecto a las últimas novedades que las rodean. Al margen de si estas tecnologías son o no el eje central del máster, es esencial que cualquier profesor trate de sacar el máximo partido de ellas. «Desde el eLearning Innovation Center (eLinC) se está informando a los profesores sobre herramientas útiles para que vayan implementándolas en sus asignaturas», indican desde la UOC, haciendo hincapié en las funcionalidades que cubren las aplicaciones de inteligencia artificial generativas: asistentes de escritura, creación de imágenes y vídeos a partir de textos, transcripción de audios y vídeos, programación de código, entornos de pruebas y un largo etcétera.
Por otro lado, los fondos públicos alientan la modernización del ecosistema universitario español para que este sea punta de lanza de la transformación digital. El Plan UniDigital, promovido por el Ministerio de Universidades, está dotado de un presupuesto total de 142,85 millones de euros, y ha sido capaz de activar proyectos de índole estructural con enormes beneficios en los que las universidades han trabajado conjuntamente.
En la Universidad Rey Juan Carlos tienen puesto el foco en el «desarrollo y mejora de los repositorios de contenidos educativos digitales en abierto, así como en facilitar al profesorado las herramientas digitales adecuadas y la formación precisa, tanto de carácter pedagógico como técnico, mediante la adquisición de las competencias digitales necesarias», tal y como advierte Catalina-García.
En definitiva, los másteres y los modelos de formación siguen evolucionando al ritmo imparable que marcan las nuevas tecnologías.
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